El primer error consiste en no aprender de la experiencia. Ya se sabe: trial and error, o pick yourself up, dust yourself off, start all over again. Los que no conocen la historia están condenados a repetirla.
El segundo error consiste en creer que puedes aplicar tu conocimiento del primer error a la nueva situación. Hay que hacerlo (hemos dicho), hay que aprender de la experiencia, y cuando nos encontramos con una situación análoga, tomar las medidas oportunas en previsión de lo que va a pasar. Pero el segundo error viene del hecho de que la analogía entre las dos situaciones es una construcción mental, una abstracción. Las situaciones nunca coinciden: ya decía Genette que toda repetición es un esquema de identidad impuesto sobre situaciones individuales, para declarar que son la misma despreciando sus diferencias. Ese desprecio a veces cuesta caro: a veces las diferencias entre dos situaciones son cruciales, a pesar de los parecidos evidentes, y caemos en el segundo error.
El tercer error sería creer que podemos evitar el primero y el segundo, por el mero hecho de saber que se dan—que podemos escapar de esta situación donde estamos a merced de la contingencia y de lo que sobreviene. Nunca podremos, porque la atención se fija en lo conocido, pero es lo que no conocemos lo que menos percibimos por adelantado, y lo que más desbarata los planes.
El cuarto error sería dejar que todo esto nos llevase a la parálisis, a la inacción, o al pasmo wittgensteiniano-kafkiano.
Termina el programa con una cita de Richard Feynman: "Hay que tener la mente abierta, pero no tanto como para que se te caiga el cerebro".
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