domingo, 10 de julio de 2011

Quedarse inmóvil unos segundos

Entre la colecta de libros para el verano, me compré Intervenciones, de Michel Houellebecq, y me ha gustado su ensayo "Aproximaciones al desasosiego", no sólo el título. Houellebecq mira de manera ácida y desapegada la civilización postcapitalista e hipermediática en la que vive, y en el ensayo expresa el desarraigo que se siente en la época de aceleración consumista y proliferación de modas e imágenes. 

Es también una defensa de la literatura, arte conceptual por excelencia: sus mundos virtuales dice que nada tiene que temer de la realidad virtual de los ordenadores, pues ya de por sí sustituye a la misma realidad y proporciona una inmersión en un mundo aislado y propio—y sin embargo la gente no saca tiempo para leer, como no saca para otras cosas, y es guiada por las imágenes del consumo descerebrado y acelerado. 

Pretende Houellebecq escribir novelas totales, donde quepa de todo, ciencia y reflexión también, y que la forma cuide de sí misma—lo que él quiere sugerir es más bien un cierto impulso o movimiento, y eso hace que sus textos se lean bien la primera vez pero quizá no se dejen releer mucho, es también arbitrario y simplista a veces, con toda su complejidad. Este es el final del ensayo y loa a la literatura en la era de la información:

La literatura puede con todo, se adapta a todo, escarba en la basura, lame las heridas de la infelicidad. Por eso fue posible que una poesía paradójica, de la angustia y de la opresión, naciera en medio de los hipermercados y de los edificios de oficinas.  No es una poesía alegre; no puede serlo. La poesía moderna ya no aspira a construir una hipotética "casa del Ser", del mismo modo que la arquitectura moderna no aspira a construir lugares habitables; sería una tarea muy diferente de la que consiste en multiplicar las infraestructuras de  circulación y de tratamiento de la información. La información, producto residual de la no permanencia, se opone al significado como el plasma al cristal; una sociedad que alcanza un grado de sobrecalentamiento no siempre implosiona, pero se muestra incapaz de generar un significado, ya que toda su energía está monopolizada por la descripción informativa de sus variaciones aleatorias. Sin embargo, cada individuo es capaz de producir en sí mismo una especie de revolución fría, situándose por un instante fuera del flujo informativo-publicitario. 
 


(Me pregunto, por cierto, si hacer un blog misceláneo y sin comentarios como éste no será una mezcla extraña o imposible no sólo de ficción y reflexión, sino también de inmersión en el consumismo informativo y de ... revolución fría, o aislamiento de ese flujo. Termina así Houellebecq:)

Es muy fácil de hacer; de hecho, nunca ha sido tan fácil como ahora situarse en una posición estética con relación al mundo: basta con dar un paso a un lado. Y, en última instancia, incluso este paso es inútil. Basta con hacer una pausa; apagar la radio, desenchufar el televisor; no comprar nada, no desear comprar. Basta con dejar de participar, dejar de saber; suspender literalmente cualquier actividad mental. Basta, literalmente, con quedarse inmóvil unos segundos.


 
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