Publicado en Sin tema. com. José Ángel García Landa
El aterrizaje en Zaragoza no ha sido todo lo pimpante que hubiera podido. Bien es cierto que este año por lo menos no nos habían cambiado la llave del portal y no estábamos encerrados fuera con el equipaje a las dos de la madrugada, como nos pasó el año pasado. Pero... a cambio, en nuestra ausencia ha petado el frigorífico. Así que hoy expedición a comprar uno nuevo (a la manera occidental, hemos juzgado que es más razonable eso que intentar conseguir un técnico eficaz y puntual y que no se nos riese del modelo...). Así que el viejo, para armario ropero. Ahora que peor ha sido la sorpresa con la que nos hemos encontrado (un mes después de haberla dejado dentro) en el horno... in-en-a-rrable—a rabble of maggots (the seething kind). Como que hemos optado por la vía del genocidio, empezando por poner el horno en marcha y acabar con la masa viviente que allí había, por la vía del asado socarrado.... El horno no lo hemos tirado luego, pero el fregote que ha seguido ha sido de penitencia. ¿Será este desagradable episodio una alegoría del retorno a la vida cotidiana?
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