23 de enero
Llevo días con la conexión a Internet manga por hombro, perdiéndola constantemente, e intentando en vano que la compañía AUNA se dé por aludida... cuando consigo hablar con ellos, al cabo de muchos intentos en los que un amable robot me contesta que "todos nuestros operadores se encuentran ocupados", no me arreglan nada. Y lo de hoy, ya, cuando hablo con una operadora, me dice que llame mañana por favor, porque hoy no les funcionan los teléfonos para comunicarse entre sí.... Vamos, ya es la reoca. En casa del herrero, cuchillo de palo. Oséase que si alguien me manda un himeil urgente y no contesto tan urgentemente, pues será por eso.
Hoy vemos el apartamento nuevo de Eva, con vistas al Pilar, en un ex-barrio viejo donde ahora casi todas las casas son novísimas. Está cerca de una fuente donde sale una cabeza de monstruo de lago Ness o serpiente marina; los críos ya se han quedado con el detalle, y les encanta. Y el apartamento está nuevo novísimo parece que lo estrene, la casa no llega a diez años. Está muy bien, lo único es lo pequeñito que es, pero claro, para eso se compra uno primero el pequeño, para después pasar a uno más grande, cuando la necesidad espacial apriete y el cinturón deje de estar apretado —para volverlo a apretar. Es el sistema. Con el cinturón cada vez más apretado para todos desde que las casas suben mucho más que la vida, y astronómicamente más que los sueldos, por supuesto. Aún diremos que se lo ha comprado a tiempo si es eso que dicen de que la Expo etc. va a hacer subir los precios aún más.
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