La noticia de ayer de El Periódico sobre la resolución del contencioso docente en Filología Inglesa aparece hoy recogida de nuevo en la sección de "las noticias más valoradas" del periódico de ayer. Enlace que también nos pasa el resumen de prensa de la Universidad (excelente servicio, éste). También aparece como la noticia de ayer más leída en el dossier de prensa de la Universidad. O sea que algún eco ha tenido la cosa. También me han escrito unos pocos colegas que habían pasado por asuntos parecidos, para felicitarnos por la resolución favorable del asunto.
Otra noticia recogida en El Periódico y el dossier es la respuesta que al parecer ha dado la Dirección del departamento (o sea, Ignacio Guillén) al periódico en relación a la noticia publicada ayer. Merece un pequeño comentario—en puridad merecería una notita enviada al periódico, pero tampoco están las naciones pendientes del tema. Y es difícil enfocar el asunto de modo breve para quien no esté dentro de la Universidad. Dice la nota de hoy que Filología defiende su forma de adjudicar la docencia , aunque acata la sentencia del Juez, y el meollo de la argumentación del Director del departamento de Filología Inglesa y Alemana para "defender su método" es como sigue:
"Seguramente sea más práctico recurrir a la jerarquía académica o a la antigüedad en el cuerpo, pero nosotros creemos que, por ejemplo, impartir una asignatura que tiene que ver con la Commonwealth sea impartida por alguien con experiencia en la lengua inglesa", advirtió Ignacio Guillén, director del departamento y sobre quien recaen las principales acusaciones vertidas por los dos profesores que llevaron la adjudicación a los tribunales.
Este razonamiento cambia de modo grotesco las proporciones del asunto, pues ignora que la adjudicación se hace siempre entre profesores de la misma área de conocimiento. Vamos, que parece sugerir como si yo no supiera inglés, cuando soy Profesor Titular de esta materia, me doctoré en ella en los años ochenta, tengo un máster en ella en una universidad americana, y cinco quinquenios de experiencia docente reconocida y tres sexenios de investigación.
El ejemplo sugiere que mi único mérito es la jerarquía o antigüedad en la función pública. Pues no, señores. En la función pública y en el área de conocimiento a la que pertenece la materia. Y con abundantes méritos en ella, bastantes más que los demás candidatos reunidos. Lo que pasa es que ante la imposibilidad demostrada de que el departamento valore estos méritos de manera objetiva, pues por votación decidieron que yo tenía cero publicaciones y cero años de experiencia docente, y ante nuestras reclamaciones al respecto, el Juez optó por anular todo el proceso y atenerse a los criterios más objetivables. O sea que el criterio experto del Departamento, al que parece aludir el Director, se ha aplicado de manera tan torcida que ha habido que prescindir de él. Pero no llegará la sangre al río, ni vendrán a hablarnos de la Commonwealth los viejos catedráticos de teología, porque créanme que todo profesor de Filología Inglesa es experto en Filología Inglesa, acreditadamente.
Otra cosa es que quizá a estos profesores a los que les hemos pasado por delante, por currículum, o sea por jerarquía y antigüedad, hubiesen trabajado más en los detalles del temario que ellos habían programado. Pero es que ese temario y programa lo habían hecho ellos, y no nosotros, porque los pusieron allí a dedo mientras que a nosotros se nos excluía de entrada, en plan "no tienen ustedes derecho". Así que hay una cierta petición de principio en toda esta cuestión de quién es experto en lo suyo y quién es más idóneo para qué. Sobre estas cosas guarda el Director un tupido silencio.
También defiende su postura el Director acudiendo a las cifras y al voto popular (pues todos sabemos que las mayorías democráticas nunca se equivocan): el Consejo de departamento, arguye, "votó con una balance de 25 a favor de lo que defendíamos nosotros por sólo dos votos en contra". Pues vaya, mire, resulta que los veinticinco se equivocaron, y los veinticinco decidieron desoír la sentencia anterior del juez. Son cosas que también pasan, que veinticinco vayan agarrados de la mano hacia no se sabe dónde.
Y, por cierto, sí hemos señalado al Dr. Guillén como máximo responsable a nivel administrativo de esta cuestión, porque lo es— él o la Universidad que no enmendó su actuación. Eso no es una opinión nuestra, es la responsabilidad atribuida por el Auto judicial, que no ha sido recurrido. Pero la inspiración de esta política no proviene del Dr. Guillén, eso también lo hemos dicho. Él, que no es catedrático, se ha limitado, como los otros veinticinco y otros tantos más que dejaron hacer, a seguir los deseos de los catedráticos en lugar de atenerse a la normativa o a las órdenes del Juez. Pero la inspiración originaria de todas estas actuaciones erróneas proviene, y eso es de dominio público, de la Dra. Susana Onega, que es la que siempre ha defendido la primacía docente e investigadora de los profesores que pertenecen a los grupos de investigación, por encima de los derechos de los demás profesores. El mérito de pertenecer al grupo de investigación de los catedráticos había de eclipsar y anular todos los demás. Esto es también no una opinión sino un hecho que ella misma supongo que no tendrá ningún problema en reconocer, pues ha sido siempre su postura explícita y decidida y transmitida a todos los demás profesores. Que sepamos, la sigue sosteniendo a pesar de la sentencia del juez. Y lo mismo los Dres. Francisco Collado y Celestino Deleyto, que han defendido lo mismo también por activa y por pasiva, cosa que yo no me invento, en absoluto. En múltiples actas consta. En la última acta que hemos recibido vuelve a defender el Dr. Collado la "idoneidad" (entiéndase: definida por los catedráticos) como criterio para asignar la docencia, frente a la jerarquía y a la antigüedad que ordena utilizar el juez.
Lo que no consta en acta, pero también es muy cierto, es que si estos catedráticos cambiasen de criterio, todos los demás irían de la mano detrás, el Director el primero. Y por esa dejación de criterio pasa lo que pasa, y acaban las cosas como acaban.
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