Justo antes de dejar el cargo, y cuando ya está más de portavoz del PSOE que de otra cosa, crea Marcelino Iglesias la Academia del Catalán en Aragón. Con cargo a los impuestos de los catalanoparlantes de Aragón.
No, lo último era broma.
Aunque por ley sí que hay catalanoparlantes en Aragón, aparte de Iglesias. Los pueblos de la franja así llamados, ya no hablan sus propias hablas, eso que se llamaba el chapurriao, sino que lo que hablan es catalán. Mal hablado, pero catalán. Supongo que parte del papel de la Academia es enseñarles a hablar bien, en batua. Conclusión, la de siempre, que no hablan como deben, y que lo que hay que hacer es marcar bien las fronteras de las lenguas. La del catalán, un poco más aquí.
Para este viaje, podíamos haber decidido que lo que hablaban era español mal hablao, y nos ahorrábamos una Academia. Espero que por lo menos hayan estudiado bien la cuestión, porque mira que si lo que hablan es valenciano...
Así se despide un señor cuya gestión, siempre discreta, ha ido dictada constantemente por el deseo de promover las políticas al gusto del nacionalismo catalán. En Aragón, que mira que es difícil, pero este artista lo ha conseguido. Estos son los que en el PSOE suben como la espuma.
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