(del Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora:)
CONCIENCIA MORAL. Esta conciencia se distingue de la conciencia en sentido psicológico, en sentido gnoseológico o epistemológico y en sentido metafísico a que nos hemos referido en el anterior artículo. El sentido de la expresión 'conciencia moral' ha sido popularizado en las frases 'llamado de la conciencia', 'voz de la conciencia', etc. Pero en su sentido más común, la conciencia moral aparece como algo demasiado simple; los filósofos han investigado, en efecto, en qué sentidos se puede hablar de una voz de la conciencia y, sobre todo, cuál es —si lo hay— el origen de tal "voz". En lo que toca al primer punto, muchas son las definiciones dadas por los filósofos. Para unos (como Sócrates), la conciencia moral puede ser uno de los aspectos del "demonio" (VÉASE) que interviene en momentos decisivos de la existencia humana (y aparece, conviene notarlo, no indicando lo que se debe hacer, sino lo que se debe omitir). Para otros (como Aristóteles) aparece como algo procedente del sentido moral; la conciencia moral se identifica frecuentemente en los textos del Estagirita con la frónesis. Los estoicos acentúan la naturaleza racional de la moral; como consecuencia de ello, la conciencia moral es para ellos la voz racional de la naturaleza. Muchos Padres de la Iglesia y muchos escolásticos entienden la conciencia moral como una sindéresis (VÉASE). Además, Santo Tomás habla de la conciencia moral como un spiritus corrector et paedagogus animae societatis, espíritu que indica si un acto es justo o no.
En Les passions de l'âme (II art. 177) Descartes habla de un remordimiento de conciencia (remords de conscience) como de "una especie de tristeza que procede de la duda que se tiene de que una cosa que se hace o se ha hecho sea buena; pues si se estuviera completamente seguro de que lo que se hace es malo, uno se abstendría de hacerlo, tanto cuanto la voluntad sólo se vuelca hacia las cosas que tienen alguna apariencia de bondad; y si se estuviera seguro que lo que se ha hecho ya es malo, uno tendría arrepentimiento [repentir], no sólo remordimiento". El remordimiento es entendido, pues, casi literalmente, como un re-mordimiento, acción y efecto de un "morder" por parte de la conciencia (moral), a menos que conciencia moral y remordimiento no sean una y la misma cosa. A primera vista, parece que Spinoza opina algo semejante al hablar de "mordisco de conciencia" (conscientiae morsus), que define como "la tristeza que se opone a la delicia" (gaudium), definida a su vez como la alegría (laetitia) originada de la imagen de una cosa sucedida de cuyos resultados habíamos dudado" (Ethica, III, prop. XVIIII sch. 2). Sin embargo, por la misma definición que Spinoza da de conscientiae morsus, puede preguntarse si tiene sentido moral. Según Bidney (The Psychology and Ethics of Spinoza, 1940, pág. 198), no ocurre así. Se trata "simplemente de la pena o arrepentimiento que se siente de que algo que una vez fue meramente objeto de esperanza o de temor ha tenido realmente lugar —y no que se siente cuando algo habría tenido que suceder de otro modo—. Esto ha llevado a algunos traductores a vertir conscientiae morsus por 'desilusión' más bien que por 'remordimiento'." La definición que Spinoza da de poenitentia ("penitencia", "arrepentimiento") en Affectuum Definitiones, XXVII"—"la tristeza concomitante con la idea de algún acto que creemos haber realizado por un libre decreto de la mente"— parece, según Bidney, más cercana a una noción de conciencia moral. El citado autor recuerda que para Spinoza "no hay nada sorprendente [mirum non esse]", en que la tristeza [tristitia, "pena", "dolor"] siga a actos considerados equivocados, pues ello es consecuencia de la educación recibida.
No es seguro que Locke estime que la "conciencia moral" (expresión con que habitualmente se traduce la voz conscience, a diferencia de "conciencia", consciousness) sea, efectivamente, moral —por lo menos en sentido estricto, o "ético", de 'moral', y no en su sentido más general y "diluido", a diferencia de 'físico'—. En el Essay, Locke pone de relieve que tal conciencia es "nuestra propia opinión de nuestras acciones" (I, ii, 7). Esta frase, que consta en las primeras tres ediciones del Essay, fue sustituida desde la cuarta edición por "nuestra propia opinión o juicio de la rectitud moral o pravidad [carácter "depravado"] de nuestras acciones", por lo que parece aumentar su carácter moral (ético). Sin embargo, lo que a Locke interesaba sobre todo es poner de relieve que no hay "principios prácticos innatos" y, por tanto, nociones morales "eternas"; si sólo estas últimas son, estrictamente hablando, morales, entonces hay que seguir dudando del carácter moral (ético) de la conciencia en cuestión. Puesto que Locke afirma, al final del párrafo citado, que "algunos hombres que poseen la misma inclinación de conciencia van detrás de lo que otros evitan", cabe concluir que el término lockiano conscience es algo ambiguo; lo único cierto para Locke es que no constituye ninguna prueba de "una regla moral innata".
Sólo en la medida en que la conciencia moral actúa de "corrector", con un carácter de sanción para los actos pasados y uno de anticipación de sanción para los futuros, puede estimarse que tal conciencia es plenamente moral o ética. Si, como afirma Teófilo, en los Nouveaux Essais de Leibniz (I, iii, 16), "la virtud no es innata, pero la idea de la virtud lo es", los "principios prácticos innatos" serán "principios morales. La dimensión moral de la conciencia ("conciencia moral", como traducción de Gewissen, a diferencia de "conciencia" o Bewusstsein) parece perfilarse cuando, aproximadamente desde Wolff y Kant, tal conciencia es interpretada cada vez más como una facultad que juzga de la moralidad de nuestras acciones. Kant sobre todo ha entendido esta facultad de juicio como una facultad que se dirige al propio sujeto que juzga Este aspecto de inmediatez de la conciencia moral ha sido llevado a sus últimas consecuencias por Fichte y —con más atención a lo ético propiamente dicho— por Hegel. Varios autores (especialmente Francis Hutcheson, Richard Cumberland, Adam Smith) han tendido a identificar la conciencia moral con el sentido moral. En autores del siglo XX ha sido frecuente acentuar no la admonición de la conciencia moral respecto al futuro, sino sobre todo respecto al pasado (es el caso de Schopenhauer, como ya lo había sido el de Spinoza). En los últimos cien años la concepción de la conciencia moral ha seguido muy fielmente las líneas generales de las correspondientes doctrinas éticas: los neokantianos han definido la conciencia moral al hilo de la idea del deber, los partidarios de la ética material de los valores la han definido como el producto de las exigencias planteadas por éstos; los intuicionistas éticos la han basado en la llamada intuición moral, los utilitaristas la han definido en función del bienestar del mayor número, etc. No han faltado quienes han acentuado el carácter estrictamente social de la conciencia moral, o su carácter estrictamente natural (marxismo, darwinismo ético), o quienes han intentado "desenmascarar" la conciencia moral como una traición a la "vida" (Nietzsche). Scheler ha considerado que la noción filosófica de conciencia moral es un eco dejado por la creencia religiosa; como tal eco es algo de naturaleza "crepuscular" (Ethik, II, 7) y que no puede adquirir vida de nuevo sin sumergirse otra vez en dicha creencia. Heidegger ha examinado el problema de la conciencia moral en un sentido parecido al de las otras manifestaciones de la Existencia (VÉASE), es decir, desde un punto de vista existenciario (VÉASE). La conciencia moral es un llamado, un "vocar" que revela a la existencia su vocación (Ruf), lo que ella es en su autenticidad. Es una "voz" que no dice nada, que permanece silenciosa, porque no viene de fuera, sino de dentro de la Existencia. Es, para utilizar los términos de la versión de José Gaos, un "avocar" al "ser sí mismo" de la Existencia para que salga de su estado de pérdida en el "uno" (o en el "se"). La existencia moral es, pues, para Heidegger, un fenómeno existenciario que parte de la Existencia y se dirige a la Existencia. En suma, la Existencia en el fondo de su estado de "inhospitalidad" en el mundo es el verdadero "vocador de la vocación de la conciencia moral". Por eso la conciencia moral se revela como el llamado (o "vocación") del cuidado (VÉASE) en tanto que ser de la Existencia. Como la Existencia, la conciencia moral es siempre la mía; ningún hombre puede pedir auxilio a otro (o a otros) para determinar cuál es el llamado o vocación que le es propio y que se manifiesta por el "decir callando" de su conciencia moral.
La descripción anterior sigue grosso modo la línea histórica. Es posible presentar también la cuestión de un modo sistemático ateniéndose a los grandes principios según los cuales es definida la conciencia moral. Es lo que han hecho Eduard von Hartmann y H. G. Stoker. El primero ha clasificado las diversas teorías sobre la conciencia moral según el carácter de los principios morales sustentados. De ahí su descripción de la conciencia moral psudomoral (egoísta o individual-eudemonista, y heternónoma o autoritaria) y de la conciencia moral auténtica (moral del gusto o de los principios morales estéticos, moral del sentimiento, moral de la razón o de los principios morales racionalistas). El segundo se ha atenido a una fenomenología de la conciencia moral según la cual los diversos modos de aparición de tal conciencia condicionan las diversas teorías. Nosotros adoptaremos aquí una clasificación que se atiene más bien a las concepciones sobre los orígenes de la conciencia moral, con el fin de tocar la cuestión a la cual se ha aludido ya al comienzo de este artículo. Según ello, encontramos las concepciones siguientes (que en gran parte coinciden con las presentadas en el srtículo sobre la noción de sentido moral).
1) La conciencia moral puede ser concebida como innata. Se supone en este caso que, por el mero hecho de existir, todos los hombres poseen una conciencia moral, en un sentido análogo a como se supone que poseen ciertos principios intelectuales. PUede hablarse así de un innatismo moral como se habla de un innatismo (VÉASE) intelectual. Ahora bien, como este último ,el primero puede entenderse en dos sentidos: a) la conciencia moral es algo que se tiene siempre y efectivamente; b) la conciencia moral es algo que se tiene la posibilidad de poseer siempre que se suscite para ello una sensibilidad moral adeuada.
2) La concienca moral puede ser concebida como adquirida. Puede estimarse que se adquiere por educación de las potencias morales ínsitas en el hombre en cuyo caso esta posición se aproxima a la última mencionada 1b), o puede suponerse—más propiamente—que se adquiere en el curso de la historia, de la evolución natural, de las relaciones sociales, etc. Una consecuencia de esta teoría es la de que la conciencia moral no solamente puede surgir o puede no surgir en el hombre, sino también la de que su contenido depende a su vez del contenido natural, histórico, social, etc. Las teorías naturalistas, historicistas, social-historicistas, etc., entran dentro de este grupo.
3) El origen de la conciencia moral puede ser atribuido a una entidad divina. La moral resultante es entonces heterónoma o, más propiamente, teónoma. Se supone en tal caso que Dios ha depositado en el hombre la scintilla conscientiae, la "chispa de la conciencia", por medio de la cual se descubre si un acto es justo o injusto.
4) El origen de la conciencia moral puede atribuirse a una fuente humana. A su vez, esta fuente humana puede concebirse o como natural, o como histórica, o como social, con lo cual esta posición se combina con la 2). También puede estimarse que esta fuente es o individual o social.
5) El fondo del cual procede la conciencia moral puede ser racional o irracional. Estas dos posiciones se combinan frecuentemente con cualquiera de las antes mencionadas, dependiendo de la idea que se tenga de la estructura racional o irracional de las fuentes respectivas.
6) El fondo del cual procede la conciencia moral puede ser personal o impersonal. También estas posiciones se combinan frecuentemente con las otras, aunque algunas de ellas quedan excluidas; por ejemplo, la idea de que la conciencia moral tiene un origen natural excluye su origen personal.
7) Finalmente, el fondo del cual procede la conciencia moral puede ser auténtico o inauténtico. Si ocurre lo primero, pueden admitirse muchas de las concepciones anteriores. Si tiene lugar lo sengundo, las concepciones usualmente admitidas son las de su origen natural y puramente social. La conciencia moral es entonces desenmascarada como un sentido que el hombre ha adquirido en virtud de ciertas conveniencias socialeso de ciertos procesos naturales y que puede desaparecer tan pronto como tales conveniencias no sean ya vigentes.
La mayor parte de las obras sobre Ética y Moral [VÉANSE] tratan el problema de la conciencia moral. Indicamos aquí varias obras (algunas sistemáticas, otras históricas) sobre la noción de conciencia moral: W Dilthey, "Versuch einer Analyse des moralischen Bewusstseins", 1864 (Gesammelte Schirften, VI, 1924), — J. Jahnel, üeber den Begriff Gewissen in der griechischen Philosophie, 1872. — J. Hoppe, Das Gewissen, 1876. —Martin Kahler, Das Gewissen. Ethische Untersuchung. Die Entwicklung seines Namens und seines Begriffes, Geschichtlicher Teil 1: Geschichtlitche Untersuchung zur Lehre von der Begründung der sittlichen Erkenntnis, Sección I, 19878, reimp., 1967. — E. von Hartmann, Phänomenologie des sittlichen bewusstseins. Prolegomena zur jeder Künftigen Ethik, 1879, 2ª ed., con el título: Das sittliche Bewusstsein, 1886. — P. Rée, Die Entsthehung des Gewissens, 1885. — Elsenhans, Wesen und Entstehung des Gewissens, 1894. — H. Friedmann, Die Lehre vom Gewissen in den Systemen des etischen Idealismus, 1904. —P. Carabellese, La coscienza morale, 1915. — H. G. Stoker, Das Gewissen. Erscheinungsformen und Theorien, 1925. — G. Madinier, La conscience morale, 1954; 2ª ed, 1958. — Philippe Delhaye, Le problème de la conscience morale chez S. Bernard, 1957. — J. Rudin, H. Schär, R. I. Z. Werblowsky, H. Hinden, Das Gewissen, 1958. — Zbinde, Schär et al., Das Gewissen, 1958 (trad. esp.: La conciencia, 1961). — J. M. Hollenbach, Sein und Gewissen. Über den Ursprung von Gewissenregungen. Eine Begegnung zwischen Heidegger un thomistischer Philosophie, 1959. —Rodolfo Mondolfo, Moralisti greci. La coscienza morale da Omero a Epicuro, 1960 (trad. esp.: La conciencia moral, de Homero a Demócrito y Epicuro, 1962). — Johannes Stelzenberger, Das Gewissen. Besinnliches zur Klarstellung eines Begriffes, 1961. —Walter Blumenfeld, Vom sittlichen Bewusstsein, Kritische und konstruktive Beiträge zu den Problemen der Ethik, 1968. — Henry Chadwick, Betrachtungen über das Gewissen in der griechischen, jüdischen und christlichen Tradition, 1974. — M. Kroy, The Conscience: A Structural Theory, 1974. — M. G. Baylor, Action and Person: Conscience in Late Scholasticism and the Young Luther, 1977. — W. Heublült, Die Gewissenslehre Kants in ihrer Endform von 1777. Grundriss einer Anthroponomie, 1980. — T. C. Potts, Conscience in Medieval Philosophy, 1981.
SENTIDO MORAL. La noción de Sentido moral (llamada también a veces "sensibilidad moral") está muy próxima a la de conciencia moral (VÉASE). Lo que hemos dicho de ésta puede aplicarse en la mayoría de casos a aquélla. Sin embargo, mientras muchos filósofos que han intentado definir la conciencia moral no se han ocupado específicamente del sentido moral, otros han insistido en este último aspecto y aun han definido la conciencia moral a partir de él. Es sobre todo el caso de los filósofos que han desarrollado la tesis de un sentido moral específico (Hutcheson, Shaftesbury, Adam Smith). La idea fue desarrollada también por Kant y los filósofos del idealismo alemán. A veces se ha distinguido entre conciencia moral y sentido moral, indicándose que mientras la primera es la conciencia de hacer el bien, el segundo es la conciencia de la existencia del bien.
Las teorías sobre el sentido moral pueden clasificarse en un sentido análogo a las de la conciencia moral. Presentamos aquí algunos de los tipos más corrientes.
El sentido moral puede concebirse:
1) Como determinado por el eudemonismo o moral de los bienes concretos, o como determinado por el deber (VÉASE) moral, de naturaleza formal y universal.
2) Como de origen divino o como de origen natural.
3) Como innato o como adquirido.
4) Como objetivo o como subjetivo
5) Como personal o como impersonal.
6) Como individual o como social.
7) Como natural o como histórico.
8) Como racional o como irracional.
9) Como determinado por el amor o como determinado por la voluntad.
10) Como de índole casuista o como de índole rigorista.
11) Como auténtico o como ficticio.
Varias de estas posiciones pueden entenderse por analogía con las que hemos enumerado en el artículo sobre la conciencia moral al describir las diversas teorías sobre los orígenes de tal conciencia. Otras son suficientemente claras por sí mismas. Nos limitamos a llamar la atención sobre las dos posiciones indicadas en 10). El sentido moral casuista es el que se basa en un examen concreto de casos y de las decisiones que pueden adoptarse de acuerdo con ellos. El sentido moral rigorista es el que mantiene que la conciencia de la existencia del bien y del mal no depende de circunstancias, sino que es siempre la misma, única y universal. La [segunda]* posición se combina generalmente con las primeras de 1), 2), 3) y 4).
[Corrijo la errata: Ferrater Mora escribe "la primera"].
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