Ocular proof
Publicado en Literatura y crítica. com. José Ángel García Landa
Hoy, como ver ver en plan ocular proof, hemos visionado en DVD el musical de Roméo & Juliette de Gérard Presgurvic. Le ha molado mazo a nuestra hablante nativa Myriam.
Me acabo de leer un libro sobre adaptaciones cinematográficas de Shakespeare, Shakespeare in the Cinema: Ocular Proof, de
Stephen M. Buhler (State University of New York Press, 2002). Es cierto
que las adaptaciones de Shakespeare son todo un subgénero dentro del
cine: tienen una intertextualidad especialmente intensa porque se trata
de una familia de películas procedentes del mismo texto literario, y
que se adaptan y readaptan y varían una vez y otra, siempre por
referencia inevitable al texto inicial, y también a la tradición
dramática que lo ha mediado, y por supuesto a las películas anteriores.
Es un caso bastante peculiar, sobre todo dado que parece previsible que
continuará la ola de adaptaciones recientes, y que las versiones y
versiones de versiones harán un mosaico cada vez más complejo, pues
aunque la mayoría se ignoran entre sí (un tema este de la ignorancia que
no da mucho juego hablando de intertextualidad) sí que hay una
tendencia irresistible a que aparezcan fenómenos que cada vez complican
más el producto final cuando al juego complejo entre textos se añade la
interacción con la atmósfera cultural de cada momento y con los códigos
culturales de personajes y situaciones (o ideas recibidas). Buhler
analiza muy bien esta complejidad de factores que entran en cada
película y que van más allá del texto original. Bueno, original... se
pueden volver a repescar las fuentes, sean literarias o arquetípicas,
del texto shakespeariano, en un rewind; o se puede hacer fast-forward y
hacer esas reelaboraciones y resituaciones que llevan a Shakespeare
otros ecos históricos, o lo sitúan en la actualidad—el caso más
atrevido, el del Hamlet de Almereyda, y el del Titus de Taymor, dos de mis adaptaciones favoritas, si no las favoritas.
La idea de presentar a Shakespeare como un guionista avant la lettre et la caméra tiene una curiosa plasmación, observa Buhler, en el corto promocional Master Will Shakespeare de 1936, que acompañaba a los Romeo y Julieta
avejentados de la Metro. Allí, "Shakespeare is cast in a prophetic
role, preparing the way for the technology, techniques, and dominant
presentational modes of Hollywood cinema" (38). Claro que podíamos decir
que Shakespeare tenía una relación polémica con la configuración de ese
realismo convencional—como puede verse en el prólogo a Enrique V,
que puede leerse o como un anhelo de técnicas más cinematográficas, o
como un manifiesto teatral de la convencionalidad de todo intento de
ilusionismo. Otro que tenía una relación igual de ambivalente con la
cámara era Laurence Olivier, que creía que Shakespeare había ido más
allá de las limitaciones del teatro de su tiempo, y dice sin cortarse
nada por el hindsight bias: "Shakespeare, in a way, 'wrote for the
films' His splitting up of the action into a multitude of small scenes
is almost an anticipation of film technique, and more than one of his
plays chafe against the cramping restrictions of the stage." (Buhler
74). Bueno, si Shakespeare reaccionó contra las limitaciones del teatro
de su época, también lo transformó inmensamente, gracias a esa reacción,
con lo cual es difícil decir (resulta una especie de pescadilla que se
muerde la cola) si ese teatro "de su época" tenía limitaciones, en
Shakespeare, o si ya se abría con él al play unlimited.
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