Muy buena película, Contagion, de Steven Soderbergh—que decididamente está entre los directores que más me gustan. Con guión de Scott Z. Burns. Arrow in the Head pensaba darle una tunda... pero no, tiene que reconocer que la película funciona, aunque no es "cine de terror". (TRAILER AQUí). Pertenece al género "catástrofe - multiprotagonista", aquí potenciado por varias circunstancias. La catástrofe es mundial y creíble, una epidemia de una gripe mortífera, como la Peste Negra, o como la Peste Escarlata de Jack London. Y la catástrofe se difunde por las relaciones entre los personajes, cosa que no sucede con terremotos o incendios de rascacielos, o trasatlánticos vueltos del revés. De este modo la temática de la película y su estructura narrativa alcanzan una cohesión especial, y se retroalimentan mutuamente. Aunque supongo que toda retroalimentación es mutua, ésta es bastante mutua, o bastante bien llevada en el ritmo de su aceleración. El lema de la película es "nothing spreads like fear"—O sea, una película sobre información, y sus redes de difusión.
La película evita el catastrofismo "barato" cuando se halla una cura para la pandemia, después de una rápida extensión en unas pocas semanas—se nos muestra el desarrollo cada pocos días, en una variedad de circunstancias: los investigadores que tratan de desarrollar vacunas, las víctimas que mueren y las que sobreviven, las organizaciones médicas buscando el foco y controlando daños, etc. También, cómo no, la colisión entre el yo profesional y el yo personal de los médicos, como el interpretado por Lawrence Fishburne—acusado de pasar información privilegiada a su familia. Las circunstancias de una pandemia grave y del caos al que lleva están muy bien presentadas desde una serie de puntos de vista magistralmente integrados y relacionados. El ritmo es trepidante para lo que podría ser esta historia (aunque algún espectador se quejaba, o comentaba, que parecía un documental)—y la música ayuda mucho, realmente eficaz, resulta en una película impresionante y contundente, excepto el final quizá, un poco flojillo (nos remite al principio de la epidemia, dándole un toque circular al asunto).
Como en otras películas de plagas y catástrofes, tras el
apoteosis de la tormenta viene la calma. Ya me avisaban que iba a ser
un tanto parecida a A Ciegas, de Fernando Meirelles, sobre la novela de Saramago—ésa sobre una plaga de ceguera contagiosa, y así es. Pero
ésta es más realista, más "documental" y menos alegórica sobre la
naturaleza humana, sin que por ello deje de verse claramente en cada
personaje. Es también más esperanzadora que otra memorable película de
catástrofe universal vista hace poco, La carretera.
Pero muestra cómo la reacción colectiva a una catástrofe hay de
todo—colaboración, organización, y también caos, y aprovechados, y lucha por la vida.
Tras la rápida difusión por las redes sociales globalizadas, sigue el
colapso de la sociedad, el homo homini lupus—"No hables con nadie, no toques a nadie, apártate de los demás"— y
una visión pasajera del derrumbamiento de la civilización. Aquí no
llega a haber un colapso de todas las instituciones, como en La Carretera, o en Soy Leyenda, o, pongamos, en Earth Abides,
memorable novela de George R. Stewart sobre otra plaga universal. Es
que hay tantas sobre este tema... Desde The Last Man de Mary Shelley, y aun antes, en la tradición de los relatos sobre pestes. Bien, aquí las autoridades siguen
firmes y controlan el desorden, y distribuyen la vacuna, y acaban con
la plaga. Realmente esperanzador. Esperemos.
Siendo interesante la narración del control, también lo es la del
desorden y caos. Cómo se filtran rumores unos ciertos y otros falsos
por Internet y las redes sociales—es el contagio número dos
de la película, y podríamos decir su especialidad, lo que añade ésta a
otras películas sobre plagas. Es una película hipermediática—como suele
ser el caso ahora con las de acción; hay grabaciones por todo,
seguimiento del pasado en vídeos, modelos en ordenador del virus, mapas
electrónicos en tiempo real de la extensión de la plaga, boletines,
comunicados... y también hay blogs, y Facebook, y twitter, y redes
sociales tanto online como offline.
Uno de los hilos argumentales tiene
que ver con el filtrado de información confidencial a través de las
redes sociales, y del caos a que da lugar, con alarma pública,
vandalismo, pánico generalizado. Otra tiene que ver con un bloguero
supuestamente "auténtico" que denuncia las manipulaciones de las
autoridades y la prensa, aunque en realidad busca lucrarse promoviendo
un remedio que no es sino un placebo. Aquí salen mal parados los
blogueros, y vemos la cara de este trendsetter julay
en carteles como los que salieron de Julian Assange y su Wikileaks (o
como los de Obama, presidente de Facebook), con el lema "Prophet / Profit". Mala
imagen les sacan aquí a los gurús de la red. Una película muy
informática, en suma, que combina de manera excelente los temas de la
información viral y de los virus en sí. Son cosas que pasan, y más que
pasarán, si los profetas no se equivocan.
La multiplicación exponencial que lleva al caos es un motivo especialmente
característico de estos tiempos apocalípticos que llevamos viviendo,
sumidos ya en pleno milenio de la incertidumbre, y atrapados en una red de dependencias e interconexiones globales.
Viendo Titanic el
otro día, también se veía allí una buena dosis de hasta qué punto
Occidente (el mundo hoy, vamos) es un barco autocontenido dirigido
hacia ni se sabe qué oscuros icebergs. Ofrece Contagio, como Titanic,
una perspectiva desengañada sobre la ignorancia en que seguimos, la
generalidad del personal, hasta segundos antes de que nos llegue la
catástrofe—cuando ya se ha desatado ésta y sigue su curso inevitable, cuando ya están los virus circulando de
boca en boca, y las bodegas inundándose, la botella a punto de reventar de bacterias— y nosotros bailando con la
orquesta, mientras aún suena la música.
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