Al arma social
Publicado en Quejas. com. José Ángel García Landa
Creía
que no iba a tener que decir nada del asunto del macarra que le pateaba
la cabeza a una chica en el tren. Lo normal todo el mundo (decente)
sabe lo que hubiera sido: que la policía lo hubiera detenido, siguiendo
las pistas del vídeo, y el juez lo hubiese enviado a la cárcel. Y punto.
La página de sucesos, para quien se la quiera leer. Pero no. Resulta
que ahora hay alarma social. Que no la causa un macarra de mala muerte,
claro: la causan los absurdos legales y las canalladas de los jueces. A
mí es el juez el que me alarma, y no el Seryi este loscojones. Primero,
anteayer, que el fiscal no aparece, y el juez dice que bah, total no hay
motivo de cárcel, que lo deje estar. Luego, con la alarma social, ya
todo teatralizado, con focos ante la nación, y para que sirva de caso
modélico, el fiscal retoma el caso (pide cárcel), lo retoma el juez, y
resuelve que no, mira, que resulta que acerté a la primera. Que el
macarra no causó lesiones graves (de intenciones aquí no se habla) y que
no está demostrado que pueda volver a las andadas. Que a esta chica no
le pasa nada. Así que a la calle, que no se acerque a ella, y punto.
Esperando el juicio, que le caerán dentro de dos años seis meses de
cárcel virtual (porque ni la pisará). Mensaje lanzado con señales
luminosas a todo macarra viviente: que adelante, que se puede. Que al
juez no le parece muy mal—sólo de boquilla.
Este
sinvergüenza—este canalla de juez, ¿qué opinaría si a él le pateasen la
cabeza en un tren, así por las buenas? ¿Se le arreglarían las ideas?
Creo que ni así. Elementos como éste —y los hay a patadas, a patadas en
la cabeza— son los que hacen que la justicia en este país sea lo que es.
Para empezar, redactando las leyes que han redactado: siempre atentos a
los derechos de los criminales, y sólo si no queda más remedio a los de
las víctimas que pasaban por allí. El gobierno, con su política hacia
los terroristas, lidera la comitiva: y en este país de borregos todos
van siguiendo al que tienen por encima dando indicaciones con la ceja;
así nos va.
Mención aparte merece el acobardado argentino, el
testigo que tiene el morro de declarar que sí auxilió a la chica, pero
que no le dio mucha importancia al asunto, "porque esto ocurre a veces
en el tren". Hombre, y también te asesinan a veces, total cuestión de
nada, seamos tolerantes. Este seguro que está en mejor sintonía con el
juez.
También hay quienes dicen que bah, casos como este, a
patadas, sólo que no los captan las cámaras. Que no hay que sacarlo de
quicio, total si no hubiese cámara nos habría dado igual.
Ah,
pero es que la cámara hace una diferencia. El observador cambia el
fenómeno observado. Pasa a ser responsabilidad directa nuestra, porque
ahora somos también testigos. Como el argentino. Y muchos prefieren
seguir sentados, como el argentino. Y, segundo, la cámara proporciona
una prueba directa al juez que ya la querría en otros casos. Aunque para
jueces como este, me temo que nunca habrá prueba suficiente.
Total, que alarma social. Hay que joderse y tocar la campana. No por los
macarras y matones, no: estos van de oficio en la existencia, son en
teoría extraños a la sociedad. Alarma, por los funcionarios que dejan
hacer al matón, para mayor comodidad propia, por no significarse. Así
que a alarmarse toca, y a comentar la infamia de este caso —y de tantos
otros de los de sin cámara— para que no se siga pudriendo el sistema, y
para que las leyes y derechos no se vayan convirtiendo en imaginaciones.
Para que no sea la patada lo que va a misa, y siente derecho, y luego
ya veremos si se atreve alguien a denunciar. Cada uno que dé la alarma
como pueda, de que esto es intolerable. En los blogs y redes sociales, o
en familia o donde sea. Que la gentuza la tenemos sentada en la sala de
vistas... frente al banquillo y con toga.
¡ALARMA! ¡ALERTA! (Dios qué cruz...).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: