Un poema recitado por el pastor Lenio, enemigo del amor, en La Galatea de Miguel de Cervantes: "una canción que días ha tengo hech en vituperio deste mi enemigo, la cual, si bien me acuerdo, dice desta manera:"
Sin que me pongan miedo el hielo y fuego,
El arco y flechas del Amor tirano,
En su deshonra he de mover mi lengua,
Que ¿quién ha de temer a un niño ciego,
De vario antojo y de juicio insano,
Aunque más amenace daño y mengua?
Mi gusto crece y el dolor desmengua
Cuando la voz levanto
Al verdadero canto,
Que en vituperio del amor se forma.
Con tal verdad, con tal manera y forma,
Que a todo el mundo su maldad descubre,
Y claramente informa
Del cierto daño que el amor encubre.
Amor es fuego que consume el alma
Hielo que hiela, flecha que abre el pecho
Que de sus mañas vive descuidado;
Turbado mar do no se ha visto calma,
Ministro de ira, padre del despecho,
Enemigo en amigo disfrazado,
Dador de escaso bien y mal colmado
Afable, lisonjero,
Tirano, crudo y fiero,
Y Circe engañadora que nos muda
En varios monstruos, sin que humana ayuda
Pueda al pasado ser nuestro volvernos
Aunque ligera acuda
La luz de la razón a socorrernos;
Yugo que humilla al más erguido cuello,
Blanco a do se encaminan los deseos
Del ocio blando sin razón nacidos,
Red engañosa de sutil cabello,
Que cubre y prende en torpes actos feos
Los que del mundo son en más tenidos,
Sabroso mal de todos los sentidos,
Ponzoña disfrazada
Cual píldora dorada,
Rayo que adonde toca, abrasa y hiende,
Airado brazo que a traición ofende,
Verdugo del cautivo pensamiento
Y del que se defiende
Del dulce halago de su falso intento;
Daño que aplace en los principios, cuando
Se regala la vista en el sujeto
Que cual el cielo bello le parece;
Mas tanto cuanto más pasa mirando,
Tanto más pena en público y secreto
El corazón, que todo lo padece.
Mudo, hablador, parlero que enmudece,
Cuerdo que desatina,
Pura total ruina
De la más concertada alegre vida,
Sombra de bien en males convertida
Vuelo que nos levanta hasta la esfera
Para que en la caída
Quede vivo el pesar y el gusto muera;
Invisible ladrón que nos destruye
Y roba lo mejor de nuestra hacienda,
Llevándonos el alma a cada paso;
Ligereza que alcanza al que más huye,
Enigma que ninguno hay que la entienda,
Vida que de contino está en traspaso,
Guerra elegida y que nace acaso,
Tregua que poco dura,
Amada desventura,
Preñez, que por jamás a sazón llega,
Enfermedad que al ánima se pega,
Cobarde que se arroja al mal y atreve.
Deudor que siempre niega
La deuda averiguada que nos debe.
Cercado laberinto, do se anida
Una fiera cruel que se sustenta
De rendidos humanos corazones,
Lazo donde se enlaza nuestra vida,
Señor que al mayordomo pide cuenta
De las obras, palabras e intenciones;
Codicia de mil varias pretensiones,
Gusano que fabrica
Estancia pobre o rica
Do poco espacio habita, y al fin muere;
Querer que nunca sabe lo que quiere,
Nube 1ue los sentidos obscurece,
Cuchillo que nos hiere.
Este es Amor. ¡Seguidle, si os parece!
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