viernes, 11 de enero de 2019
Retropost (11 de enero de 2009): La fierecilla domada
Nos vamos al Teatro Principal a ver la última versión de The Taming of the Shrew en español, arreglada y traducida por Diana de Paco. Para mí pasa sin pena ni gloria, aunque los chavales Abo e Ivo se lo pasan bien—ya pueden, que les cuesta como cinco cines juntos... y aún se pregunta la gente por qué no vamos al teatro. En cuanto a our own Beatrice, opta por quedarse en casa; esta vez pasa del Batriarchal Pard.
La cosa deja un tanto que desear por aquí y por allá; la escenografía no tiene ni encanto ni misterio, y el trabajo de los actores es muy al estilo de la escuela española, ya se sabe, mucho revoloteo inútil, mucho manotazo a los huevos y embate de caderas para subrayar el texto. Y con poca distinción de los personajes. A veces la elección de movimientos era confusa, como cuando Petrucho al final "manda decir" a Catalina que venga, y en realidad se lo va a decir él mismo; o con muchas medias peleas y tortazos mal resueltos teatralmente.
Y también queda confusa la política sexual de la obra, que ya se sabe que es incorrecta y hay que matizarla o ironizarla de alguna manera, con resultados siempre problemáticos. No es que sea mala solución la que se elige: después de la doma de Catalina, en lugar de triunfar al final escuchándola recitar su discurso de sumisión, Petrucho se queda solo en escena leyendo él su discurso, que empieza a parecer un delirio o fantasía masculina. Al final esta fantasía se funde con la fantasía teatral que ha vivido Sly, y Petrucho se convierte otra vez en Sly, con quien dobla papeles. Lo que no queda muy claro es cómo Sly se mete en el papel de Petrucho para empezar, pero bueno... es un manera de incorporar al tema central de la obra la idea de "la vida es sueño" del marco inicial, en lugar de suprimirlo sin más como hacen muchas versiones. Y de paso así se cierra el marco, que queda en la obra original de Shakespeare sin cerrar, una cosa a la vez sugerente e inconveniente. Aquí el sueño de grandeza de Sly se ve ridiculizado igual que el sueño de Petrucho de que el hombre domina y domeña a las mujeres... y si así se contradice el sentido básico de la obra, pues qué se le va a hacer, es que no hay quien haga esta obra tolerable hoy más que poniéndola entre comillas.
Más interesante, quizá, corriendo los tiempos que corren, hubiera sido relacionar la cuestión explícitamente con la violencia de género—se hubiera prestado a tratamiento más inventivo en cuanto al tono y la actuación. O resaltando los aspectos grotescos del patriarcado y machismo que respira la obra... Hubiera requerido distanciarnos más de los personajes, pues todos (menos Catalina, claro) comparten la idea básica de la sumisión femenina. Aquí se elige seguir la corriente a la obra, y hacerla graciosa, hasta la inversión final de sentido… un poco nadar y guardar la ropa, aunque también lo hace Shakespeare a su manera, con su ambivalencia hacia las mujeres enérgicas.
Me ha llamado la atención también la capacidad de esta obra para introducir teatro dentro del teatro en un lugar un tanto inesperado, en las narraciones. Muchas de las cosas "divertidas" no se ven en escena sino que las narran unos personajes a otros. Igual valdría más desarrollar estas narraciones a modo de intepretaciones metadramáticas, con el personaje narrador "haciendo teatro" un poco a lo Brecht, con intercambio de papeles. Pero en fin, ya hay bastante teatro dentro del teatro con las payasadas de Petruchio, y Caterina siguiéndole la corriente, y con el intercambio de papeles con la historia de Tranio y Lucencio y su padre, y los falsos tutores y maestros de música que cortejan a Blanca... como siempre, en Shakespeare se superponen los niveles de interpretación, y se ven varias obras de teatro por el precio de una. Menos mal.
Zaragoza, Teatro Principal. Prod. Mariano de Paco / Tecnifront / Pérez y Goldstein. Los papeles principales están interpretados por Alexandra Jiménez (Catalina) José Manuel Seda (Sly y Petrucho), Mario Martín (Señor y Bautista), Carla Hidalgo (Blanca), David Alarcón (Hortensio) Pedro G. de las Heras (Gremio) Bruno Ciordia (Lucencio), Francesc Calderón (Tranio) y Óscar Oliver (Biondelo).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: