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Desaparece el documental, así que lo cambio por este otro programa de la BBC sobre sueños:
Melvyn Bragg and guests discuss the interpretation of dreams. Over a hundred years ago, Sigmund Freud declared confidently, “The interpretation of dreams is the royal road to a knowledge of the unconscious activities of the mind”. He was writing in his famous volume, The Interpretation of Dreams and his ideas made a huge impact on the century that was to follow. However, despite the cultural influence of his work, there is still no agreement in neuroscience as to the function or mechanism of dreaming; this is partly because for much of the century the prevailing wisdom was that there was no meaning to dreams at all.What is the mental circuitry that creates our dreams? If they have no meaning, why do we dream them? And why is the tide turning with neuroscientists starting to find reasons to take dreams seriously again?With Professor V S Ramachandran, Director of the Center for Brain and Cognition at the University of California, San Diego; Mark Solms, Professor of Neuropsychology at the University of Cape Town; Martin Conway, Professor of Psychology at the University of Durham.
IN OUR TIME: DREAMS (audio)
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Mi sueño de esta noche:
—estaba yo en la Facultad, quizá más bien en la facultad de Ciencias, o en un congreso de AEDEAN en otra universidad, y al parecer me tocaba presentar un panel de comunicaciones, o una mesa redonda, pero ya había algún maestro de ceremonias en la mesa, que a su vez me presentaba a mí como presentador (y eso que no era una gran ocasión, de esas en las que se duplican las presentaciones al conferenciante, lejos de eso—quizá sólo había estado este personaje, un severo controlador, sustituyéndome o improvisando mientras yo no aparecía, porque me había costado encontrar el aula). Y me daba cuenta yo de que también llegaba con retraso la Dra. Penas, a quien tenía que presentar yo, pero no estaba, con lo cual mejor me parecía sacar unos anuncios de nuestros patrocinadores y leer un poco de publicidad mientras llegaba la gente—o mejor dicho los ponentes, porque el aula estaba llena de un público un tanto beatnik e informal. Desplegaba yo un gran tarjetón articulado de anuncios publicitarios, con la vaga consciencia de que no debería realmente leer publicidad en un acto académico, mientras me susurraba el maestro de ceremonias que mejor presentase al otro conferenciante, Tom Scott al parecer, me decía. Pero yo no conocía a Tom Scott, ni lo veía (claro). Entonces me lo señalaba el maestro de ceremonias allí, en una fila de sillas de éstas con reposabrazos plegables verdes, al lado de la pared, un tipo bajito, pequeño y cabezón, con gafas de pasta negra y perilla de diablo/tío culto interesante, gorra a cuadros blancos y negros, mucha bufanda y foulard y chaleco, y melenas rizadas—Tom Scott, en efecto— que venía ahora a la mesa con su ponencia, y se disponía a ser presentado. Pero yo seguía sin saber qué presentar, perdido como un pato en un garaje. Y me señalaba mi severo ayudante el programa que lo tenía delante, con el título de la ponencia de Tom Scott.... lo malo es que después del título, que me olvido cual era, el subtítulo estaba en ruso, en un ruso que parecía de broma, además, como para hacerme quedar mal. Así que digo yo, "No sé qué dice, no entiendo ruso— si les parece mejor les leo esta publicidad"—y sacaba de nuevo el tarjetón. Pero allí me interrumpía seriamente el maestro de ceremonias otra vez, con un gesto de hacer las tijeras con los dedos: "Corta ya—."
Espero que encontrasen interesante la ponencia de Tom Scott, quienes quiera que sea que la hayan oído, en algún mundo imaginario o en otro todavía más inexistente.
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