Observaba una amiga mía hoy en Facebook lo saludable que es ver las cosas desde perspectivas desacostumbradas:
La interacción comunicativa y la reperspectivización pueden favorecer la remodelación de la identidad narrativa en el curso del tratamiento psicoterapéutico, según los ejemplos analizados por Eszter Beran y Zsolt Unoka. Tratan el caso de una paciente con amnesia y disociación de personalidad, a resultas de una experiencia traumática. La recreación narrativa de episodios de infancia proporciona un asidero para la memoria y para revivir el episodio traumático, esta vez con distancia que permite representarlo verbalmente. Según Anderson (1), el acceso a un determinado conglomerado de recuerdos va asociado a una determinada perspectiva narrativa. El análisis de Beran y Unoka muestra cómo un cambio en la perspectiva narrativa del paciente contribuye a hacer accesibles a la consciencia determinados recuerdos, antes inaccesibles, relacionados con un episodio de abuso sexual.
Mediante la identificación con su yo infantil, a través del relato de recuerdos, la paciente recobra una parte disociada de su personalidad, que a través de sucesivas sesiones va haciéndose accesible para la reelaboración narrativa. El resultado será la construcción de una identidad más comprensiva, que englobe las dos identidades inconexas a través de su representación narrativa—para empezar, por el hecho mismo de englobarlas en la misma historia:
Es decir, el autoconcepto se asocia a una estructura narrativa, y los
episodios traumáticos no se incorporan a esta identidad narrativa,
constituyendo fragmentos narrativos aislados o mal integrados. El hecho
mismo de trabajar simbólicamente en la creación de una narración
unificada tiene efectos psicológicos beneficiosos, al efectuarse una
transferencia metonímica por la cual la personalidad del paciente y la
historia de su vida queda más integrada, por vía del trabajo efectuado
en su autorrepresentación discursiva y narrativa, en el relato que es
la única forma en que el conjunto de su vida es accesible como tal.
Es de notar que el posible beneficio de esta psicoterapia narrativa no
presupone en absoluto el suscribirse a la teoría de la mente de Freud
ni a las más cuestionables de sus presuposiciones.
Representar,
y re-representar, cambiar la perspectiva, remodela nuestra
conceptualización del objeto representado, incluso si ese objeto es el
propio sujeto. El mero hecho de ver los fragmentos disociados de la
propia identidad representados o interpretados por otra persona, o
incluso por uno mismo, simplemente el darles la unidad discursiva
mínima que requiere el hablar de ellos, supone ya una remodelación
psíquica de los mismos. Para Emerson, somos seres simbólicos y en
flujo,
Nuestra identidad misma es simbólica, en sus anclajes, su coherencia y
su unidad—y en un ser constituido simbólicamente, trabajar sobre la
representación es trabajar sobre la sustancia misma del ser.
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(1) R. C. Anderson y J. W. Pichert. "Recall of Previously Unrecallable Information Following a Shift in Perspective." Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior 17 (1978): 1-12.
(2)
Eszter Beran y Zsolt Unoka, "6. Construction of Self-Narrative in
Psychotherapeutic Setting: An Analysis of the Mutual Determination of
Narrative Perspective Taken by Patient and Therapist." En Narrative Interaction. Ed. Uta M. Quasthoff y Tabea Becker. Amsterdam and Philadelphia: John Benjamins, 2005. 151-67. (163).
(3) Ralph Waldo Emerson, "The Poet." 1843. En Critical Theory since Plato. Ed. Hazard Adams. San Diego: Harcourt Brace Jovanovich, 1971. 545-554.*
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