Catorce cumpleaños de Álvaro—ya. Yo me acuerdo que de crío mirando un folleto de la reforma de la educación, allá hacia el 1970, veía planificados los años académicos 1974-75, y pensaba: uf, entonces tendré catorce años ya—un vejestorio, mi vida estará por detrás de mí. No parece que sea una sensación muy extendida por lo que me han dicho.
Nos vamos a comer al mesón Boa Vista, y le escribimos una tarjeta entre todos. De regalos le han caído una suscripción al Muy Interesante y libros—ya ha empezado Los Pilares de la Tierra, que lo eligió él, y le encanta. Pibo ha aprovechado la ola de regalos para hacerse con su primera memoria USB, que la lleva al cuello como si fuese una medalla.
Luego una buena tarde de playa en Area (aunque los niños querían ir a Xilloi: Area representa la realidad, Xilloi el sueño). Y al final vamos a ver La Momia III: La tumba del Emperador Dragón, que naturalmente les encanta. Por lo que se ve Rachel Weisz estaba como yo hasta el gorro de momias, así que había una nueva mami para el hijo del protagonista—y crisis de los cincuenta para su padre (había una escena alusiva al respecto, supuestamente comparando armas de fuego).
Volvemos a casa a ver estrellas fugaces, con Otas repitiéndonos escenas de la película y haciendo variaciones fumadas sobre ellas.
Y otra cosa: así de paso hemos visto hoy un piso sobre la ensenada, que quizá lo compremos y quizá no. Nos ha hecho muy buena impresión. Pero cómo saber lo que conviene invertir en un futuro determinado. Es como darle un empujón demasiado fuerte a ese sobre otros que están esperando en las incubadoras del tiempo. Y de hecho ninguno gusta. Gimme the present, any day.
—oOo—
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: