Aquí hay 141 reseñas de The Pledge. ¿A qué escribir una más? Voy a traducir la primera, la de Roger Ebert, con comentarios y añadidos en cursiva. Qué crítico tan equilibrado: en la IMDB siempre es el número uno, y normalmente estoy bastante de acuerdo con el núcleo de sus reseñas y valoraciones, aunque llegan hasta donde llegan.
The Pledge, de Sean Penn, empieza como una historia policiaca y desciende en espiral hacia la locura. Le da a Jack Nicholson uno de sus mejores papeles de los últimos años, como policía retirado que hace una promesa e intenta cumplirla. Como la anterior película que hicieron juntos como director y actor, The Crossing Guard (1995), no es una simple historia de venganza sino que muestra cómo el deseo de justicia pierde el control y se vuelve peligroso. La historia tiene los elementos de un thriller criminal (polis, sospechosos, víctimas, pistas) pero en última instancia es un estudio de carácter, y en el detective Jerry Black, Nicholson crea un carácter al que seguimos hacia la oscuridad de sus compulsiones.
(También tiene algo de thriller filosófico, sobre los límites de las interpretaciones y del conocimiento).
Al abrirse la película, Jerry se está jubilando como policía (buen policía) en Reno, Nevada. Pertenece a una generación anterior, como se ve por la manera en que va buscando ceniceros en las oficinas de colegas que no fuman. Llega la noticia de que se ha encontrado el cuerpo mutilado de una niña. Jerry atiende a la llamada (quiere trabajar su último día hasta el final), y acaba viéndose llevando la trágica noticia a los padres de la niña.
Esta escena, que Penn sitúa en la granja de pavos que lleva la pareja, es extraordinaria en su ambientación (Nicholson abriéndose camino entre miles de pollos de pavo) y en su impacto (sosteniendo un crucifijo hecho por Ginny, la asesinada, jura "por la salvación de su alma" que encontrará al asesino). Esta es la promesa solemne del título de la película, y acaba por obsesionarle.
(La madre de Ginny es obviamente cristiana ferviente, bueno, es ella la que sostiene el crucifijo. No sabemos nada de las creencias de Jerry, cosa que quizá haga más eficaz soterradamente el asunto de la promesa, que no se vuelve a recordar más que una vez a lo largo de la película, pero no se olvida. Ese compromiso con una promesa hecha por los muertos le llevará a perder el contacto con los vivos).
Al principio parece que se ha encontrado al asesino. Benicio del Toro interpreta a un indio, claramente subnormal, al que se vio salir corriendo del lugar del asesinato. Hay pistas que parecen relacionar su camioneta con el crimen. Un acerado detective (Aaron Eckhart) le extrae una confesión, mientras Jerry contempla molesto desde detrás del espejo transparente y dice que el indio "no entiende la pregunta". Entonces el indio agarra una pistola y se pega un tiro. Culpable, y muerto. Caso cerrado.
Jerry no lo cree. Sus años como poli le dicen que hay algo que no va bien. Ya jubilado, continúa investigando el caso, y averigua que la muerta, Ginny, había hecho amistad con un "gigante" al que llamaba "el brujo". Quién era este hombre? ¿Era el asesino?
(Sí, al parecer el asesino era el dependiente de una tienda de chucherías cerca de la casa de la abuela de Ginny, donde iba a estudiar piano. Esta abuela es Vanessa Redgrave, una de los grandes nombres que hacen cameos y no más en esta película. Bien, el poli Jerry nunca llega a saber quién era el asesino, aunque pasó por la tienda de chuches y habló con su hermana / esposa—es un hilo que no llega a seguir Jerry. El asesino no es ninguno de los personajes principales y sospechosos principales que pululan por la película; de hecho es lógico con la solución de ésta que no sea uno de los 'habituales', sino un personaje que nunca se nos muestra... más que a su cadáver ardiendo al final, tras un accidente de coche).
Hasta este momento, The Pledge sigue el procedimiento policíaco, bien hecho pero bastante corriente. Ahora, Penn, trabajando sobre una novela de Friedrich Dürrenmatt y un guión de Jerzy Kromolowsky y Mary Olson-Kromolowsky, comienza el descenso de la película hacia la obsesión de Jerry. Hace una cosa rara. Compra una gasolinera con tienda a mitad de camino entre dos poblaciones donde cree que el Brujo podría haber cometido crímenes. Estudiando dibujos de Ginny tras su muerte, piensa que sabe qué tipo de vehículo podría haber usado el asesino. La tienda es una trampa.
Sucede algo inesperado. Conoce a una madre (Robin Wright Penn) y a su hija pequeña, y sienten una simpatía instintiva que florece, para sorpresa de él, en amor. Tras un par de divorcios, Jerry descubre al fin lo que puede ser la felicidad en el hogar. Inmediatamente nos damos cuenta de que la hija es una víctima potencial del asesino, si en efecto continúa suelto. Suponemos que Jerry también se da cuenta de esto. ¿Pero no irá a utilizar a esta preciosa niñita como cebo?
(Pues sí, y ahí el espectador empieza a dudar del criterio de Jerry, y de su compromiso excesivo con la promesa pasada... confiando, sin embargo, en que todo se resolverá adecuadamente).
Un inconveniente de la misión de Jerry es que él es la única persona que cree en ella. Sus viejos colegas de la policía piensan que se ha ido de la olla; incluso el jefe (Sam Shepard), un viejo amigo, contempla con tristeza el celo descolocado de Jerry. Su trampa de la gasolinera puede ser una apuesta demasiado arriesgada, o una inspiración, o la prueba sin más de que está perdiendo el contacto con la realidad. El último tercio de la película es donde la mayoría de las historias policíacas ponen el argumento en piloto automático, con persecuciones, acechos y enfrentamientos obligatorios. Es allí donde The Pledge atrapa más. Penn y Nicholson asumen riesgos con el material y elevan la película a un nivel inesperado e inquietante.
Sean Penn lleva años diciendo que quiere dejar la actuación para ser director. Sería una pérdida porque es uno de los mejores actores vivos (pensemos en Dead Man Walking). Lo que queda claro de las tres películas que ha dirigido (incluyendo también The Indian Runner en 1991) es que no tiene interés en hacer películas ordinarias. Le fascinan los personajes sometidos a tensión. Le aburre el desarrollo de los procesos psicológicos obvios.
El carácter de Jerry aquí no es meramente un buen poli, sino un hombre jubilado, un hombre mayor, un hombre poseído por una idea fija. Es capaz a la vez de irradiar encanto y estabilidad (una razón por la que la mujer más joven se ve atraída a él es porque ofrece calma y fuerza después del matrimonio violento de ella). Pero notamos corrientes más profundas, más oscuras, y cuestiones de las que él mismo no es plenamente consciente. Al final de The Pledge, el suspense se centra mayormente en Jerry, y la solución del crimen es un espectáculo colateral. Aquí es donde es más necesaria la habilidad de Nicholson, y donde más se aprecia: nos tiene que mostrar a un hombre que se ha embarcado en una búsqueda aterradora y solitaria hacia lugares desconocidos de su mente.
Y sin embargo el final no es muy satisfactorio. Jerry no intenta justificarse en modo alguno, de manera un tanto forzada: ni siquiera dirige una sola palabra a su pareja cuando ésta descubre que usaba a la niña como cebo. Precisamente hay poca reflexión sobre esos lugares desconocidos de su mente, y más bien se nos muestra a Jerry perdiendo sin más el contacto con la realidad, atrapado en una pista que ya no existe y que no podrá resolver. El dejarlo así, colgando en la nada, también requiere unas concesiones muy arbitrarias a la credibilidad de la historia: sus colegas habían venido en comandita a capturar al asesino en la trampa tendida por Jerry, pero al ver que no llega es cuando se van y le dice Aaron Eckhart a la madre lo de la niña como cebo, provocando la ruptura. Pero es que cuando se alejan por la carretera ven el accidente en el que ha muerto el asesino, el "Brujo", que se dirigía a la cita con la niña. Y ven que en efecto el coche accidentado coincide con el modelo descrito por Ginny y Jerry. ¿Es creíble que no se paren a investigar más? Escasamente, sabiendo como sabían lo que les ha dicho Jerry sobre el coche. Como no lo es que Jerry no se entere de este accidente, obsesionado como está, y ate cabos. Este detalle debilita la película. Los humanos limitados están demasiado cerca de saber—podrían llegar a saber—y es un tanto arbitrario que en este caso no lo consigan.
Más turbadoras aún son las películas en las que la verdad final no pertenece ni siquiera al espectador, sino que queda indecidible, y no sabemos si las coherencias percibidas son meros delirios—apofenia—o interpretaciones fundadas. Se me ocurre Flores rotas de Jim Jarmusch... o mejor aún la excelente Caché, de Michael Haneke— esa película inquietante donde no hay solución para nadie, y el mundo, y la película, se resisten a ser explicados.
The Pledge. Dir. Sean Penn. Written By Jerzy Kromolowski And Mary Olson-Kromolowski. Based On The Novel By Friedrich Durrenmatt. Cast: Jerry Black: Jack Nicholson; Lori: Robin Wright Penn; Stan Krolak: Aaron Eckhart; Eric Pollack: Sam Shepard; Jim Olstand: Mickey Rourke; Toby Jay Wadenah: Benicio Del Toro; Doctor: Helen Mirren. Music by Hans Zimmer and Klaus Badelt. Ed. Jay Cassidy. Prod. des. Bill Groom. Photog. Chris Menges. Exec. prod. Andrew Stevens. . Prod. Michael Fitzgerald, Sean Penn, Elie Samaha. Pledge Productions / Morgan Creek Productions / Franchise Pictures / Clyde Is Hungry Films / Warner Bros, 2001. DVD. Warner Home Video, 2002.*
http://www.warnerbros.com/thepledge
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