... But at my back I always hear
Time’s wingèd chariot hurrying near;
And yonder all before us lie
Deserts of vast eternity.
Thy beauty shall no more be found,
Nor, in thy marble vault, shall sound
My echoing song: then worms shall try
That long preserved virginity,
And your quaint honour turn to dust,
And into ashes all my lust:
The grave ’s a fine and private place,
Me parece percibir un eco en este poema, y una curiosa reinversión de papeles... Se nos describe a la dama en el papel de Narciso (era, después de todo, una posición femenina la de Narciso) y el poeta en la situación de Eco, la ninfa quejumbrosa. Que acabó reducida a una voz (como el poeta hoy que leemos su poema; qué es Marvell sino una voz). La dama del amor cortés se ha hecho con la autoridad masculina de Narciso (es el poeta quien besa, y ella quien decide si pone la mejilla) -- y también con el frío narcisismo del espejo. El espacio de la amada, en lugar de un útero acogedor, se ha convertido en una marble vault... y los gusanos son símbolos fálicos de pesadilla, claro. El polvo del que habla Marvell no es el "polvo enamorado" de Quevedo o de Luis Eduardo Aute. Y controla bien el tono cuando aprecia, con grave sarcasmo, las delicias de la tumba como espacio privado...
but none, I think, do there embrace.
Qué horror, para el sujeto de deseo (sujeto al deseo) concebir lo que no llega a ser nunca, perpetuando su nada en deserts of vast eternity... por suerte, tampoco tenemos (ni siquiera tenemos) esas vastas eternidades. La virtualidad que no se materializa, pronto ya no es ni siquiera virtual. Nuestra vida breve empieza y termina en sueño, como decía Próspero, y transita, entretanto, por sueños. Uno de los más recurrentes, el sueño del abrazo del cuerpo que lleva al abrazo del alma...
The soul’s a fine and private place,
but none, I think, do there embrace.
but none, I think, do there embrace.
—oOo—
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: