Último consejo de departamento del año. Donde otra vez los nervios están a flor de piel. Está claro que a nuestros catedráticos les saco de quicio: hay que ver cómo se ponían, qué voces y alaridos, sólo por exponer yo mi punto de vista: subiéndose por las paredes, vamos. Está visto que hay poca costumbre de disensión, y que el "sí bwana" gusta mucho más, a dónde va a parar. Parte de la estrategia de defensa de los catedráticos es sugerir que éste que escribe es un tipo destructivo, o que le ha dado una calentura en la cabeza, o que sus motivos para protestar son resentimientos personales arrastrados de un remoto pasado—y no vulneraciones de derechos presentes, que ésas conviene cubrirlas con un tupido velo.
En fin, que el punto único era la asignación de docencia y en mi caso y el de la Dra. Penas no se nos ha asignado, pues hemos solicitado una vez más docencia en el postgrado del departamento, recordando que la abusiva normativa interna por la que se nos venía excluyendo ha sido anulada ya dos veces por el Rector. Un momento difícil, ése, para la Dirección, el de decidir qué normativa aplicar ahora (aunque a la Dirección le da todo más o menos igual)—y para la Subdirección de Ordenación Académica (aunque en el caso de la Subdirección, con aferrarse a lo que le mandan hacer, lo que le mandan a nivel de departamento digo, solucionado).
Bueno, pues las respuestas ante esta encrucijada han sido varias y variadas. Primero unos aspavientos a voces del Dr. Collado, exponiendo que la gente civilizada no pide docencia que haya impartido otra persona antes, que a quién se le ocurre solicitar una docencia ya asignada. (Asignada el curso pasado contrariamente a derecho, le recordamos.... ) Y, además... añadimos—si no está asignada; si estamos precisamente asignándola. Bueno, pues que no, que no se puede, dice el Doctor; que si a él se le ocurre pedir mi asignatura, ¿qué? —Pues ahora es el momento de hacerlo, le digo. (Ya cogería yo la que él soltase, y punto).
En fin, que lástima que la noble voluntad del Dr. Collado de "evitar el caos", según ha dicho, sea contradictoria con la idea misma de un Plan de Ordenación Docente (he tenido que explicar que un "plan" se refiere al futuro, no al pasado), y con la existencia de una normativa para dirimir conflictos de solicitud en la asignación de docencia.
Otra estrategia ha sido la seguida por la Dra. Onega: como viene haciendo últimamente, sencillamente ha declarado desconocer ninguna resolución del Rector anulando los criterios de asignación docente de "su" postgrado. Ni tenía noticia, ni la había leído. Nadie, por cierto, ha tenido la gentileza ni de apoyarla ni de corregirla: todos callados como muertos, incluida la Dirección. Así que los disidentes de siempre hemos pedido que se haga llegar una copia de la resolución del Rector a la Dra. Onega, aunque seguramente algún mecanismo de bloqueo mental le impedirá percibirla.
Y aún otra estrategia ha seguido el Subdirector de Ordenación Docente, Dr. Guillén. Tras admitir que sí había habido una resolución del Rector (¡bravo!) ha dicho no comprenderla, no entender a qué aspectos de la normativa departamental se refería, ni cuáles anulaba—y que hubiese agradecido mucho al Rector que le dijese (en lugar esa vaguedad asignar la docencia "conforme a derecho") qué párrafos en concreto eran los que había que tachar.
Le he sugerido que probase con los que se refieren a reservar la docencia en segundo ciclo a los miembros de los equipos de investigación. Debería el Subdirector releer, si no comprende en una primera lectura. Pero está visto que la Subdirección está decidida a subdirigir sin salir de sus dudas, pues tampoco se nos ha dicho que se haya pedido aclaración al Rectorado ante estas dudas: simplemente se ha ignorado la resolución del Rector, una vez más.
Ante lo cual hemos decidido los disidentes que vamos a impartir más o menos la docencia que nos dé la gana, y si no, ninguna—pidiéndole al Rector que dirima al respecto. Y luego, siguiendo el ejemplo que nos dan nuestros catedráticos, oiremos o desoiremos las respuestas del Rector según nos convenga. Como no pasa nada y todo da igual....
Si hacerse el tonto o el sordo va a dar resultado en la Universidad, y producir efectos académicos, es algo que conviene aprender a hacer pero ya.
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