Tendencioso informe
Publicado en Política. com. José Ángel García Landa
Tendencioso
y solapado documento, el elaborado por el Gobierno para enviarlo como
informe de seguimiento al programa de lenguas minoritarias de la Unión
Europea (el segundo enviado, este año). Es, sin más, un informe
elaborado con los criterios y prioridades de los nacionalistas que hacen
un instrumento político y de medre organizado de la supuesta "lengua
propia" de varias comunidades autónomas (como si el español no fuese
también su lengua propia, tanto real como legalmente).
2º Informe Periódico sobre la aplicación en España de la Carta Europea de lenguas regionales y minoritarias (PDF).
El informe comienza sugiriendo que todos
los hablantes de estas comunidades son hablantes de lenguas
minoritarias. Eso de preliminares. Luego sí que entra en detalles más
exactos, y presenta muchas estadísticas, pero un dato no aparece nunca
en ellas: el porcentaje de hablantes de esas comunidades que entienden y
hablan (o no entienden y no hablan) español. Porque sería un incómodo
99% frente a un mísero 1%. El plan seguido es organizado y simple:
presentar al español como una lengua que no es propia de esas
comunidades, ni una lengua común hablada por todos los ciudadanos.
Presentar un conflicto de comunidades de hablantes donde lo que hay es
un conflicto de proyectos políticos.
Luego, está este informe muy pendiente
del aranés y del bable, y el aragonés y otras lenguas más o menos
imaginarias o voluntaristas o que crecen a golpe de subvención: todo lo
que sean lenguas "identitarias" de supuestos territorios o naciones
dentro de la nación. Pero se despacha en cuatro líneas con las lenguas
no distribuidas territorialmente—con una alusión al romaní. Me temo que
se olvida del árabe, y del inglés, y del francés, y del alemán, y del
portugués, y del búlgaro, y del rumano, y el chino, y de otras lenguas
muy habladas en España (frecuentemente con hablantes con problemas de
comunicación) pero que no responden a la miopía selectiva o proyectos
políticos de quienes han inspirado el informe. Yo soy aragonés pero
jamás he oído a un hablante de aragonés. En más de cuarenta años. En
cambio, he oído a muchos hablantes de chino en Aragón, y los oigo cada
día. También a muchos africanos negros con problemas de comprensión de
la lengua franca—aragoneses, cero. Catalanes creo que tampoco hay
muchos. Está claro que el idioma sólo es cuestión cuando interesa que lo
sea, por otros motivos muy poco relacionados con los problemas que
tenga la gente para hacerse entender.
En el informe se ofrecen igualmente
datos abundantes de los planes oficiales de apoyo a las lenguas """"""propias""""""(nunca
se usarán aquí bastantes comillas)—subvenciones, oficinas de quejas
para mantenerlas vivas y con respiración asistida (como si fuesen
personas, vamos). En ningún caso se alude a la imposibilidad de
escolarizar a los niños en Cataluña en la lengua hablada por la inmensa
mayoría de la población. O a la marginación del español en documentos
como el Estatut de Catalunya. En ningún punto se hace alusión a los
programas de desactivación administrativa del español y de promoción del
monolingüismo "propio" por parte de los nacionalismos regionales. (Eso
por parte de políticos que a veces hablan un gallego o un vasco postizo e
institucional, o ni lo hablan en absoluto).
En fin, un informe hecho a la medida
del los extraños planes de este gobierno (y del anterior, y del
anterior) para ignorar y sabotear en lo posible la existencia de una
lengua que es española, y no "castellana", porque se habla en toda España, para
empezar, y no en Castilla. Más alarmante parecen las actitudes de unos,
y planes de otros, para acompañar este sabotaje lingüístico con un
sabotaje político. La lengua como cuña que permita, planificadamente,
fragmentar y desarticular la nación (o las naciones, que ya ni se sabe),
en lugar de unirla e integrarla. Aviados vamos como realmente surtan
efecto estas políticas, y vayamos en la dirección hacia la que tiran
estos políticos. En Yugoslavia ya lo hicieron, mira, llevándose a la
población como borregos, poniéndoles en la nariz la anilla de la lengua y
de la nación, y arrastrando de allí, tras de los intereses de ellos. Y
no fue ninguna broma lo que sucedió. Claro que aquí nos seguimos riendo
por adelantado, de momento.
(Ps: Una más para la colección, de reír o llorar, de pena: "Morir por el idioma", de Crónicas Bárbaras).
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