Una de las principales tragedias renacentistas inglesas, El Rey Lear, trata de los males que siguen cuando el rey toma la imprudente decisión de dividir el reino entre sus hijas. Pero antes de Shakespeare ya había aparecido una tragedia con este tema, The Tragidie of Ferrex and Porrex, más conocida como Gorboduc, escrita por Thomas Norton y Thomas Sackville, y también de inspiración histórico-legendaria. Como en El Rey Lear, el anciano rey Gorboduc decide jubilarse antes de su muerte, y dividir el reino entre sus hijos Ferrex y Porrex.
La tragedia, representada ante la reina Isabel en 1561, pretende avisar de los males que pueden seguir de la multiplicación de poderes en competencia, y de la división arbitraria de las naciones. Es una obra de consejeros reales, y su lección se expone en este parlamento que dirige al rey el buen consejero Eubulus, frente a los aduladores que animan a Gorboduc a seguir adelante con su plan insensato de división nacional—que acabará en la obra en guerra civil y, bueno, en tragedia.
Eubulus. Your wonted true regard of faithful hearts
Makes me, o king, the bolder to presume
To speak what I conceive within my breast;
Although the same do not agree at all
With that which other here my lords have said,
Nor which yourself have seemed best to like.
Pardon I crave, and that my words be deemed
To flow from hearty zeal unto your grace,
And to the safety of your common weal.
To part your realm unto my lords, your sons,
I think not good for you, ne yet for them,
But worst of all for this our native land.
Within one land, one single rule is best:
Divided reigns do make divided hearts,
But peace preserves the country and the prince.
Such is in man the greedy mind to reign,
So great is his desire to climb aloft,
In worldly stage the stateliest parts to bear,
That faith and justice, and all kindly love,
Do yield unto desire of sovereignty,
Where equal state doth raise and equal hope
To win the thing that either would attain.
Your grace rememb'reth how in passed years,
The mighty Brute, first prince of all this land,
Possessed the same, and ruled it well in one:
He, thinking that the compass did suffice
For his three sons three kingdoms eke to make,
Cut it in three, as you would now in twain.
But how much British blood hath since been spilt,
To join again the sunder'd unity!
What princes slain before their timely hour!
What waste of towns and people in the land!
What treasons heaped on murders and on spoils!
Whose just revenge even yet is scarcely ceased,
Ruthful remembrance is yet raw in mind.
The gods forbid the like to chance again:
And you, o king, give not the cause thereof.
Bien clara deja el discurso la dinámica de competencia que se establece en cuanto un gobierno rivaliza con otro con el que mantiene una relación incierta—y pienso en nuestras numerosas naciones y nacionalidades hoy en España, estados y pseudo-estados y estadillos, y Presidentes y más Presidentes, y leyes de lenguas múltiples y bandería a mansalva... Un curioso montaje político sin precedente ni equivalente, y que es resultado más del trabajo de aduladores, yes-men y ventajistas, que de consejeros prudentes.
—Claro que otro
punto de vista es que todas estas son cosas que pasaban antes:
son historias antiguas, de las que no hay memoria en España,
ni
en Yugoslavia, ni en ninguna otra parte a estas alturas. Y
que además los modernos somos mucho más listos y
sabidos, y estamos de vuelta de todo.
—oOo—
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