Estamos con mamá en Bueu, y hemos tenido suerte de que hace buen tiempo. Nos habría gustado enseñarles la casa a ella y a papá; lástima que no ha podido ser. Ayer hicimos el viaje en pocas horas, relativamente, y aún nos dimos un paseo por Pontevedra. Luego, a desembarcar en la casa de la ría. A mamá le ha gustado mucho tanto la casa como el pueblo. Hoy hemos estado por el paseo marítimo, y había una concentración muy gallega de esos carricoches que parecen los Autos Locos. Luego me he bajado a la playa, donde estaba solo, y eso que el día era muy soleado. Los demás no se animaban. Cómo correría tu padre por esta playa, dice mamá. El mar está alterado y rarito, mucho más alto que en verano, está difícil bajar a la playa por la escalera de las rocas. He estado tocando la guitarra hasta que se me ha partido una cuerda —toing!– y hasta un rato después, a mí ya no se me detiene con una cuerda rota. Bueno, eso al menos tiene reparación. Aún estoy colgando fotos del verano, y las de este epílogo se me van a mezclar con ésas, me parece. Se me hace rarita la playa vacía, hors-saison.
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