lunes, 24 de octubre de 2011

Contagio


Muy buena película, Contagion, de Steven Soderbergh—que decididamente está entre los directores que más me gustan. Con guión de Scott Z. Burns.
Arrow in the Head pensaba darle una tunda... pero no, tiene que reconocer que la película funciona, aunque no es "cine de terror". (TRAILER AQUí). Pertenece al género "catástrofe - multiprotagonista", aquí potenciado por varias circunstancias. La catástrofe es mundial y creíble, una epidemia de una gripe mortífera, como la Peste Negra, o como la Peste Escarlata de Jack London.  Y la catástrofe se difunde por las relaciones entre los personajes, cosa que no sucede con terremotos o incendios de rascacielos, o trasatlánticos vueltos del revés. De este modo la temática de la película y su estructura narrativa alcanzan una cohesión especial, y se retroalimentan mutuamente. Aunque supongo que toda retroalimentación es mutua, ésta es bastante mutua, o bastante bien llevada en el ritmo de su aceleración. El lema de la película es "nothing spreads like fear"—O sea, una película sobre información, y sus redes de difusión.

La película evita el catastrofismo "barato" cuando se halla una cura para la pandemia, después de una rápida extensión en unas pocas semanas—se nos muestra el desarrollo cada pocos días, en una variedad de circunstancias: los investigadores que tratan de desarrollar vacunas, las víctimas que mueren y las que sobreviven, las organizaciones médicas buscando el foco y controlando daños, etc. También, cómo no, la colisión entre el yo profesional y el yo personal de los médicos, como el interpretado por Lawrence Fishburne—acusado de pasar información privilegiada a su familia. Las circunstancias de una pandemia grave y del caos al que lleva están muy bien presentadas desde una serie de puntos de vista magistralmente integrados y relacionados. El ritmo es trepidante para lo que podría ser esta historia (aunque algún espectador se quejaba, o comentaba, que parecía un documental)—y la música ayuda mucho, realmente eficaz, resulta en una película impresionante y contundente, excepto el final quizá, un poco flojillo (nos remite al principio de la epidemia, dándole un toque circular al asunto).


 
Como en otras películas de plagas y catástrofes, tras el apoteosis de la tormenta viene la calma. Ya me avisaban que iba a ser un tanto parecida a A Ciegas, de Fernando Meirelles, sobre la novela de Saramago—ésa sobre una plaga de ceguera contagiosa, y así es. Pero ésta es más realista, más "documental" y menos alegórica sobre la naturaleza humana, sin que por ello deje de verse claramente en cada personaje. Es también más esperanzadora que otra memorable película de catástrofe universal vista hace poco, La carretera. 

Pero muestra cómo la reacción colectiva a una catástrofe hay de todo—colaboración, organización, y también caos, y aprovechados, y lucha por la vida. Tras la rápida difusión por las redes sociales globalizadas, sigue el colapso de la sociedad, el homo homini lupus—"No hables con nadie, no toques a nadie, apártate de los demás"— y una visión pasajera del derrumbamiento de la civilización. Aquí no llega a haber un colapso de todas las instituciones, como en La Carretera, o en Soy Leyenda, o, pongamos, en Earth Abides, memorable novela de George R. Stewart sobre otra plaga universal. Es que hay tantas sobre este tema... Desde The Last Man de Mary Shelley, y aun antes, en la tradición de los relatos sobre pestes.  Bien, aquí las autoridades siguen firmes y controlan el desorden, y distribuyen la vacuna, y acaban con la plaga. Realmente esperanzador. Esperemos.

Siendo interesante la narración del control, también lo es la del desorden y caos. Cómo se filtran rumores unos ciertos y otros falsos por Internet y las redes sociales—es el contagio número dos de la película, y podríamos decir su especialidad, lo que añade ésta a otras películas sobre plagas. Es una película hipermediática—como suele ser el caso ahora con las de acción; hay grabaciones por todo, seguimiento del pasado en vídeos, modelos en ordenador del virus, mapas electrónicos en tiempo real de la extensión de la plaga, boletines, comunicados... y también hay blogs, y Facebook, y twitter, y redes sociales tanto online como offline. 

Uno de los hilos argumentales tiene que ver con el filtrado de información confidencial a través de las redes sociales, y del caos a que da lugar, con alarma pública, vandalismo, pánico generalizado. Otra tiene que ver con un bloguero supuestamente "auténtico" que denuncia las manipulaciones de las autoridades y la prensa, aunque en realidad busca lucrarse promoviendo un remedio que no es sino un placebo. Aquí salen mal parados los blogueros, y vemos la cara de este trendsetter julay en carteles como los que salieron de Julian Assange y su Wikileaks (o como los de Obama, presidente de Facebook), con el lema "Prophet / Profit". Mala imagen les sacan aquí a los gurús de la red. Una película muy informática, en suma, que combina de manera excelente los temas de la información viral y de los virus en sí. Son cosas que pasan, y más que pasarán, si los profetas no se equivocan.

Hoy mismo continuaba con el vídeo sobre Aritmética, población y energía, donde se usa la imagen del crecimiento exponencial de las bacterias en un frasco—alegoría del colapso del capitalismo y de Occidente. Ya Malthus decía que el exceso de población se controla, entre otras maneras, con grandes epidemias. Vamos comprando boletos, después de la Gripe Española, del Sida y de la amenaza de la gripe A—también referenciadas aquí.




La multiplicación exponencial que lleva al caos es un motivo especialmente característico de estos tiempos apocalípticos que llevamos viviendo, sumidos ya en pleno milenio de la incertidumbre, y atrapados en una red de dependencias e interconexiones globales. 

Viendo Titanic el otro día, también se veía allí una buena dosis de hasta qué punto Occidente (el mundo hoy, vamos) es un barco autocontenido dirigido hacia ni se sabe qué oscuros icebergs. Ofrece Contagio, como Titanic, una perspectiva desengañada sobre la ignorancia en que seguimos, la generalidad del personal, hasta segundos antes de que nos llegue la catástrofe—cuando ya se ha desatado ésta y sigue su curso inevitable, cuando ya están los virus circulando de boca en boca, y las bodegas inundándose, la botella a punto de reventar de bacterias— y nosotros bailando con la orquesta, mientras aún suena la música.


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