En la oposición
Publicado en Departamento. com. José Ángel García Landa
Hay quien dice que lee mi blog por enterarse de lo que se cuece en mi
departamento. En ese caso, le aconsejaría que fuese a fuente mejor
informada: el Diario Diario del Director, quizá, o el Correo de los
Catedráticos. O algún Boletín de la Becaria, o Pasquín de Paseos por el
Pasillo que se publique de boca de druida a oído de druida. Lo que es
yo, con poca gente hablo en el pasillo, y me entero de las cosas
normalmente por el correo institucional. Información privilegiada, cero:
gajes de estar en la oposición... aunque creo que no soy el único
desinformado, y que el personal anda en general silencioso y cada cual
resignado a su nivel de información.
Pues hoy nos habían
anunciado por e-mail que había un concurso de acceso para una plaza en
nuestro centro y departamento: un anuncio así neutro, que no te dice "de
quién es la oposición"—supongo que se seguirá utilizando la vieja
terminología que pervive mientras van pasando los efímeros Reales
Decretos que regulan el acceso a los cuerpos de funcionarios
universitarios. Así que me he acercado a ver "de quién era la
oposición", y era de una colega recientemente habilitada, la Dra. Silvia
Martínez Falquina—que lo ha hecho a plena satisfacción del tribunal, y
es por tanto felicitada también desde aquí en el momento de un right of passage tan importante en la carrera académica.
Es muy de agradecer que nuestro departamento nos comunique dónde y a
qué hora tienen lugar estas pruebas (aunque no nos digan quién es "el
interesado" ni la lista completa de concursantes). La Universidad envía
anuncios a todo el profesorado, sí, bastante crípticos (tipo así: "Decimoctava
resolución en la que se publica la relación de aspirantes a las
dotaciones por orden de prelación del concurso público para la
contratación de profesores asociados. Curso 2007/2008. Plazas nº150,
210, 211, 212, 220, 221, 235, 236, 259 y 277"—y si te dedicas a
abrir todos los pdfs que te llegan así varias veces por día, pues no
harías otra cosa. El exceso de información no es informativo, y es por
tanto imprescindible que para mejor información estas cosas se
comuniquen de modo más claro al departamento o centro en cuestión al que
se refiere la plaza — aprovecho para recordar que nuestro departamento
está desperdigado por dieciocho centros distintos. Bien, pues el
departamento no tiene ninguna obligación de informar de esta manera—y
esa falta de obligación la venía ejerciendo hasta ahora de manera
ostentórea, a veces recordando a los que solicitábamos este tipo de
información que no era obligación suya hacerlo, que en todo caso si se
llegaba a hacer sería por cortesía.... No se hacía, como digo, y en la
oposición de cátedras a la que me presenté, el director se sulfuró
porque yo, uno de los opositores, envié un correo a los profesores del
departamento indicando dónde tenía lugar la prueba de cátedra—la primera
que había en quince años, cosa irrelevante, vamos. A juicio del
director, por entonces el Dr. Collado, con pinchar el anuncio en la
puerta de la sala en la que se hacía la prueba, era más que suficiente—y
vamos, supongo que esperaría que todo el profesorado se pasease cada
día por todas las salas de todos los centros a ver si había pinchado
algún anuncio de alguna prueba "pública". (Luego hubo mangoneo en la
oposición, cómo no).
Bien, pues hoy puedo decir que sí se nos
ha avisado—primera o segunda vez, si no me fallan los cálculos. Me he
pasado por la prueba, y he apreciado rápidamente que la Dra. Martínez
Falquina era la única concursante. Y que en el tribunal estaban cinco
miembros del equipo de investigación al que pertenece, o sea que era de
prever que todo fuese sin novedad en el frente. Dicho sea no como
crítica a la Dra. Martínez Falquina, en absoluto (pues no es ella quien
designa los tribunales) sino como descripción objetiva de las
circunstancias—un equipo que coloca a uno de sus miembros, o una
profesora que lleva a buen puerto una carrera tras de muchos esfuerzos y
trabajo, elíjase la descripción que se prefiera, pues las dos son
seguramente ciertas. Mucho se ha ensalzado la labor de equipo por parte
del tribunal—y bueno es que se trabaje en equipo, aunque no tan bueno
cuando es para el apoyo mutuo de los miembros del equipo en contra de los derechos de otras personas, como hace con frecuencia el equipo dirigido por la Dra. Onega—y no es el único en hacerlo, tampoco digo eso.
Bueno, un momento un tanto chusquillo ha habido cuando describía la
candidata su proyecto de investigación al tribunal "en tercera persona",
como si estuviese hablando de una colaboración con investigadores de
Sinsinnati, siendo que la directora del proyecto del que hablaba, y
cuatro miembros del equipo, estaban en la mesa del tribunal... pero el
opositor tiene que pasar por estos trances de circunstancias un tanto
artificiosas, cuando no hay oposición real (me refiero a otros
concursantes) y en un concurso que por tanto tiene un cierto aire de
celebrarse por cubrir el expediente.
El problema con estos
trabajos en equipo sintonizado es que te puede quedar la duda de si te
colocas o te colocan. O sea, de si tus méritos son tuyos, o si te están
comprando futuros apoyos, o pagándote los pasados. Este comentario lo he
oído directamente de boca de personas que aun reconociendo actuaciones
erróneas o injustas de alguien, me decían: "Pero yo no me puedo oponer.
Es que le debo la plaza..." Vaya, baja autoestima, y poco sentido
crítico. Y mucha fidelidad al equipo, eso sí—y al líder sobre todo.
Por si llegase esto a oídos de la Dra. Martínez Falquina y se enfadase
conmigo por aparecer en la gacetilla— (pues conflictos con ella no tengo
ninguno, sino que más bien le deseo mucha suerte—aparte de las
actuaciones en bloque de su equipo)... —Una cosa diré sobre la oposición
de hoy, dicho sea "desde la oposición" (O sea, que considero mi versión
aún más independiente que la del tribunal en este caso, por menos
interesada): su actuación ha estado realmente bien; la exposición que ha
hecho ha sido excelente en soltura y organización, ha exhibido un
currículum más que suficiente para obtener la plaza, ha tenido
experiencia docente tanto en EE.UU. como en Inglaterra, cosa que otros
no tenemos, ha expuesto de modo convincente su actividad como profesora,
y se ha expresado en un perfecto inglés: un ejercicio redondo, en suma.
Con lo cual tampoco quiero decir que debido a los méritos propios pueda
prescindir de un grupo de ayuda mutua: en Realpolitik, eso no se lo aconsejaría a nadie.
Porque los resultados de las oposiciones en la universidad no dependen
siempre del currículum ni de lo bien que se haga el ejercicio, sino,
sobre todo y en primer lugar, de cómo sople el viento y cómo se ubiquen
las personas en la dinámica de grupo. Esta vez soplaba a favor—no como
en mi oposición. En la segunda (la de cátedras), porque en la primera,
la de titular, también soplaba a favor. También es cierto que en mi
oposición de titular me presenté solo, y en la de cátedra no obtenida
había varios concursantes, ninguno de los cuales sentó cátedra:
Usted mejor ni se presente. O este otro usted— no tiene una monografía
del perfil. Que usted sí la tiene... vaya... bueno, pero no me gusta su
línea de trabajo, para mí eso no cuenta. Además no ha presentado usted
proyecto de investigación —ah, ¿que sí lo ha presentado? Da igual, pongo
que no.
Y aquí seguimos... de eterno opositor, y con el asunto en los juzgados.
En el concurso de hoy, en cambio, todo buen feeling, jolgorio y
desenfado, todo visiones positivas y palmaditas mutuas en la espalda,
como ha de ser en los grupos bien avenidos. Así que he considerado que
si me iba antes del final no me perdía gran cosa. "A concursos de acceso
como este, me apunto a cien si hace falta", decía una de los miembros
del tribunal. Toma, y yo. Sobre todo como opositor. Pero no siempre
vienen así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: