Empiezo una reseña del libro New Trends in Translation and Cultural Identity, ed. Micaela Muñoz-Calvo, Carmen Buesa-Gómez, y M. Ángeles Ruiz-Moneva (Cambridge Scholars Publishing, 2008). (I. Cultural Identity, Ideology, and Translation; II. Popular culture, literature and translation; III. Translating the Media: Translating the Culture; IV. Scientific Discourse as Cultural Translation).
En la introducción general, Micaela Muñoz comienza observando que un idioma, "cualquier idioma, es un mapa, una cartografía, una representación de la realidad y un instrumento evolutivo que ha hecho posible la identidad cultural de los pueblos con lo mejor de sus expresiones artísticas y sociales" (1). Y en la era de Internet y la globalización, el intercambio de información y conocimientos a través de la traducción afecta directamente a la esencia misma de la identidad cultural. El libro se publicó en 2008, año europeo del diálogo intercultural, y la editora resalta la relevancia del estudio de estas cuestiones de transmisión intercultural, asociadas a la traducción, que forman el núcleo del presente libro. Consta de una selección de los numerosos trabajos de especialistas en traducción de numerosos países, presentados en el XIII Seminario Susanne Hübner (Universidad de Zaragoza, nov. 2005) titulado Translation and Cultural Identity, sometidos a peer reviewing. (Hay en preparación otro volumen con las keynote lectures presentadas en el seminario). Sigue una breve reseña de los treinta artículos/capítulos que comprenden el libro. Comenzaremos aquí por la primera parte, "Identidad cultural, ideología y traducción", que comprende doce trabajos sobre aspectos muy diversos de la actividad traductora, así como la teoría de la traducción, en relación a cuestiones ideológicas y asociadas a tradiciones e identidades culturales, comprendiendo un amplio panorama que incluye cuestiones relativas a la literatura y la estilística, el colonialismo y post-colonialismo, las tradiciones filosóficas, los clásicos teatrales, los protocolos traductológicos de la Unión Europea, etc.—estudios que dan una idea de la diversidad de cuestiones de interés cultural e ideológico abordables desde una perspectiva traductológica.
Michaela Wolf (Universidad de Graz) abre el volumen con un artículo sobre la interferencia del llamado "tercer espacio", y la construcción de la identidad cultural a través de la traducción ("Interference from the Third Space? The Construction of Cultural Identity Through Translation," 11-20). El concepto de "tercer espacio" proviene del crítico cultural Homi Bhabha, y Wolf aplica aquí a la traducción sus teorías sobre la cultura hegemónica, con especial atención al proceso de formación de una identidad cultural. Cualquier proceso de constitución de identidad, señala Wolf, está sujeto a negociación, y esto nos conduce a una perspectiva sobre la traducción que la entienda como un interpretación recíproca de la propia identidad y de la alteridad. La negociación supone una continua producción de nuevo sentido. Para Bhaba, las identidades preestablecidas o tradicionales son continuamente superadas, trascendidas, por el proceso cultural: éste no consiste en la fijación de identidades y tradiciones sino en la confluencia de códigos plurales y prácticas discursivas diversas, en la formación de redes de símbolos y significados en un proceso continuo. El "tercer espacio" se refiere al proceso de hibridación cultural que dinamiza constantemente la experiencia cultural. Este tercer espacio lleva a la reintepretación o reinscripción de los pasados y tradiciones—y aquí tocamos el tema de la traducción. Bhaba está menos interesado en las tradiciones originarias que entran en contacto, que en los fenómenos nuevos resultantes de la articulación de diferencias culturales, los "espacios intermedios" donde surgen nuevas señas de identidad y nuevas estrategias de acción para los sujetos. Para Wolf, esto conlleva a un cambio de perspectiva, pues la diferencia cultural no puede ya concebirse como algo dado, y origen de conflictos, sino como algo construido, un efecto de prácticas discriminatorias específicas. (Aquí Wolf alude en especial al contexto de la multiculturalidad y la inmigración en Occidente). En lo referente a la traducción, este Tercer Espacio productivo es el lugar donde se prepara una traducción para su recepción. Se enfatizan aquí los caracteres de mediación, de provisionalidad, y de la fluidez que caracteriza a los agentes y procesos. Es una perspectiva que modifica un tanto la perspectiva estructuralista sobre los polisistemas, aportando una mayor contextualización tanto local como histórica. Los nuevos contextos de hibridación social tras la caída del Muro llevan a un énfasis distinto, que requiere repensar la traducción como una actuación cultural en contextos en los que tradición e identidad y ano son fuerzas homogeneizadoras, donde los sujetos actúan en redes de sentidos complejas y contextos específicos que requieren una mediación e interacción cultural constante: "En un contexto tal, la traducción se concibe como la interpenetración recíproca del Yo y el Otro en la que la negociación se convierte en una necesidad" (18). Como Salman Rushdie, el sujeto moderno es un sujeto "traducido", trasladado.
Isabel Alonso-Breto (Universidad de Barcelona) escribe sobre el fenómeno de traducción "interna" del inglés al inglés, como reinscripción simbólica que supone una reapropiación del idioma en un contexto postcolonial ("Translating English into English as a case of Symbolic Translation: Language and Politics through the Body in Marlene Nourbese Philip's She Tries Her Tongue, Her Silence Softly Breaks" 21-34). En la escritura del sujeto postcolonial, el lenguaje se usa de modo autoconsciente para redefinir y cuestionar la propia identidad cultural y actitud política, y para reformularse a sí mismo rechazando las palabras que nombran al sujeto desde afuera. El inglés, lengua patriarcal-autoritaria o "father language" en este contexto, se reapropia como una lengua materna, y se enfatiza el estrecho nexo entre lengua, sujeto y cultura. El texto poético de Philip ganó el premio Casa de las Américas en 1988, y exhibe un proceso consciente de remodelación del inglés recibido para hacerlo capaz de expresar al subjetividad "africana" caribeña, yendo más allá del inglés criollo y del estándar ("if only in symbolic terms", dice Alonso Breto, 25). Quizá se trasluzca aquí una minusvaloración tendenciosa de la figura del padre (para Philip y Alonso, "un emisario del sistema educativo colonial en su hogar mismo", 25)—y de la riqueza de la tradición y de la lengua inglesa; el plan de trabajo es "dejar en evidencia al inglés, mostrar sus fallos y sus falacias" (25). Reconozco que me puede el escepticismo ante la utopía wishful-thinking cuando se habla de "limpiar el idioma de este ruido histórico" o de crear "una lengua madre inglesa no mancillada" (26). La perspectiva de Alonso-Breto, sin embargo, no establece una distancia crítica con el proyecto de Philip ni en su planteamiento ni a la hora de valorar su éxito, aunque queda en cuestión en qué consiste este hacer del inglés "algo diferente que parece lo mismo" a menos que estemos hablando de lineas divisorias, y de afiliaciones, imaginarias en gran medida.
Nancy L. Hagedorn (de la State University of New York, Fredonia), presenta un interesante artículo descriptivo de los procesos de traducción y negociación en los parlamentos y tratados de los ingleses e iroqueses en la época colonial ("'With the Air and Gesture of an Orator': Council Oratory, Translation, and Cultural Mediation during Anglo-Iroquois Treaty Conferences, 1690-1774," 35-45). El papel de los intérpretes no se limitaba a traducir palabras: realizaron un eficaz trabajo de mediación cultural que requería conocer las costumbres y protocolos comunicativos de los dos pueblos. También tenían un papel importante regulando el intercambio de objetos materiales, de ideas y de valores entre europeos y nativos. El ritual de paz llamado la Condolencia, para mediar entre los conflictos tribales, se reutilizó como instrumento diplomático para tratar con los colonizadores europeos. La mediación requería gran tacto y habilidad de los intérpretes para atender a las resonancias que evocaban las metáforas tan esenciales en el estilo oratorio de los indígenas, así como un reconocimiento por parte de los europeos de la necesidad de atender cortésmente a los complejos, indirectos y oscuros protocolos del ritual parlamentario y de la oratoria amerindia (por ejemplo, el importante papel ritual de los regalos ornamentales conocidos como wampum a la hora de regular turnos de palabra y posturas negociadoras). A veces se requerían dobles intérpretes: el intérprete instruía a un indio para que actuase en su lugar para transmitir el mensaje con las inflexiones adecuadas. En suma, "La imagen de los intérpretes como traductores, aunque es importante, representa sólo una faceta de la variedad de roles complejos que asumían como intermediarios de los ingleses y de sus aliados indios en el noreste colonial" (45).
Beatriz Penas Ibáñez escribe sobre Hemingway y The Sun Also Rises, tratando algunos problemas inherentes a "la función identitaria del lenguaje y el texto narrativo ficcional: problematizando la tranferencia de identidades en la traducción per se" ("The Identitarian Function of Language and the Narrative Fictional Text: Problematizing Identity Transferral in Translation per se", 47-65). Comienza señalando algunas limitaciones que encontró la teoría traductológica mientras se vio supeditada a teorías formalistas del lenguaje. Más adecuada es la teoría integracional que concibe al lenguaje como siempre existente en uso, en contexto y en cultura. En este sentido la noción de "equivalencia" tiene un límite, pues como dice Theo Hermans (2004), "cuando una traducción es equivalente al texto original, deja de ser una traducción". Aquí atiende Penas a diversos condicionantes sociololingüísticos de la traducción. Una noción de traducción que esté atenta al valor sociosimbólico definido por Fishman (1971) habrá de incluir bajo éste, asimismo, la identidad personal en tanto que significado interpersonal—y las identidades a que hay que atender son las del texto, autor, sujetos textuales, y lectores (efectivos e implícitos). Por otra parte, aplicando a la traducción el concepto de comportamiento acomodativo en sociología, podemos decir que una traducción es más o menos acomodaticia—o lisible, como diría Barthes. Una "mala" traducción de una obra literaria puede sin embargo estar realizando esa labor de acomodación cultural, y de hecho se convierte en una especie de "pseudo-original" para la cultura de destino. Es crucial en literatura la función identitaria del lenguaje—pues el lenguaje mismo que usamos, según Fishman, es significado, caracteriza al hablante. Una obra de ficción utiliza este valor identitario del lenguaje de modo creativo y matizado: tanto en lo referente al autor como al narrador o personajes. Y una traducción adecuada debe estar atenta a este juego de voces. En este sentido, las traducciones españolas de Hemingway sufrieron según Penas de un excesivo sometimiento a la cultura del traductor, tal como se evidencia en un análisis de diversas decisiones traductológicas analizadas en el artículo. Todo ello lo relaciona Penas además con el manejo y asimilación de la identidad de Hemingway como autor, podríamos decir como autor-icono, a la vez aceptable e inaceptable para el régimen franquista de la época.
Elif Daldeniz (Univerisdad de Okan U, Turquía), escribe un artículo crítico sobre algunos aspectos de la actividad y presupuestos de los traductores en la Unión Europea. El título ("Expectations for Translators and Translation in Present-Day EU" 67-77) es tal vez demasiado amplio. El objeto específico es el programa para potenciar la claridad en la expresión de las traducciones, "Fight the Fog", y la teoría traductológica que subyace a él. Se originó entre los propios traductores de la EU, como crítica y respuesta a los factores que dificultan la claridad en la expresión: 1) la redacción por parte de hablantes no nativos, 2) el desarrollo del inglés como lengua principal, junto con la tolerancia al inglés defectuoso, 3) el temor a la brevedad, 4) la "eurojerga" especializada, 5) la necesidad de creación de consenso (que a veces potencia la vaguedad en la expresión). Oberva Daldeniz que a pesar de que los promotores de la campaña aluden a la "tradicional invisibilidad" del traductor, parecen asumirla en lugar de cuestionarla. La campaña presenta una concepción simplista de la traducción, subordinando el papel del traductor a la transmisión clara de un mensaje original que debería ser claro a su vez. La autora se queja de que tanta reflexión postestructuralista sobre la traducción haya dejado poca huella en una reflexión que aún busca el sentido del texto, la intención del autor, la transmisión sin pérdidas, etc. Siguiendo a Koskinen (en Meta 1994) propone utilizar la noción derrideana de transformación para conceptualizar una labor más compleja para el traductor—y cuestionar la noción de traducción correcta como idealista. Los conceptos tradicionales de autoría, significado y traducción parecen seguir siendo dominantes entre los profesionales de la EU, y se pregunta Daldeniz si queda así adecuadamente servido el principio de "diversidad" presente en el principio constituyente de la EU, "unidad en la diversidad".
En "Translation from Cultural Borders" atiende Assumpta Camps a la especificidad cultural de las novelas de Sandra Cisneros y de sus traducciones, en especial las de Liliana Valenzuela. El marco teórico se sitúa en los parámetros de la teoría de Gloria Anzaldúa relativa al mestizaje cultural chicano, que propone “un nuevo enfoque de la alteridad textual”, invitándonos a “situar al lector en ese espacio incierto que no está ni dentro ni fuera, sino ‘a mitad de camino’, un espacio derivado de un mundo de culturas e identidades inestables” (81). Hay una consciencia de la extrañeza lingüística, el juego bilingüe, y la experimentación interlingüistica en Cisneros, pero paradójicamente, observa Camps, eso no la lleva a desarrollar un interés por las teorías de la traducción contemporáneas atentas a estos fenómenos; afirma la “intraducibilidad” de su obra, y aunque sus traductoras Poniatowska y Valenzuela sí conciben la traducción como una reescritura, en Cisneros “no hay auténtica consciencia de la necesidad de una práctica traductológica no esencialista abierta a los sentidos vagos e inestables que, en contraste, no deja de proponer su obra” (84). Camps ve una oportunidad no aprovechada para una mayor reflexión sobre la representación de la feminidad, para una mayor atención a la imbricación textualidad/identidad, y para una reformulación más radical de la dicotomía entre “original” y “traducción”. Como muchos otros autores, Cisneros mantiene una teoría tradicional con respecto al original y su autoridad, la inmutabilidad de su sentido, etc.—y relega en consecuencia a las traducciones a su papel subordinado habitual. Camps ve una mayor consciencia de la creatividad y labor crítica de la traducción en tanto que reescritura en la traductora Liliana Valenzuela (tanto en su aspecto teórico como en la práctica traductora). Y Camps dedica especial atención a su traducción de Caramelo, “una traducción híbrida, ni mexicana ni norteamericana, de un texto original híbrido, ni norteamericano ni mexicano, de una realidad híbrida, ni norteamericana ni mexicana, sino justo lo contrario—‘el reverso del bordado’” —aunque hay que decir que la expresión del “reverso del bordado” la aplica Valenzuela a su epílogo que analiza las opciones traductológicas, no tanto a la traducción en sí, que presumiblemente también aspira a ser un bordado más “acabado”, otro quizá, pero en el que el reverso tampoco es inmediatamente visible. Quizá la mayor objeción que se pueda hacer a planteamientos en la línea de Anzaldúa como él presente es la presuposición paradójica de que parten, al efecto de que la realidad híbrida chicana no es ‘propiamente norteamericana’, como si lo norteamericano, aun entendiéndolo en el sentido de estadounidense, no fuese desde siempre múltiple e híbrido. Sería un error seguir conceptualizándolo con los términos de los Padres Peregrinos—aunque desde luego se puede entender este enfoque como una manera de enfatizar tradiciones no dominantes en los círculos comerciales, culturales o educativos. (En este artículo habría que corregir, por otra parte, una numeración defectuosa de las notas al pie de página).
Javier Franco Aixelá (Univ. de Alicante) escribe sobre "Ideología y traducción: el extraño caso de una traducción más lanzada que el original: Casas Gancedo y Hammett en El halcón del rey de España (1933)" ("Ideology and Translation: The Strange Case of a Translation Which Was Hotter than the Original: Casas Gancedo and Hammett in The Falcon of the King of Spain (1933)", 95-104). Presenta el autor como novedoso un caso y un análisis que en absoluto lo es tanto: una traducción que, en lugar de censurar o atenuar el original, lo "intensifica" en cuestiones ideológicamente problemáticas como el sexo. La primera traducción de El Halcón Maltés de Dashiell Hammett al español, por Casas Gancedo, buscaba un público popular y sensacionalista, y según el autor es un ejemplo de lo dicho. Sigue una comparación del tratamiento de situaciones sexuales y palabras malsonantes. La tesis del autor sostiene que es el polo receptor el que más condiciona el tratamiento a dar a la traducción, y que ésta "es siempre una negociación entre las propuestas del texto original y las necesidades del nuevo contexto comunicativo tal como son interpretatas por todos los involucrados en la traducción". Si bien esto difícilmente es contestable en su generalidad, el ejemplo elegido para ilustrar la intensificación de sexo y lenguaje malsonante no parece ser ni el más adecuado ni especialmente revelador, a la vista de los ejemplos analizados.
La contribución de Elpida Loupaki (Universidad Aristóteles de Tesalónica, Thessaloniki) versa sobre "modulaciones de implicación en la traducción, con referencia al caso de las actas del Parlamento Europeo ("Shifts of Involvement in Translation: The Case of European Parliament Proceedings", 105-16). Las estrategias de implicación usadas en el lenguaje oral difieren como es sabido de la mayor distancia adoptada en el lenguaje escrito, máxime en textos oficiales. Hay muchas variaciones entre las convenciones pragmáticas de los distintos idiomas, y de los distintos grupos políticos: así pues los grupos minoritarios tienden a usar más fuertes estrategias de implicación del oyente. También cuenta el estilo particular del parlamentario. Pero para entender las transformaciones que experimentan las intervenciones orales de los parlamentarios europeos en sus traduccciones en las actas hay que tener en cuenta no sólo, o no tanto, las convenciones comunicativas del idioma, sino más bien las circunstancias y destino de la traducción: las actas no van destinadas a su lectura sino a su archivo, y en el paso de la oralidad a la escritura experimentan las intervenciones una uniformización de estrategias pragmáticas y una atenuación de la implicación. Y es que la "cultura de destino" de una traducción al griego no es tanto "el lector griego" como la propia infraestructura traductológica de la Unión Europea. El cambio de medio, la finalidad propia de la traducción, la distancia temporal, etc., hacen que no se intente buscar un "equivalente" directo del original en el idioma de destino, sino que se adapte el original a su nueva función. Así pues, "los cambios identificados en el corpus están altamente regulados por factores que rigen la actividad traductológica—de modo que estos desplazamientos podrían interpretarse como un sometimiento a ciertas normas traductológicas en vigor en este entorno concreto" (114). Lo cual viene a matizar la naturaleza de la "equivalencia" y a resaltar la importancia del contexto pragmático—que puede diferir notablemente entre el original y la traducción. La traducción puede así ir acompañada de estrategias de normalización para cumplir los fines propios de la nueva producción discursiva.
Elena Bandín, de la Universidad de León, escribe sobre la recepción y traducción del teatro de Shakespeare en la España de Franco en "Translating at the Service of the Francoist Ideology: Shakespearean Theatre for the Spanish National Theatre (1941-1952): A Study of Paratexts" (117-28). Los "paratextos" en cuestión son los informes de censura, reseñas teatrales, programas, artículos, entrevistas, etc. que rodean la representación de obras shakespearianas en la primera etapa del franquismo hasta 1952. Se comenta la orientación imprimida por figuras influyentes como Felipe Lluch o Cayetano Luca de Tena, y por autores de las versiones, de los cuales el principal es Nicolás González Ruiz. Las obras de Shakespeare se ven como adecuadas para la nueva ideología que se pretende difundir mediante el teatro, aunque a pesar de todo se recortan o modifican según el gusto y los intereses ideológicos de la época: los críticos teatrales fueron conscientes de estas reescrituras y modularon en general favorablemente la aceptación del público. La apropiación de Shakespeare, como la de otros autores clásicos, es común al franquismo y a otros regímenes autoritarios: "El discurso ideológico del régimen promovía la representación de autores clásicos porque ayudaban a reforzar el conservadurismo, aparte de conferir prestigio cultural. Los censores, críticos, traductores y directores de teatro estaban todos a favor de programar obras clásicas, como puede deducirse de la información paratextual" (125). Sería interesante, como complemento a este artículo, un examen más detallado de la adaptación de obras shakespearianas políticamente problemáticas, por representar conflictos civiles y usurpaciones de poder, como son Ricardo III y Macbeth—ambas incluidas en la programación de estos años del Teatro Español. Bandín las incluye entre las obras "no problemáticas", pero la cuestión merecería una reconsideración.
También sobre el franquismo, y sobre el post-franquismo, versa el artículo de Cristina Gómez Castro, de la Universidad de Cantabria: "La traducción y la política de la censura en la España de los años 70: ¿mercado versus ideología?" ("Translation and Censorship Policies in the Spain of the 1970s: Market vs. Ideology?" pp. 129-37). Sostiene la autora que el control de la censura sobre los productos culturales se mantuvo, en decadencia, años después de la muerte del dictador, hasta entrados los 80. El intento autoritario de controlar la cultura dio lugar no sólo a intervenciones directas, sino también a hábitos de autocensura que perduraron. La Ley de Prensa de Fraga Iribarne de 1966 prometía cierta liberalización, pero al trasladar la iniciativa del autocontrol a los editores, les hizo todavía más cautos, y les delegó la censura por miedo a ver sus tiradas destruidas. La propia inconsistencia de la censura, tolerante a veces, otras no, creaba confusión y llevaba a una autocensura incluso inconsciente: como decía Goytisolo, se había internalizado al censor. La producción extranjera dominaba, creando un abundante mercado para la traducción, aunque se crearon premios para potenciar la literatura nacional—y así de las servidumbres de la censura política se pasó casi insensiblemente a las del mercado y la moda.
Marta Rioja Barrocal (Universidad de León) pertenece al grupo de investigación TRACE, "Traducciones Censuradas", y expone en su contribución los planteamientos metodológicos seguidos y algunos resultados ( "Research Design in the Study of TRACE under Franco's Dictatorship (1962-1969). Brief Comments on Some Results from the Analysis of Corpus 0," 139-50). El corpus aludido son traducciones de ficción narrativa inglesa al español entre 1962 1969. Se describen las fuentes seguidas para el establecimiento del corpus, de más de 9.000 entradas, y su clasificación según nacionalidad o según los problemas que tuvo con la censura. Hay una alusión al curioso fenómeno de la "pseudotraducción", o sea, el original que se presenta (por razones comerciales) como traducción de una inexistente obra extranjera (western, etc.). Este artículo es un tanto inconclusivo, siendo sólo una presentación inicial de un trabajo en curso. En sucesivas presentaciones debería corregir unas cuantas erratas que se han colado.
La contribución de Ibon Uribarri Zenekorta, de la Universidad del País Vasco, también en el marco del proyecto TRACE, versa sobre las traducciones de Kant al español: "Enfrentamientos ideológicos en la traducción: Immanuel Kant en España" ("Ideological Struggle in Translation: Immanuel Kant in Spain", 151-61). Hace un seguimiento de la recepción temprana de la filosofía de Kant habida cuenta de las peculiaridades del panorama filosófico español, polarizado en la segunda mitad del XIX entre el tradicionalismo escolástico y el curioso fenómeno del krausismo. Se tienen en cuenta tanto las obras alusivas o referentes a Kant, como las traducciones (primero indirectas a través del francés, y luego las principales antes de la guerra, sobre todo las de Manuel García Morente). Se centra Uribarri en el cambio que supuso la guerra civil en el panorama filosófico: "La victoria de Franco en la Guerra Civil fue también una victoria del neo-escolasticismo, con sus raíces en la filosofía medieval, sobre la filosofía moderna (alemana)" (157). El impacto del neo-kantismo se redujo tras la guerra. Kant estaba asociado en su recepcion y traducción a la obra de intelectuales críticos o progresistas. Bajo Franco hay censura, aunque no tanto directa de las obras de Kant, cuanto censura indirecta: el nuevo régimen crea un ambiente proco propicio a la filosofía crítica o a la que pueda cuestionar los privilegios intelectuales de la religión, y esto sucede tanto en el campo académico como en el editorial. "Por eso", concluye Uribari, "el principal fenómeno que habrá de ser examinado más de cerca en el futuro es la autocensura" (159). Tema fascinante éste al que apunta Uribarri, como antes Gómez Castro, aunque apuntaremos que es difícil de tratar de modo convincente, pues requiere un enfoque más interpretativo y multidisciplinar, a la vez histórico, estadístico, sociocultural, literario y ensayístico. Las huellas pueden ser muy leves y diversas, y desde luego no van a encontrarse reunidas en los archivos de los organismos censores.
Excelente la reseña.
ResponderEliminarGracias por tu buena opinión, Marina, saludos desde Zaragoza.
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