martes, 30 de junio de 2009
Rebelión contra los Descargados
Ayer fue un día duro para la investigación española. Nuestro departamento de Filología Inglesa y Alemana se ha caracterizado por ir habitualmente en vanguardia de la investigación, favoreciendo especialmente a los grupos de investigación cuanto más consolidados y solidificados mejor, con normativas propias internas que les dan ventajas no en investigación, que ya las tienen por sus propios méritos, sino en la organización de la docencia. Pero ayer estas normas particulares sufrieron duros golpes, y quedaron si un tiempo fuertes ya desmoronadas.
Primero llegó la noticia de la anulación de las normativas internas y privadas, cosa nuestra, que daban prioridad a los miembros de los equipos de investigación a la hora de elegir docencia—cuando no excluían directamente a quien no pertenezca a esos equipos, sean cuales sean su cargo, antigüedad y méritos de docencia, o de investigación. Este asunto lleva coleando desde 2005, y ha tenido que llegar a los tribunales. Aún está por ver si la Dirección del departamento obedece esta sentencia o, como ha sucedido con otras órdenes al respecto, busca la manera de sortearla y torearla, para seguir primando a los miembros de los equipos de investigación.
Segundo, ayer hubo Consejo de Departamento, y se discutía el tema de las descargas docentes, otra norma de uso interno, que ha venido aplicándose desde hace años. Aquí se juntan varias cuestiones: primero, que la carga lectiva de los profesores de la Facultad de Filosofía y Letras es comparativamente inferior a la del resto de la Universidad de Zaragoza; con lo cual los profesores del departamento que están en la Facultad resultan privilegiados de entrada con "descargas" automáticas. Y ya no digo si están en la Facultad y en los equipos de investigación. A estos grupos venía aplicándoseles el convenio IRDI, que regulaba unas descargas docentes para uno o dos profesores (normalmente catedráticos, claro) contabilizando el "compromiso investigador" del conjunto del equipo. Pues este convenio, que permitía contratar profesores para suplir esas rebajas de docencia, este año no se ha firmado. Así que no hay descargas oficiales.
Pero había descargas extraoficiales: pues el Departamento también venía aplicando (por iniciativa propia, más o menos tolerada con protestas por el Rectorado) una descarga a los profesores que tenían el "compromiso investigador" ese—reutilizándolo si es preciso, una vez "gastado" en el IRDI— y les rebajaba unas horillas de clase, o unas horazas según tuviesen muchos sexenios de investigación, perteneciesen a equipos de investigación, etc.
Ayer, sin embargo, se derogó esta normativa interna, en una sesión donde la gente estuvo más protestona de lo habitual. Se rebelaron los que ni están en Filosofía y Letras ni tienen descarga automática ni sexenio, o poco sexenio, quejándose contra este uso de las descargas docentes para premiar la investigación. Se nos reprochó (o alabó) a los de Filosofía y Letras lo bien que vivimos. Visto que a los otros profesores, si no son catedráticos ni están en Filosofía y Letras, de poco les vale estar en grupos de investigación para recibir estas consideraciones especiales, se votó por suprimirlas. Pues en otros centros aprietan más las tuercas a la hora de cubrir el 100% de la docencia. Así que con cierto dolor parece que se acabaron las prerrogativas docentes para catedráticos y sexeniados, que perdieron la votación, y tendrán que dar las horas de clase que dice su contrato. O casi todas.
Así que un determinado uso de la investigación para interferir o condicionar la ordenación docente—todo un modelo promovido desde las cátedras de nuestro departamento, y apoyado mansamente por su profesorado—parece que pasa por mala racha. Veremos en qué queda la cosa.
Aparte, en el Consejo de ayer se dio el visto bueno mayoritario al informe de gestión del director, Dr. Guillén. Aunque yo maticé que en ese informe se había saltado sin mencionarlo un pequeño detalle: los dos contenciosos administrativos que han llegado a los tribunales, cosa que merecía como mínimo una mención. Máxime cuando la política de ordenación docente del departamento, y sus consideraciones indebidas a los equipos de investigación en este tema, han salido chamuscados en el proceso.
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