27 de enero
Hoy he estado en otra conferencia sobre la evolución humana, con
el título "Los otros", que daba Ignacio Martínez,
de la Universidad de Alcalá, uno de los investigadores del equipo
de Atapuerca. Una conferencia muy interesante que resume el trabajo de
chinos
que han hecho en torno a la reconstrucción de los restos de la Sima
de los Huesos y su datación, así como las posibles implicaciones
para la interpretación de la evolución humana, en concreto
del lenguaje.
El meollo de la cuestión: según Martínez, la reconstrucción de los cráneos y en especial de las cavidades auriculares indica que los "humanoides" de la sima de los huesos ya tenían una estructura auditiva idónea para captar las frecuencias de la voz humana, al contrario de lo que sucede con los chimpancés y otros monos, que precisamente pierden sensibilidad auditiva en las frecuencias clave para la comunicación verbal con una laringe humana.
Le planteé
alguna de las cuestiones que exponía en el post de hace una semana:
en sustancia, que esto no prueba en absoluto que fueran capaces de
hablar
los atapuercenses, sólo que tenían el material adecuado para
ello. Vamos, que primero tiene que evolucionar el órgano antes de
encontrar (siguiendo la línea de la exaptación de Gould) un
uso colateral que luego nos parece el principal. Allí me dio la razón,
diciendo que ellos investigaban lo que era posible investigar dentro
del
ámbito de su disciplina, y que luego otros especialistas (biólogos,
lingüistas, etc.) construirían sus teorías en el marco
de lo que fuese científicamente factible. También observé
que se tendía a plantear la cuestión de la existencia del
lenguaje como un sí o no, blanco y negro, cuando el lenguaje era
un fenómeno evolutivo, y que no había una línea divisoria
clara entre el lenguaje y el no lenguaje.
También le pregunté sobre si el concepto de especie era
más útil en unos contextos (especies fuertemente diferenciadas
tras una extinción masiva, por ejemplo) que en otros (poblaciones
con variaciones ligeras, etc.) y él recalcó mucho los significados
totalmente distintos que tiene el término "especie" en
biología y en paleontología (especies reproductivas en una,
especies morfológicas en otra). Vamos, que para un paleontólogo
un bulldog y un borzoi serían dos especies distintas...
En cuanto a la extinción de los neandertales, nos encontramos
un problema parecido: que los restos fósiles son muy escasos para
permitir una reconstrucción fiable de las causas, múltiples
y mal entendidas aun para especies hoy existentes, que llevan a una
extinción.
Que probablemente no sepamos nunca la causa. La competencia con el Homo
sapiens es una hipótesis plausible, pero imposible de demostrar.
También quedó claro en la conferencia que hay mucha incertidumbre
en torno a cuestiones básicas cuando habló del hombre de Flores:
si se confirma la conexión entre sus restos y la cultura lítica
que al parecer dejó, habría que revisar todas las hipótesis
acerca del tamaño del cerebro y la inteligencia... En fin, que aquí
como en todas partes se trabaja exhaustivamente dentro de un paradigma
que
a veces se ve súbitamente desplazado. El hombrecillo ése ha dejado
a los paleontólogos boquiabiertos. Y a los demás, claro.
Una bonita novela sobre la extinción de los neanderthales ante
la llegada del homo sapiens es The Inheritors, de William
Golding.
Yo no los idealizaría tanto, pero si he de hacer hipótesis
sobre su extinción, creo que de existir contacto habría combates.
Que ganarían los Homo sapiens no tanto por sus armas o habilidades combativas superiores
como por su mejor organización (probablemente en grupos más
grandes, sin más). Y que, al margen de las masacres, habría
arrinconamientos, aislamientos, esclavizamientos... los neanderthales
como
los apaches de la prehistoria. Parece ser que alguno de los últimos
grupos fue a parar a Gibraltar.
El Homo se ha librado de las especies
cercanas
por orden de cercanía. El hombre de Flores pudo ser otro ejemplo
en la prehistoria reciente, o incluso en épocas "históricas"—
aunque no en Flores, precisamente. Los siguientes en la lista son los
grandes
simios, ya arrinconados, y meditabundos como el gran gorila del zoo de
Madrid.
Y a los aborígenes australianos, indios y negros les ha ido en un
tris, a manos del hombre blanco. Por no hablar de Auschwitz. Una
especie
organizada, vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: