Después de pasar el día en Vivero, vamos a ver la puesta de sol a Estaca de Vares, "el límite norte de la Península Ibérica". El sol no nos atiende, poniéndose nondescript detrás de unas nubes, pero en cambio hacia el este había un cielo espectacular y complicado, con una especie de puesta de sol alternativa y muchos modelos y colores de nubes superpuestas en capas de una altura que desafiaba la escala. Entre esto y el arco iris que había en Vivero (con su lluvia aparejada, ofcors) ya íbamos servidos de simbolismo natural, cuando al avanzar hacia el final de la punta de Estaca de Vares, más allá del faro, vemos que la ruta se va poniendo más difícil.
- Oye, yo de aquí no paso, que se está haciendo de noche, y esto está muy alto, y el camino está muy estrecho y
- Venga, que ya está, que en un momento llegamos, y habréis estado en el límite norte de España, mucho más arriba de Biescas y sin pasaros a Francia. Se puede ir más al oeste, Abo, pero más al norte no.
- Mira, Ivo, allí se acaba España.
- ¿Qué es España?
- Pues un país, el país donde vives.
- Ah. Pues no sabía que exixtía. ¿Y dónde está?
- Pues aquí, hombre, donde vives, debajo de tus pies. Este Ivo nunca dejará de sorprendernos con los conceptos básicos que le faltan; tiene unas cosas...
- Ah, ¡es el Planeta Tierra!
- No, hombre, sólo un trozo del planeta. A ver, agarraos bien, no te asomes allí, que está altísimo.
- Deberían poner una valla de protección.
- Bueno, aquí viene sólo quien quiere.
- ¿Cómo está de alto?
- Pues sesenta metros, o cien, yo qué sé, todos verticales.
- Si fuera mayor me tiraba.
- Qué cosas tienes, Pibo. No os soltéis de la mano, y tú, Álvaro, si sopla más fuerte el viento, agáchate. Que no te asomes, hombre.
- Bueno, pues hasta aquí hemos llegado. No vayáis más. Aquí pone un letrero: 43º 47’ de latitud, por lo que se ve hemos andado algunos segundos. El tema es que el camino continúa, llegas hasta aquí y dices, bueno, pues ¿por qué no sigo un poco más? Podría ir por esa cresta, y hasta esa roca, que está más al norte...
- Ni se te ocurra.
- No, no, nosotros hasta aquí, hasta el norte oficial. Pero vamos, que quien se empeñe puede ir más al norte. Y luego saltando a ese islote o península, que no sé si conectan, y luego habría que ir, técnicamente hablando, hasta esa roquita que sale allí delante de todas... ¿Pero vale la pena ir tan al norte?
(Una pareja de dos, hombres, oye lo del norte oficial y emprende el camino hacia los peñascos de la Ultima Thule hispana). Pero el camino al norte acaba en un límite de incrementos minimalistas, como el de la escritura de Beckett en Worstward Ho. Y por muy al norte que vayas no te sales del esquema simbólico que te ha llevado hasta allí: vamos, que vivimos inmersos en el simbolismo natural (y sociopolítico, claro). ¿Para qué, si no, ir a Estaca de Vares, o a cualquier otro norte, at all?
- Hale, volviendo.
- ¿Pol qué no da luz el falo?
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