Red Dust. In My Country. A Dry White Season. Las dos primeras son películas sobre las secuelas del apartheid en Sudáfrica, sobre rencores y traumas del pasado, y sobre el trabajo de la Comisión de Paz y Reconciliación. A instancias del gobierno de Mandela, esta comisión investigó y documentó los abusos y crímenes del apartheid, e hizo justicia de una manera ambivalente, a la vez idealista y controvertida: a quienes confesaban todos sus crímenes, y les daban una justificación por el sistema político en el que estaban inmersos, se les permitía optar a una amnistía por todos ellos (y normalmente conseguirla). La idea se basaba en el concepto de perdón, tanto cristiano como tradicional sudafricano (allí llamado Ubuntu).
La situación de traumas políticos reprimidos abusivamente no deja de recordar en algunos aspectos a lo que aquí en España se ha llamado el debate de la "Memoria Histórica" con la guerra civil y el franquismo. Hay escenas de tumbas, desenterramientos, etc., más recientes en el caso sudafricano y posiblemente menos teatralizadas que en España. Aquí ha habido amnistías, y la más parecida al ubuntu sudafricano éste fue, supongo, la que se planteó durante la Transición. Pero mal curado queda siempre el tema, y siempre listo para instrumentalizaciones políticas. Supongo que lo mismo sucederá en Sudáfrica. Al perdón en condiciones favorables se apuntan gustosos, normalmente, los criminales, y también los mediadores. Las víctimas suelen entender otra cosa por justicia.
Pero estas películas enfatizan el perdón y la reconciliación. No es extraño, siendo que están escritas ambas dos basadas en obras de escritoras blancas que provienen de una tradición opuesta al apartheid. Están en posición de mediadoras, pongamos.
En Red Dust, un político negro de la nueva Sudáfrica (Chiwetel Ejiofor), antiguo resistente y aparentemente confiado en sí mismo, se va desmoronando poco a poco a medida que se enfrenta a los recuerdos de su tortura en el pasado, a manos de los matones de la policía. Le vuelven (en forma de flashbacks intrusivos) recuerdos obsesivos de esos días, y acaba enfrentándose a su pequeña dosis de traición, que le llevó a implicar a un amigo que fue asesinado. Ha recordado cosas que prefería olvidar y había conseguido olvidar. Ahora pide perdón a la familia de su compañero, a la vez que se exhuma su cadáver y se encuentra allí su ficha policial... puesta previsoramente por un policía torturador para implicar a su superior en caso necesario. En esta película no hay historia romántica entre el protagonista negro y su abogada blanca (Hilary Swank), cuya visión de los hechos sirve de hilo conductor.
In My Country, en cambio, es una película donde negro-se-acuesta-con-blanca (y blanca felizmente casada)— cosa que rompe los cánones de Hollywood, sobre todo cuando a todas luces ni siquiera están tan enamorados, sólo se desean por oscuras o claras razones... Lo que hace tolerable semejante dispendio es quizá que la blanca no es americana (pues es francesa, Juliette Binoche, y a la vez Afrikaans). El negro tampoco es africano, sino African-American, Samuel L. Jackson—no es uno de los implicados directos en el apartheid, pero el encuentro sexual supone una reconciliación racial por delegación, porque Jackson, aquí un periodista llamado of all names Langston, encarna el resentimiento airado del negro americano. Y la película manda sin duda también un mensaje en esa dirección afroamericana. Como digo, sin embargo, parece que la periodista Afrikaans Anna Malan se enrolla con el corresponsal americano más por demostrarle algo a él, o a sí misma, que por ningún interés erótico irresistible, cuánto menos sentimental. En esta ambivalente relación está uno de los intereses de la película. Y también, claro, en las actitudes de enfrentamiento entre los blancos ante la nueva situación, que dividen a la propia familia de Anna.
Esta cuestión del enfrentamiento familiar llegaba a un punto extremo en otra película más antigua sobre el apartheid, A Dry White Season, basada en un libro de André Brink. Aquí la implicación del protagonista blanco con los problemas de la familia negra de su jardinero le lleva a adoptar una postura moral que primero lo enfrenta a su comunidad y su familia, y luego lo lleva al desengaño y a la muerte. Queda memorablemente retratada la mezcla de racismo, clasismo, ceguera voluntaria y buen rollito entre ellos que permitía a los blancos ignorar lo que tenían delante, e invisibilizar la opresión a los negros en su propio país. Pero el profesor interpretado por Donald Sutherland va abriendo los ojos, y su sentido de la justicia ya no le permite dar marcha atrás una vez ha dado el primer paso que lo separa de los suyos. El recorrido de la ceguera semivoluntaria al compromiso moral y político está trazado memorablemente, y de modo pesimista, en una película más dura que estas otras, quizá porque se filmó en la época del apartheid, y no en la época de reconciliación... aunque me ha venido a la cabeza aquel título de un ensayo de Adorno, reconciliación a la fuerza (Erpresste Versöhnung, "reconciliation under duress", une reconciliation extorquée...).
Sale Marlon Brando, por cierto, como un abogado que fuerza al sistema a reconocer la ilegalidad de sus propias actuaciones criminales... algo que no suele ser técnicamente factible, en los sistemas abusivos bien ordenados. Quizá les faltaba fe, a esos jueces blancos, para acumular legajos encima de los casos incómodos. Aquí en España eso se nos da mejor, y en cuestión de patas de banco judiciales también les podríamos dar lecciones, a los jueces sudafricanos esos—y benevolentes no es que fuesen ellos.
________________
Red Dust. Dir. Tom Hooper. Screenplay by Troy Kennedy-Martin, based on the novel Red Dust by Gillian Slovo. Cast: Hilary Swank, Chiwetel Ejiofor, Jamie Bartlett, Ian Roberts, Nomhle Nkonyeni, Greg Latter, Mawonga Dominic, Tyawa, Marius Weyers. Prod. des. Mark Wilby. Music by Rob Lane. Ed. Avril Beukes. Photog. Larry Smith. Coprod. Sudhir Pragjee, Sanjeev Singh, Joe Oppenheimer. Prod. Ruth Caleb, David M. Thompson, Anant Singh, Helena Spring. Distant Horizon / BBC Films / Videovision, 2004. DVD Verve Pictures, 2005.
In My Country. Dir. John Boorman. Screenplay by Ann Peacock, based on Anjie Krog's book Country of My Skull. Cast: Samuel L. Jackson, Juliette Binoche, Brendan Gleeson, Menzi Ngubane, Sam Ngakane, Aletta Bezuindenhout, Lionel Newton, Langley Kirkwood, Owen Sejake, Harriet Lenabe, Louis Van Niekerk, Fiona Ramsey, Dan Robbertse, Robert Hobbes, Lwando Nondzaba. Music by Murray Anderson. Prod. des. Emilia Roux, Derek Wallace. Ed. Ron Davis. Photog. Seamus Deasy. Exec. prod. Chris Auty, Sam Bhembe, Jamie Brown, Neil Peplow, Mfundi Vundla, Duncan Reid. Prod. John Boorman, Robert Chartoff, Mike Medavoy, Kieran Corrigan, Lynn Hendee. Sony Pictures Classics / Release Phoenix Pictures / The Film Consortium / Merlin Films / UK Film Council / Industrial Development Corporation of South Africa / Inside Track Productions, 2004.
A Dry White Season. Dir. Euzhan Palcy. Written by Colin Welland and Euzhan Palcy, based on the novel by André Brink. Ltd. Cast: Donald Sutherland, Janet Suzman Jurgen Prochnow, Zakes Mokae, Susan Sarandon, Marlon Brando. Music by Dave Grusin. Exec. prod. Tim Hampton. Prod. Paula Weinstein. Metro Gosdwyn Mayer, 1989. DVD Metro Goldwyn Mayer 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: