Este título de reminiscencias austinianas es el del libro del filósofo del lenguaje y narratólogo portugués Rui Linhares-Días (How to Show Things with Words: A Study on Logic, Language, and Literature; Mouton de Gruyter, 2006). Es un proyecto atípico—tan atípico como un narratólogo en las Azores—en el punto de intersección de la lógica formal, la lingüística cognitiva, la filosofía del lenguaje y la teoría narrativa. Se presenta como una exploración en profundidad de la oposición de modalidad narrativa que enfrenta el decir cosas, o narrarlas, frente a mostrarlas o presentarlas vívidamente y en proceso ante el receptor, mediante el lenguaje.
Claro que el lenguaje oral o escrito no muestra cosas literalmente como el teatro o el cine, pero sin embargo sí se generan dinámicas discursivas que permiten hablar de modalidad narrativa, o distancia narrativa como la llamaba Genette en su Figuras III. Observa Linhares-Dias que al sostener Genette que en la narración escrita sólo se podían mostrar, literalmente, palabras—se presupone que los lenguajes significan sin imitar, y se abandona el enfoque "ilusionista" a la cuestión de mostrar con la narración, perdiéndose importantes vías de análisis y posibilidades de contacto con ciertos estudios lingüísticos—en concreto interesan al autor los estudios de las estructuras evidenciales, gramaticalizadas en algunas lenguas. Los críticos formalistas anglosajones, por su parte, oponían telling y showing: contar era, en los modernistas que seguían la estela de Henry James, la manera desfasada y poco artística de narrar historias, pues el artista de la ficción debía mostrarlas a su lector.
Ya antes de James se aprecia este gusto por la mostración, presentación directa, o dramatismo narrativo en otros autores: en Dickens (sí, Dickens el omnisciente...) en Stendhal, que hacía gala de que él mostraba la historia, y no la "contaba" como otros—y hasta en Aristóteles, si nos remontamos a la Poética. Era Homero el primer mostrador de cosas con palabras. El debate se retomó con fuerza a finales del XIX: "mientas Ludwig, Spielhagen, Lubbock, Walzel y Beach proclamaban la superioridad del mostrar sobre el decir, Friedemann, Forster, Petsch, Kayser y Booth son conocidos por sus pronunciamientos excesivos a favor de lo contrario" (56). Las discusiones sobre esta cuestión a finales del siglo XX normalmente prestaban gran atención a las cuestiones del punto de vista o focalización, y a la representación del lenguaje, en especial al uso del estilo indirecto libre. Puede verse por ejemplo el libro de Dorrit Cohn sobre diversas técnicas de mostrar las mentes de los personajes, Transparent Minds. Y yo mismo escribí sobre estas cuestiones en mi libro Acción, Relato, Discurso.
Este libro enfoca el asunto de la "distancia" narrativa de una manera más inhabitual, al menos para lo que se suele estudiar en la narratología de tradición estructuralista. Comienza con unos prolegómenos que me resultan más familiares: sobre la estructura lingüística de la comunicación narrativa, y dando un repaso a los enfoques lingüísticos en narratología pertinentes para la cuestión. Allí sí se trata la obra de autores con los que yo ya había tratado, como Ingarden, Stanzel, Hamburger, Müller, Weinrich, Uspenski... y se aborda la cuestón de la función de los tiempos pasados en la narración, al margen de la retrospección y de indicar temporalidad propiamente dicha. Pero pronto se lleva la discusión al terreno propio en el que se centrará el libro: cuestiones cognitivas de conceptualización y "empaquetamiento" de procesos y acciones en las formas verbales y en la sintaxis narrativa.
Hacia allí se orientan la discusión del "efecto de realidad" de Barthes y los comentarios de Chatman y Prince sobre la narratividad de los distintos tipos de acción verbal. Los estudios de Chafe sobre la narración oral sirven para contraponer el desplazamiento y la inmediatez que se da en el relato oral, frente a la inmediatez desplazada que se genera en la prosa narrativa. Ya desde el primer capítulo, tras una introducción a la problemática del decir frente al mostrar, se pasa a un planteamiento lógico-semiótico de la cuestión, en un apartado sobre "la transmisión narrativa como distancia cognitiva: de las modalidades evidenciales a los signos indicativos"; y se anuncia el enfoque principal del libro sobre la cuestión, que se centra en el análisis de cómo se generan efectos de presentación mediante el uso del tiempo verbal, el aspecto, y la semántica del tipo de acción (Aktionsart).
Desde el punto de vista evidencial en que se centra el autor, "'Mostrar no es sino causar que otros vean que uno ha visto (...) como una especie de transferencia epistemológica inducida textualmente, de modo que el receptor descodifique la fuente de información perceptual como algo que él podría haber experimentado de haber estado presente" (7), mientras que los que se cuenta sin mostrarlo (telling, frente a showing) es lo que sería para la el narrador "perceptualmente inaccesible desde la ubicación espacio-temporal que ocupa en el universo de ficción" (7). Lubbock, el gran abogado del showing en su libro The Craft of Fiction, es claramente consciente de la naturaleza lingüística de la cuestión, observa Linhares-Días, pero carecía del instrumental lingüístico requerido para desarrollar una argumentación formal. Y lo mismo ha sucedido de hecho con narratólogos formalistas, fuesen o no partidarios de sostener que se pueden mostrar cosas con palabras. Una fundamentación lingüística, gramatical y lógico-semántica de la cuestion, es lo que este libro emprende, partiendo primero de la tradición filosófica sobre las funciones del lenguaje.
Así, el tercer capítulo es una contribución desde el punto de vista de la filosofía del lenguaje a la teoría de los actos de habla y su relevancia narrativa. No en la tradición de Austin, Searle, Pratt, Derrida, etc. que viene siendo la usual, sino tomando una línea más cercana a los intereses del libro y más remota para la teoría literaria al uso—es la discusión sobre representación, significación, tipos de signo, funciones del lenguaje, desplazamiento de referencia, etc. que se da en la tradición de lingüística fenomenológica alemana alrededor de Husserl: en Anton Marty, Bühler, hasta llegar a Jakobson—en la 'función expresiva' de este último ya se desenfoca un tanto la cuestión que interesaba a Linhares-Días en esta tradición, y que podría resumirse como "la subjetividad locutiva como función del tiempo verbal, el aspecto verbal y la Aktionsart". Según explica el autor en la introducción, y traduzco, "la función manifestativa del lenguaje engloba los actos intencionales que transpiran en el discurso narrativo como parte componente de la intención comunicativa global del hablante. Como estos fenómenos psíquicos son o bien intuitivos o bien no intuitivos, la distinción entre mostrar y decir puede explicarse según que la subjetividad locucionaria se manifieste de uno u otro modo" (10). O bien, aplicado al concepto de "distancia" narrativa,
Como se ve, tiene también gran interés esta perspectiva para quienes estén interesados en la interfaz entre presuposición y estructura narrativa. No se priva el autor de observar al paso, aunque no entra en la teoría de los actos de habla, que "una lectura más detenida de Marty, Twardowsky y muchos otros ciertamente nos habría ahorrado muchos descubrimientos hechos con retraso por la teoría de los actos de habla" (121).
Una afirmación cognitivamente importante de la tradición alemana enfatiza el autor, a saber, el énfasis en la función indicativa del lenguaje. "La indicación es el proceso de infereir de algo que está presente efectivamente otra cosa (real) que resulta no estar presente"(40). El uso del lenguaje combina las funciones de expresión y de indicación, estrechamente interrelacionadas, ya que las mismas palabras y construcciones que representan los objetos y transmiten significados, sirven a la vez para transmitir la intencionalidad comunicativa del hablante, sus actos de consciencia por así decirlo; esta simultaneidad práctica es desenmarañada por Husserl como dos tipos de funciones teóricamente distintas.
Linhares-Días relaciona el uso gramatical y narrativo de la modalidad con distintos tipos de acto objetivante en la fenomenología de Husserl, los intuitivos frente a los signitivos-conceptuales.
una noción desarrollada a partir de Dowty, y de Marty antes que él—y aquí se echa de ver el interés cognitivista de este tratamiento de la cuestión de la modalidad.
Esta tradición lingüística fenomenológica, que ya nos dio la deixis en fantasma de Bühler, nos puede ayudar a conceptualizar mejor la naturaleza de fenómenos como la focalización virtual, sin focalizador identificable; fenómenos que no pertenecen en exclusiva a la narrativa de vanguardia, sino tambien al uso cotidiano del lenguaje.
Se examinan detalladamente en estos capítulos muchos ejemplos de construcciones evidenciales, varios de ellos procedentes de diversos idiomas con distinta tipología en lo referente a la codificación de la evidencialidad—pues hay lenguas en las que la naturaleza de la fuente de información sobre lo que se dice forma parte de la construcción gramatical de la frase (Bhat 1999 las llamó 'lenguas prominentes en cuanto al modo'). En inglés y en los idiomas occidentales más familiares no se usan marcas gramaticales para señalar el compromiso epistémico del hablante con lo que se dice, aunque sí se envían señales al respecto al nivel de la organización temporal, narrativa y perspectivística del discurso, lo que equivale a una marcación a nivel discursivo o estilístico sobre si la evidencia es directa o indirecta.
La semiología de Husserl sirve como fundamentación para esta explicación de cómo los estados cognoscitivos pueden ser revelados a través del discurso sin ser explícitamente codificados: "los receptores los aprehenden del mismo modo que los emisores" (135). Y esto en el marco de una teoría del conocimiento que va desde el aristotelismo (nihil in intellectu quod non prius in sensu) a través de Husserl y Brentano (quien dijo que "die psychische phänomene sind Vorstellungen oder haben Vorstellungen zur Grundlage") y que enlaza muy bien con las últimas investigaciones neurológicas sobre el lenguaje, según las cuales huellas motrices y perceptuales van imbricadas en la raíz del significado de las palabras. Según señala Linhares-Días, al procesar el discurso reconstruimos espontáneamente las modalidades de percepción o cognición del hablante, ya directas y presenciales, o mediadas a lo largo de una elaboración temporalmente dilatada, que éste ha articulado en su construcción de las frases.
Todo este debate es interesantísimo para los narratólogos interesados en las bases lógico-filosóficas de la representación narrativa, y es más accesible que la segunda mitad del libro.
En la segunda parte del libro se entra en profundidad y en detalle en esta cuestión, "la organización temporal-perspectivística del discurso" en particular en lo referente a la conceptualización cognitiva de las acciones, y esto se hace en el lenguaje y tradición de la lógica formal, que sí son ya ajenos incluso a los narratólogos fomalistas más amantes de la notación formal como aquellos libros de la década de los 70, de Propp a Prince, pasando por Todorov y Greimas. La ubicación disciplinaria o mejor dicho interdisciplinaria de este libro no está en esta tradición, que yo creía la más formalista de la narratología, sino más bien en la lógica lingüística. La notación usada está en la tradición que va de Frege o Meinong o Husserl hace cien años, a la lingüística lógica de gente como Davidson o Reichenbach; los lingüistas actuales más citados, y entorno disciplinar de este trabajo, son David Dowty, Hans Kamp, Hans Reichenbach, Zeno Vendler o Henk Verkuyl, teorizadores todos sobre el aspecto y la semántica de la acción verbal.
Los capítulos de esta segunda parte son cuatro: uno (el 4) sobre el tiempo verbal, especialmente atento a la teoría de Reichenbach (Elements of Symbolic Logic) sobre los puntos de referencia que estructuran el sistema conceptual de los tiempos: "El mérito de Reichenbach fue convertir en una parte perenne de la estructura del tiempo verbal lo que parecái semánticamente 'invisible' o interpretivamente superfluo (... )" —introduce un análisis temporal basado en tres puntos de referencia, el de la enunciación (S, speakier), el del acontecimiento representado (E, event), y el punto virtual de orientación o referencia (R, reference). Este es el cuadro que recoge las posibles estructuras temporales y su reflejo en el sistema verbal, con la nueva nomenclatura que propuso Reichenbach:
E — R — S Anterior Past Past Perfect
E,R —S Simple Past Simple Past
R — E — S Posterior Past ø
E — S,R Anterior Present Present Perfect
S,R,E Simple Present Present
S,R — E Posterior Present Simple Future
S — E — R Anterior Future Future Perfect
S — R,E Simple Future Simple Future
S — R — E Posterior Future ø
Se discuten en este capítulo diversos posibles puntos de ambigüedad y confusión en torno a esta noción de "punto de referencia" virtual de la temporalidad (recordemos que tan importante es para la definición de tiempos y aspectos, en gramáticas tan dispares como la de la Real Academia, la de Bühler, o la de Guillaume). Para Linhares-Días,
Sigue un estudio del uso del tiempo en el discurso narrativo, en concreto claro está del pasado y de los pretéritos perfectos (esos que los ingleses llaman "presente perfecto"). Se introducen aquí los sistemas de representación HITL (hybrid improved tense-logic) y DRT (Discourse representation theory), y es uno de los puntos del libro en los que se tienden puentes a la lingüística cognitiva y la psicolingüística. El resumen sustancial del propio autor es como sigue:
El capítulo 5 versa sobre la teoría del aspecto. Se examinan los tipos de oposiciones aspectuales y se propone una teoría del aspecto. Luego se examina en detalle la cuestión de los aspectos imperfectivos y su relación con el punto de vista usado para conceptualizar la acción—todo en el marco de la teoría de la intuición hussrliana, y con la mencionada insistencia del autor en la reconstrucción discursiva de la evidencialidad. Así, por ejemplo, sobre un pasaje de la Educación Sentimental de Flaubert, basado en los pretéritos imperfectos, señala que "el narratario reconoce la subjetividad locucionaria intimada por ellos como una fuente perceptual de conocimiento relativa al sitio específico y la gente del texto de Flaubert, transponiéndose a este mismo parámetro intencional y produciéndose la ilusión de que él podría también haber estado en ese sitio en aquel momento" (243). Tal como lo pone en la conclusión,
"Since the reference point defines the time sphere we are talking about, what really counts when it comes to matters of narrative perspective is the backshifting operations performed by the perfect tenses on the interval of reference provided by their respective simple counterparts, not the temporal relations between past- and present-tense systems" (399).
"event description happens to be a complex interactive process between a continuous flow of sensory impressions and the structural patterns of natural-language systems, mediated through culture-specific cognitive models or mental schemes" (383)
— modelos entre los cuales cabría especificar e incluir, apunto, los diversos estilos narrativos, convenciones literarias, y retóricas de la ficción. El libro tiene una extensa bibliografía especializada sobre temporalidad, aspecto y modo narrativo; notas detalladas, índices alfabéticos de nombres y temas, y dos anexos: un glosario narratológico, y una explicación de la notación lógica usada. Por su perspectiva sobre la cuestión tratada, extremadamente especializada, no es un libro adecuado para principiantes, pero puede ser muy interesante para estudiosos del lenguaje que estén interesados en cuestiones avanzadas de la semántica de los tiempos verbales, de modalidad y perspectiva de la narración, y en estudios que tiendan puentes entre lógica formal, semántica lingüística, y narratología cognitivista.
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