En esta página, Chevalier Beaumont, o en la Wikipedia francesa, puede leerse la curiosa historia del Chevalier d'Eon, espía travestí que se vio obligado a cambiar de sexo oficial por órdenes de la autoridad... algo que quizá podía hacerse con más facilidad todavía en el siglo XVIII que hoy en día. Me encontré con la historia en este pasaje del libro de John P. Muller y William J. Richardson The Purloined Poe, que explica una alusión de Lacan. Traduzco:
El Chevalier d'Eon era Charles de Beaumont (1728-1810), un oficial y espía de Luis XV apostado en las cortes de Rusia y Londres. Comenzó por disfrazarse de mujer en Rusia para obtener acceso a la emperatriz, y a continuación "se disfrazó" de hombre. Tras hacerlo volver de Londres, donde sus galanterías se arriesgaban a comprometer a la Corte inglesa, el gobierno francés insistió en que mantuviese su disfraz femenino y que entregase ciertos papeles comprometedores. Había mantenido una correspondencia con Luis XV sobre asuntos políticos, y dejó sus Loisirs du Chevalier d'Eon en trece volúmenes (1775). Quizá también aluda Lacan a una correspondencia publicada en París en 1778 titulada "Pièces relatives au démêlés entre Mademoiselle d'Eon de Beaumont, chevalier de l'Ordre Roial & militaire de Saint Louis & ministre plénipotentiaire de France, &c. &c. &c. et le Sieur Caron, dit de Beaumarchais, &c. &c. &c." (Pierre Augustin Caron de, 1732-99). Tras su muerte un examen físico demostró que era en efecto un hombre.
Al parecer propuso Eon, durante la Revolución, organizar una compañía de amazonas, probablemente en el doble o triple sentido de la palabra. Según la Wikipedia francesa, está enterrad@ en el condado de Middlesex... lo que ya casi parece una broma. Ahora están haciendo, por cierto, una serie manga supuestamente sobre el Chevalier que no tiene gran cosa que ver con el original.
Es curiosa la historia del doble disfraz superpuesto (indistinguible de la falta de disfraz, claro, en el caso de un espía). En el teatro de Shakespeare se daban casos parecidos, pero la situación del teatro es muy distinta. Allí el personaje disfrazado ha de interpretar simultáneamente a los dos géneros para el ojo del espectador. En la vida real no hay espectador, si descontamos al propio espía. En el teatro, el disfraz ha de ser imperfecto, de una imperfección invisible para los demás personajes pero visible para el espectador; es un disfraz translúcido. Hasta para un travestí de andar por casa, quizá, sea necesario este doble nivel. Para un espía travestido, sin embargo, el disfraz ha de ser opaco... aunque quizá no fuese tan opaco, porque dice la historia (o rumor) que Catalina la Grande descubrió el sexo de su dama de compañía y quiso aprovecharse, sin éxito. Igual no era tan buen espía el Chevalier, y era más bien un actor...
Dice Goffman que en la vida cotidiana jugamos el papel de actores imperfectos, y que esa es la garantía de nuestra autenticidad:
La doctrina asociada con el marco del comportamiento cotidiano efectivo es que el actor tiene un control incompleto sobre su expresión emocional. Puede intentar suprimir esta fuente de información sobre sí mismo, o falsificarla, pero en esto (presuponemos) nunca puede lograr un éxito completo. Así, por ejemplo, puede contar una mentira directa y descarada, pero mal podrá evitar mostrar alguna expresión de culpa, duda o matización en sus actitudes. Se supone que su misma naturaleza asegura que será así. El que puede ser completamente falso en su trato con los otros puede ser considerado "psicópata" o, Dios nos ampare, "sociópata", y en cualquier caso si le conectamos cables, el polígrafo—nuestra última línea de defensa cosmológica—mostrará que en realidad no contradice a la naturaleza humana. (Frame Analysis 573)
Los espías se ven obligados a ir más allá de estas premisas de la vida cotidiana. Y por tanto ofenden a nuestro sentido de la personalidad y de la naturaleza humana (en el cine no; ahí estamos con ellos). ¿Será necesario ser un tanto psicópata para ser un buen espía, o tener algo de esquizofrenia para alcanzar la perfección del agente doble? Al Chevalier no le podían aplicar el polígrafo, pero muchos lo consideraban un caso de manicomio. ¿Sería por interpretar a la perfección (su doble papel o no papel de hombre)—o por interpretar a la perfección el de mujer? Al final de su vida la gente sí que lo tomaba por mujer, y él mismo... vaya usted a saber.
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