El relato de Nabokov tiene su propia dinámica significativa y está hecho para tentar las interpretaciones (aquí hay una, y aquí otra). Pero la cuestión de la manía referencial en concreto siempre me ha llamado la atención, y en este artículo, "Apophenia / Referential Mania" la relaciono con otro término relacionado con la sobreinterpretación, la apofenia. Somos una especie un tanto apofénica, dada a buscar significados donde no los hay—hace poco ponía un comentario al respecto en el blog de Jonathan Gottschall, del cual me acabo de empezar a leer por cierto su libro sobre The Storytelling Animal. Vemos claves por todas partes.
Igual habría que mirarnos el cerebro. Ahora leía esto en Consilience, de E. O. Wilson, en su descripción del funcionamiento de los circuitos cerebrales:
"Other complex mental operations, while engaging regions over large
parts of the brain, are vulnerable to localized perturbation. Patients
with temporal lobe epilepsy often develop hyperreligiosity, the
tendency to charge all events, large and small, with cosmic
significance. They are also prone to hypergraphia, a compulsion to
express their visions in an undisciplined stream of poems, letters, or
stories." (108)
Esto último, la hipergrafia, me suena sospechosamente cercano a la logorrea desatada en forma de blog o blogorrea. Supongo que en época de blogs se descarga por ahí la cosa, mientras que en la era romántica se iba la energía en diarios íntimos y poesía lírica. Lo mismo para la hiperreligiosidad: la alteración cerebral que conduce a la sobreinterpretación se manifestará com hiperreligiosidad en un ambiente favorable a ello (como lo son los Estados Unidos) mientras que puede manifestarse como paranoia en el contexto cultural de una minoría perseguida (a lo que alude el relato de Nabokov). Y puede tener aún otras manifestaciones. Quizá sería útil conectarlo también a la sobreconexión—lo de I link, therefore I am que mencionábamos el otro día. La capacidad de conectar, que origina el pensamiento poético, y activa la significación, puede también desbocarse y algo debe contribuir a estos fenómenos. De esta conectividad mental hablábamos en Conectando con Heráclito el Oscuro. Mantengan la conexión—seguiremos conectando, y a veces sin duda hiperconectando.
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