jueves, 29 de diciembre de 2022

Pedrea, pedrisco y patrañas de Pedro

 PEDREA, PEDRISCO Y PATRAÑAS DE PEDRO

El presidente, a quien en adelante llamaremos Pedro y sobre esta piedra edificaremos sus trolas, presentó su tercer plan anticrisis, a ver si con esta va la vencida. Lo bueno de que la economía española sea la mejor de Europa, al decir de Pedro, y al mismo tiempo esté necesitada de un plan anticrisis tras otro es que permite a Pedro estar en dos lugares a la vez y que los dos sean mentira: el liderato y el plan. Apunté como pude otras muchas mentiras que fue encadenando la voz de Pedro, especialmente aflautada para la ocasión, porque cuando Pedro miente a lo grande -como en los balances de fin de año- modula la voz hasta licuarla en un hilillo de dulzor fónico solo al alcance de una teleoperadora erótica. El amor que ofrecen estas teleoperadoras es mentira y las promesas de Pedro también.

Conviene recordar que Pedro no miente a todos los españoles, la mayoría de los cuales ha dejado de creerle, sino solo a los suyos, que necesitan agarrarse a una pálida sombra de autoestima para volver a meter la vieja papeleta del PSOE en una urna. Esta pobre gente estafada una y otra vez, que viene de una homérica derrota en una cena de nochebuena copada por el sí es sí, la sedición y la malversación, necesitaba oír a Pedro jurando que no habrá referéndum porque la Constitución no lo permite, ya ves tú. Y Pedro, que sabe complacer a los suyos, jura eso y lo que haga falta. En año electoral toca desempolvar la rojigualda, imitar la gravedad del Rey y solemnizar que los indepes fueron unos "irresponsables" en 2017... aunque no más que el PP. Y si cuela cuela y si no a Europa. Miénteme tú también, José Félix, y dime cuánto me quieren.

El balance pedrista constó de tres partes: pedrea, pedrisco y patrañas. Abrió el grifo del calabobos presupuestario, atacó al PP después de plagiarle su medida estrella (rebaja del IVA) y se jactó de triunfos desconectados de la realidad social que gobierna.

Así habló Pedro mientras Geppetto se revolvía en su tumba. Presumió de los niveles de empleo sin mentar el truquillo estadístico de los fijos discontinuos. Encareció la salud del diálogo social, que acaba de romper Yolanda Díaz pactando a escondidas con Bildu. Anunció la vuelta del Pacto de Toledo, que sin el PP debería renombrarse como Pacto de Galapagar, y aseguró que trabaja por la sostenibilidad de las pensiones después de haberla hipotecado atando su revalorización a la espiral inflacionaria mientras en Bruselas siguen esperando la magia de Escrivá. Ponderó el ritmo de crecimiento del PIB como si no delatara otra cosa que el rebote posterior al más majestuoso de los desplomes pandémicos. Alardeó de batallas ganadas en Europa como si la España covidiana no hubiera necesitado con Italia el mayor rescate en forma de fondos condicionados y como si el tope ibérico del gas no aguardara su venganza frugal al cabo de un año. Exhibió una gráfica elaborada por un panel de "expertos independientes" -súbitas carcajadas amenazan mi vejiga mientras tecleo-, seleccionados con cuidado por Moncloa para que confirmen científicamente un ¡66%! (descartaron 65 por la rima) de promesas cumplidas por este Gobierno en exceso humilde que habría podido anotarse un incuestionable 100% de cesiones a ERC. Prometió un nuevo mecanismo de rendición de cuentas -pausa para ir al baño: la risa me afloja los esfínteres- para cumplir con la Oficina de Transparencia, que ha declarado desierto el certamen de opacidad mientras Pedro siga en el poder, por abusón. Aplaudió el avance en derechos registrado gracias a leyes "pioneras" como la del sí es sí, y nadie podrá negar el sensible avance que han experimentado los derechos de los violadores: del trullo a la calle. Reivindicó la memoria democrática pactada con Otegi, el señor de los cementerios. Negó discrepancias en el seno de la coalición porque todos sus ministros "lo son del Reino de España", como si Podemos creyera en España y mucho menos en reinos.

Cuando un periodista le preguntó si le inquietaba una probable suelta de malversadores a consecuencia de su reforma, empezó ya enterrando el listón de la veracidad: "Vayámonos al CIS...". Y cuando otro le inquirió si le preocupaba su falta de credibilidad, respondió que son tiempos complejos, que toca adaptarse. Y coronó su homenaje al octavo mandamiento con esta maravilla: "Como líder de la oposición y como presidente siempre me he mantenido fiel a mis compromisos".

Y quizá en esto dijera la verdad, porque el único compromiso invariable de Pedro es con Pedro. No sé si algún plumilla ha reparado antes en que Pedro contiene desordenadas todas las letras de la palabra Poder, y ninguna más. Ese anagrama es toda la verdad que hay en él. De eso y de nada más que eso ha ido este año, de eso irá el siguiente y de eso han ido todos los anteriores de este quinquenio idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada.

Jorge Bustos


El Mundo. 27.12.2022

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes:

Mi fotoblog

Mi fotoblog
se puede ver haciendo clic en la foto ésta de Termineitor. Y hay más enlaces a cosas mías al pie de esta página.