20 de enero de 2005
Hoy asisto a la conferencia de Juan Luis Arsuaga en el Centro de Historia de Zaragoza. Conocía de él su libro sobre la evolución humana El enigma de la esfinge, que me impresionó muy favorablemente. En la conferencia, o más bien en el debate posterior, se le ve quizás un poco más arbitrario, quiero decir más dado a especulaciones o incluso a afirmaciones tajantes sobre cuestiones que podrían tener otra explicación. Dicho sea sin ánimo de ofensa, ni tan siquiera polémico, sólo en aras del diálogo (o monólogo) intelectual. Por ejemplo, no ha querido debatir, en un momento un poquitín tenso, sobre las dudas en su equipo en lo tocante a si el Antecessor es realmente el antecesor común de cromañones y neandertales, y no una línea muerta.
Yo le pregunto por el caso del hombre de Flores, por ser reciente; y como tema más relacionado con su conferencia, por las posibles razones de una aceleración en la encefalización que comienza en torno a la época de Atapuerca, en dirección hacia los Homo Sapiens y Homo neanderthalensis. Arsuaga arguye paralelismos con otros casos de evolución acelerada, por competencia con depredadores, por ejemplo... Pero eso no atiende, creo, a la especificidad de este cambio. Arsuaga dice en su libro, bueno, en el que yo conozco, que "Según mi interpretación de la historia de la vida, la llegada de la consciencia no es inevitable por mucho tiempo que pase". Pero esta es una frase que se autodestruye, pues presupone la llegada de la consciencia, es decir, del hecho que considera aleatorio. Hay un problema relativo a la retrospección en esta teoría, que no acaba de asumir que las tendencias sí existen, aunque sólo se puedan detectar a posteriori. Por ejemplo, el diagrama cladístico reproducido en el cuadro 28 del libro de Arsuaga es claramente direccional, visto desde nosotros: las especies más encefalizadas se ramifican más. Y es que en gran medida la teoría ha hecho abstracción de la inteligencia (aunque sí habla mucho de encefalización). No hay una tendencia de fondo a la complejidad si hacemos abstracción del pensamiento, pero hay un resultado, el pensamiento, y a partir del resultado es como medimos la tendencia. Claro que una teoría que no tenga estos factores en cuenta está insuficientemente equipada como teoría evolucionaria global: como cuando Arsuaga dice que realmente no tenemos razones para decir que un humano es más complejo que un ostracodermo, o que los Neandertales son tan modernos como nuestra propia especie. Según la finura del instrumento de medida, dos cosas pueden ser iguales: así, una balanza nos dice que en sus propios términos no hay diferencia entre un ser humano y sesenta kilos de chuletas, o de piedras (cien en mi caso). La balanza paleontológica afina más, pero una teoría evolutiva completa necesita los instrumentos evolutivos que añaden pensadores como Vico, Hegel, Marx y Goffman. Ojo, que son cosas que Arsuaga tiene en cuenta en su libro (si no en su conferencia) en su discusión del origen de la mente, y de las teorías emergentistas, en relación al libro de Steve Mithen Arqueología de la mente (1998), o al "neolamarckismo" de Jacques Monod. Y allí afirma bien claro que "A diferencia de la física, donde existen leyes universales y rígidas, en la biología las causas son históricas". O sea que igual parece que estoy argumentando contra Arsuaga y estoy en realidad argumentando a su favor, o más bien gracias a él. Pero quizá, por utilizar una imagen relativa a estas teorías emergentistas, no estén todavía bien establecidas las conexiones entre los diversos aspectos de la teoría evolutiva, o, aún menos, de la teoría evolutiva y la historia de las culturas humanas.
Arsuaga arguye en una publicación reciente que el hombre de Atapuerca conocía el lenguaje, con un argumento que a mi entender es insuficiente: que los huesecillos del oído son sustancialmente los del hombre actual. Aquí parece poner el carro antes de los bueyes. (En el libro, por cierto, Arsuaga confiaba bastante menos en las indicaciones fósiles sobre estas cuestiones). En la línea de Gould, por ejemplo, podríamos argüír que la presencia de esas estructuras óseas no es un argumento válido, pues habría una especie de hindsight bias aquí. Según la teoría de la exaptación de Gould, primero surge el órgano, y luego halla un uso accidental o colateral. La existencia de un órgano capaz de captar lenguaje articulado no presupone la existencia de lenguaje articulado; más bien es la condición sine qua non para que éste surja en un momento dado. Y, además, ¿qué es el el lenguaje? No es un blanco y negro, una súbita explosión (bueno, quizá a escala geológica sí, pero)- es un hacerse, una evolución. La teoría del "equilibrio puntuado" de Gould viene a ser el equivalente en evolución de la teoría neocatastrofista, o de la teoría de las revoluciones científicas de T. S. Kuhn: una especie viene a ser un paradigma establecido, en el marco del cual se hace "ciencia normal" sin grandes innovaciones de base; y una nueva especie sería algo así un cambio de paradigma. La exaptación vendría a ser una de las posibles bases de ese cambio de paradigma. Puestos a especular, yo diría que la encefalización posiblemente fue acelerada por la evolución del lenguaje, y viceversa, en una espiral evolutiva o "retroalimentación positiva" como dice Arsuaga con respecto al diálogo entre conducta y mutación (p. 407). A ello se suman, por supuesto, múltiples cuestiones adicionales como quizás la neotenia; o la competición con otros depredadores, o (seguro) la selección sexual y el desarrollo de estructuras sociales, o la capacidad de mantener una dieta carnívora mediante el desarrollo de la técnica. Cuestiones todas que a su vez también interactúan entre sí...
[PS: En 2008 seguimos en las mismas, con el congreso de Barcelona reseñado en este blog, Babel's Dawn]
Yo creo que no son incompatibles el "monodismo" que dice que las especies "eligen" o hacen su propio destino, y el darwinismo que dice que todo resulta de fuerzas ciegas. La especie humana va eligiendo y haciendo su propio destino, pero sólo mientras tenga suerte, porque no controla todas las fuerzas ciegas que en última instancia acabarán con ella como con todas las demás especies.
Y ahora a por el enigma de la Esfinge (Arsuaga, p. 413):
"Según la leyenda, en una colina en las proximidades de la ciudad de Tebas había una esfinge que planteaba un enigma a todos los caminantes que pasaban por allí. Para quienes no contestaban correctamente a la pregunta el castigo era ser devorados por la Esfinge, pero el premio para quien adivinara la solución era la mano de la reina viuda de Tebas, Yocasta, y el trono de la ciudad. Y así fue como Edipo llegó a ser rey, aunque eso no le dio precisamente la felicidad sino que arruinó el resto de su vida (Yocasta era en realidad su madre y Edipo había matado antes a su padre). Estaba mucho más feliz Edipo cuando vivía ignorante en las montañas, sin conocer su cruel destino. Edipo Rey, la obra de teatro de Sófocles, es una tragedia".
Para Arsuaga, es la tragedia de la humanidad abandonando la condición bestial y descubriendo la verdad, que sin embargo nos hace libres: Darwin nos reveló nuestra verdad, que no tenemos un lugar privilegiado en el cosmos, y eso es a la vez una tragedia y una liberación:
"El descubrimiento de la verdad nos hizo, al fin, libres" (p. 416).
Por cierto, que todo esto me recuerda a las tragedias de Shakespeare, donde sí hay destino trágico, y que como trágico se puede contar, pero sólo una vez se ha producido: no estaba predeterminado antes, como bien señala Bradley.
Yo creo que hay otras lecciones evolutivas en el enigma de la esfinge, aparte de ésta que señala Arsuaga. Pero para eso nos tenemos que fijar más de cerca en el enigma que proponía la Esfinge, y en la respuesta de Edipo.
Es irónico que Edipo había resuelto el enigma de la esfinge, y se sentía muy satisfecho de ello, pero de hecho sólo lo había acertado a medias. La pregunta era: "¿Qué ser camina con cuatro pies por la mañana, con dos a mediodía y con tres por la tarde?" Edipo: "El hombre". Contémosla por buena, dijo la esfinge; pero se guardaba un triunfo en la manga para vengarse de Edipo. Porque Edipo habla de "el hombre" en tercera persona, sin pensar que la cosa va con él, directamente. Que él es el hombre en cuestión. Porque Edipo, el cojo, había caminado de niño a cuatro patas por haber tenido los tobillos perforados, no sólo por ser niño, y de viejo andaría con bastón por ser ciego, no sólo por ser viejo. De la misma manera, Arsuaga no parece ver que el enigma de la esfinge nos cuenta la historia de la evolución humana: de niños andamos a cuatro patas, a saber, procedemos del reino animal, de adultos, como Edipos ingenuos, nos enorgullecemos de nuestro bipedismo que nos hace seres privilegiados y diferentes a los animales, y de viejos... nos apoyamos en la tecnología para poder seguir en pie. Incluyendo la tecnología intelectual que suponen las teorías de la evolución y la construcción de narrativas coherentes con los signos dispersos del pasado. De te fabula.
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