Al gobierno le sale gratis decir cualquier cosa. Pueden decir así tranquilamente que Bin Laden organizó el 11-M, cuando ni se le denunció ni se le procesó ni se le buscó ni se le condenó por eso. Pueden decir que las actas de la Eta son mentira, o que no hay que comentar lo que dicen los terroristas—aunque ellos mismos digan lo contrario en otro momento. Que lo de la corrupción de los EREs de Andalucía son infundios—aunque esté toda la documentación a la luz pública y en los juzgados. Que el gobierno no paga a los piratas, dicen ahora las ministras—aunque la propia Audiencia Nacional lo dé por probado. Claro que los jueces dan eso por probado y no le abren un expediente al Ministerio, para depurar responsabilidades, ni a la "jubilada" vicepresidenta de la Vega, que mintió en esto con toda la cara dura y transparencia que siempre la ha caracterizado.
Sale gratis—con tal de que el papelito se quede durmiendo en la mesa del juez, o que la mano que tenía que moverse para abrir diligencias no las abra. Y así no es sólo que salgan gratis la corrupción, la malversación de fondos, la mentira a los "sufridos votantes" y administrados. Lo más educativo de todo esto es que se da, con luces de neón, un modelo y ejemplo de cómo funcionan las cosas en realidad: 1) que no importa lo que se haga o se diga, porque el país es lo bastante tonto o está lo bastante comprado; 2) que actuar legal o ilegalmente da lo mismo mientras se cuente con apoyos suficientes entre "los nuestros"; 3) que aquí lo que importa es quién manda, y quién se lo lleva crudo, y que si ladran, cabalgamos. Y mejor si es a plena luz del día, para que no hay dudas sobre cómo funciona la cosa y en qué tipo de país vivimos.
Una escena educativa en esta línea se vivió ayer con las ilegalizadas candidaturas de Bildu, acreditadamente mamporreros de la Eta según el Tribunal Supremo. Pues ahí estaban haciendo declaraciónes por el Congreso—no les dejó dar la rueda de prensa Bono dentro, pues la dieron fuera. Y lejos de ordenar a que fuese la policía a disolverlos, todos los periodistas (con excepción de los de Libertad Digital y algún otro) fueron ahí perdiendo el culo a ver qué decían los proetarras, y dejaron plantado al portavoz del gobierno en su rueda de prensa. Que por otra parte le pareció muy bien al portavoz del gobierno, visto que el PSOE está jugando a dos bandas y en realidad quiere a los (pro)etarras en las elecciones, como han declarado muchos de ellos. (Y a ver qué huevo pone el tribunal constitucional, que ya me lo huelo desde aquí). Bien, pues el ministro portavoz Alonso, en lugar de dar su rueda de prensa a quien la quiera oír, va y espera a que terminen los proetarras de hablar—les da prioridad, por así decirlo— y luego empieza su comparecencia media hora después.
¿Quieren saber algo aún más educativo? Pues ahora viene.
Los (pro)etarras, en su rueda de prensa, que la debería haber ido a escuchar algún borracho de tetrabrik, tenían a todos los medios poniéndoles el micrófono. Pero aclararon que sólo hacían declaraciones para los medios vascos, no para los medios "de Madrid". Claro que se les oía igual por los otros micrófonos, que aquí todo es ficción. Sin embargo todo esto es instructivo: cuando tienes a un memo de rodillas ante tí, a ver qué sale de tu boca, lo mejor que puedes hacer es meártele en la cara. Le causarás cierta impresión. Ahí se quedaron un poco cortos los euscaldunes, y les aconsejo que la siguiente vez se tomen una ronda de cañas antes de la rueda de prensa, para redondear bien la faena y dejar todo aún más claro, si cabe.
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