11 de febrero
Un dato curioso sobre la tan esperada respuesta del Rector. Yo le había mandado un escrito diciendo que de no recibir respuesta antes del día 5 de febrero, pondría el asunto en manos del Defensor Universitario. De hecho lo puse antes, el 31 de enero, para evitar que pasase el plazo de dos años a partir del cual el Defensor inadmite los asuntos. Y al entrevistarme con él unos días después, el Defensor me dijo que esperaríamos a ver si el Rector contestaba "espontáneamente", antes de enviarle un escrito. Lectura entre líneas: que le va a dar un telefonazo al Rector por si quiere contestar sin recibir un escrito del Defensor. Pues bien, llegó el "espontáneo" escrito, el 7 de febrero, con sello de salida del 7 de febrero. Pero con fecha de 1 de febrero. Traducción: "este escrito se hizo antes de que Vd. hablase con el Defensor: es un escrito espontáneo, una respuesta del Rector que se pensaba dar en todo momento, sin ninguna conexión con el recurso al Defensor". Claro, que uno puede suponer, como interpretación alternativa, que los asuntos de palacio van despacio y que el papel estuvo atascado en el paso desde el Rectorado al gabinete jurídico y vuelta al despacho del Rector.... pero no: resulta que me llegó el mensaje directamente, con acuse de recibo, desde el despacho de la asesoría jurídica. Vamos, que ni ha pasado por el despacho del Rector. Incluso podría ser, por matizar lo dicho en posts anteriores, que el Rector ni siquiera conozca la existencia o contenido del escrito, y funcione por delegación entregando hojas firmadas a su asesora. En todo caso, se pasa a firmarlas por su despacho. Y le ponen fecha anterior al escrito para curarse en salud, toda precaución es poca. Bueno, igual me invento cosas y es sólo que se pierden los papeles encima de la mesa. Los míos, desde luego, se les han perdido durante años (oops, se le ha pasado el plazo, qué tonto, mira que no llevarnos a juicio directamente, se ve que no nos conoce).
Hoy pongo un post en Por la boca muere el pez sobre las diferencias entre lenguas y naciones, a cuento de los vascos que no quieren ser españoles y de los valencianos que no quieren hablar catalán. Expanded version:
El llamar a las cosas de una manera u otra es una decisión política,
claro; y si el nombre es sólo el habito de la cosa, recuérdese
que el hábito hace al monje (no el hábito de fuera sin más,
sino el hábito de dentro, el hábito de comportarse como un
monje, lo cual incluye el vestirse de monje). Pasa lo mismo que con las
naciones. Si en una "zona" los habitantes NO QUIEREN ser de la
misma nación que los de al lado, al final no lo serán (no
entro en cuestiones de cuántos quieren o no quieren, el problema
vasco en suma). A lo que voy es que es una cuestión no de esencia
sino de decisión. Si muchos hablantes quieren que su lengua sea una
lengua distinta a la del vecino, aunque se entiendan perfectamente, al
final
lo será, empezando por el nombre en los documentos políticos,
siguiendo por convenciones ortográficas y acabando por imponer un
estándar lo más lejano posible de la otra lengua. No está
claro que eso sea lo que pasa con el catalán o el valenciano, igual
es que no están tirando lo bastante fuerte pero quieren parte de
las prebendas que les daría la diferencia, y parte de las ventajas
que les da la identidad... Si es que no se puede tener todo, ni en
política
ni en lengua. Pero quien lo intenta, se sitúa en la pole position.
No es educado, pero es efectivo.
A veces nos parece aceptable una actitud
o explicación en una
persona de una cultura muy alejada de la nuestra, mientras que la misma
explicación o actitud en nuestro propio entorno nos parecería
obscurantista, lamentable, inmadura o políticamente incorrecta. ¿No
estamos así diciendo, en cierto modo, "pobres, déjalos,
que así se apañan, la verdad no está a su alcance,
y si con esa explicación salen adelante, pues bastante tienen, y
si los santeros los manipulan, pues es su cultura y todos felices"? O,
en otro orden de cosas, "pues déjalas que sean las esclavas
del marido si quieren, es una cosa cultural, no hay que meterse en
eso"?
Y claro, es cierto, que a mucha gente les supone más ansiedad el
cambiarse de marco de referencia que el seguir con sus demonios a
cuestas.
Pero el que algunos sean incapaces de salir de explicaciones
fantasiosas
no nos debería llevar a confundir nosotros la fantasía de
alguien con la realidad —con nuestra realidad.
Malas noticias para el pequeño Oscar (4 años): recibe la información de que se va a morir él también. Hoy ha tomado la decisión de indagar en el destino, de preguntar a quienes lo conocen, y se ha hecho con los datos. No se puede decir que le haya sorprendido mucho, quizá ya se lo olía; lo que sí le ha impresionado es la revelación de que su papá también se morirá.
A los cuatro años uno recibe esa información, que está condenado a muerte, y a otra cosa mariposa. Pero queda el conocimiento, y la muerte se ha acercado un paso más. Hay veces en que sí parece oportuna la pasmada reflexión del obispo de Castellón: "la muerte es la peor enemiga del hombre" (y del nene pequeño, claro).
También se ha muerto un marido de Marilyn. ¿Más necrológicas? La de todo el mundo: The dead and still. The still living.
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