Dos de ellas vienen de la Antología de la Literatura Fantástica de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo, que me regaló MJ en 1993.
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DEFINICIÓN DEL FANTASMA (del Ulises de Joyce)
¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres.
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UN AUTÉNTICO FANTASMA (de Sartor Resartus de Carlyle)
¿Habría algo más prodigioso que un auténtico fantasma? El inglés Johnson anheló, toda su vida, ver uno; pero no lo consiguió aunque bajó a las bóvedas de las iglesias y golpeó féretros. ¡Pobre Johnson! ¿Nunca miró las marejadas de vida humana que amaba tanto? ¿No se miró siquiera a sí mismo? Johnson era un fantasma, un fantasma auténtico; un millón de fantasmas lo codeaba en las calles de Londres. Borremos la ilusión del Tiempo, compendiemos los sesenta años en tres minutos, ¿qué otra cosa era Johnson, qué otra cosa somos nosotros? ¿Acaso no somos espíritus que han tomado un cuerpo, una apariencia, y que luego se disuelven en aire y en invisibilidad?
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También un fantasma, claro, era el escritor. Y ahora también el relato lo es, perdido porque lo encripté en su momento, y fue víctima de una incompatibilidad informática. Queda aquí su forma fantasmal, si se quiere. No andamos escasos de apariciones, ni de desapariciones.
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