Podría ser el título de algún grabado de los Caprichos de Goya. Y tiene ironía la cosa. Ahora resulta que algunas de las mejores pinturas de Goya, de las más geniales y originales, son como son porque resultaron gravemente dañadas en su traslado y "restauración".
Graves daños que, como se ve, las mejoraron y las hicieron menos convencionales de lo que eran en un principio. Así, el famoso perro enterrado que pintó Goya era menos abstracto y minimalista que el que ahora se exhibe en el Museo del Prado. Y la Pelea a Garrotazos no presentaba a los dos personajes enterrados en el suelo hasta las rodillas.
Era una pelea más vulgar y menos expresionista. Parece que los desperfectos les sentaron bien a las pinturas, y el pincel de Goya se volvió más suelto y atrevido, retroactivamente.
Aquí hay una noticia de El Heraldo de Aragón que da más detalles, y que sin embargo no capta la deliciosa ironía de la situación. Sic transit Goya...
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