"Dentro de la realidad, realistamente, no se puede preguntar qué es la realidad. La pregunta misma, entonces, queda dentro: hay que preguntar desde fuera... —cabe, porque no estamos bien hechos del todo, no somos completamente reales—se puede. Preguntar, preguntar desde fuera, y ésa es la posibilidad. Las explicaciones que se nos venden, y que se imponen, son explicaciones hechas de dentro, para contentar, para confirmar a la realidad, para tranquilizar al personal, que se crea que no hay nada misterioso, que no pasa nada. Y así no se puede hacer nada: lo mismo que en el plan de la acción política les digo a los amigos anarcos, o quienes sean que me acompañan: que si uno quiere hacer una revolución realista y lanzarse realistamente contra las cosas, está inmediatamente adoptando las armas del enemigo: el futuro, en primer lugar, y la fe en los medios que el poder ha establecido, y por ahí no puede haber ninguna rebelión de veras contra el orden. Lo mismo se lo digo a los que se lanzan por los caminos de la física y semejantes: no puede uno dentro de la realidad preguntarse por la realidad y descubrir su mentira. Otra de las perogrulladas: verdad es incompatible con realidad. La realidad está sostenida necesariamente por falsificaciones, y no se puede pretender, aunque se pretende a cada paso, por parte de los que mandan o de los llevan las cuentas, que sí hay algo verdadero, que sí hay cosas verdaderas dentro de la realidad. No, no lo hay... Y fuera... no estamos nosotros. La verdad que a nosotros nos es dada es descubrir la mentira de lo que se vende como verdad. Ninguna otra. Ninguna otra, porque nosotros somos reales, y no podemos aspirar a una verdad del otro mundo, más que del nuestro. De manera que ésa es la verdad que nos es dada, y pienso que como rebelión, como juego, como intento de que se haga o pase algo que no ha pasado, vale la pena. Y sólo tomando esta actitud se puede entrar en estos descubrimientos, o en ese juego.
Con esto me callo. De momento."
miércoles, 6 de julio de 2011
Realidad de mentira
Es el final de la "autobiografía intelectual" de Agustín García Calvo, en una conferencia en audio en la Fundación Juan March—más en concreto hablando sobre su libro Qué es lo que pasa. Criticando entre otras cosas el discurso de la ciencia física sobre la realidad. Es importante no creerse que se sabe, ni siquiera qué es la realidad, porque entonces no se descubre nada, nos dice.
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