jueves, 5 de mayo de 2011

A Single Man

Es una novela de Christopher Isherwood, la mejor que escribió, dicen.  Y últimamente han hecho una película con Colin Firth y Julianne Moore (2009), que aún no la he visto. La novela narra a la manera de Ulises un día en la vida de George, un profesor universitario inglés expatriado en California, allá por 1964, cuando se publicó la novela. Un día—desde que se despierta George, y recupera su identidad social de George.  Lo que se despierta es una cosa que se mira al espejo y se va recuperando poco a poco a sí misma:


"Mirando y mirando fijamente al espejo, esta cosa ve muchas caras en su cara—la cara del niño, del chico, del hombre joven, del no tan joven—todos aún presentes, conservados como fósiles en capas superpuestas, y como fósiles, muertos. El mensaje que le envían a este ser vivo que va muriendo es: Míranos—hemos muerto—¿qué hay que temer? (2)

Ese pasado presente irá volviendo o latiendo bajo la superficie del transcurso del día. Hay que acordarse cada día de ser quien eres, ocupar tu sitio en el tráfico, e interpretar el papel que se espera de tí. Sobre todo si eres homosexual oculto, los homosexuales en el armario son especialmente conscientes de la teatralidad de la vida cotidiana. George es a single man, un hombre solitario, que ha perdido hace poco a su compañero Jim, muerto en accidente hace algún tiempo. Está este George en un momento crítico de la vida, unos sesenta años, no sabe si esperar algo del futuro o si ya todo ha sucedido y lo que vale la pena de la vida está ya en el pasado. George pasa el día pasando por su trato con los vecinos de su urbanización, con los estudiantes y colegas, por una clase de literatura sobre Aldous Huxley (amigo de Isherwood, que lo introdujo a sus círculos psicodélicos y gurús hinduistas). Sigue una visita a un hospital, por la tarde, a una antigua amante de Jim que está muriendo. Luego una cena en casa de una vieja amiga mutua, Charlotte, bohemia como él, que tiene esperanzas de que George, a single man, un soltero, se traslade a vivir con ella—¿se case tal vez? Pero George, a pesar de beber mucho, se escurre de casa de Charlotte con alivio, sólo le falta pensar silly bitch... Y es que aunque es amable y educado, las mujeres no son lo suyo, en absoluto, y menos cuando intentan meterse a organizarte la vida, o bien cuando intentan—horror—reproducirse. A George le gustan los jovencitos bien formados, pero no los niños, describe con auténtica heterofobia el agobio y desprecio que le producen las familias criando niños a su alrededor. Su mente está llena de referencias clásicas, literarias, preferentemente de la acera homosexual, y en su trato con los estudiantes, en clase y fuera de clase, expresa indirectamente sus deseos, su soledad, sus ganas de conectar con ellos; tiene ensoñaciones eróticas paseando por el campus, o cascándosela tras una conversación "interesante" con un estudiante, Kenny, y ese es todo su erotismo. Ya no está para esos cuerpos jóvenes George, aunque sí se da un baño loco con este estudiante en la playa, en pelotas, un momento en el que se arriesga la identidad de George, y todo podría pasar. O de hecho pasa, porque el baño con Kenny es un momento dionisíaco de sexualidad indirecta, una comunión con el cosmos a través del muchacho al que George no puede abrazar... pero que le recuerda a un efebo griego, mal vestido con las toallas—le ve posibilidades a Kenny de ser iniciado a los placeres de la homosexualidad, al muchacho, pero él va a tomar el triste camino de la heterosexualidad, parece... Así que George le ofrece a Kenny dejarle su casa como picadero, como último modo de gozar indirectamente de él. Sabe que se han encontrado deliberadamente como quien no quiere la cosa—los signos de entender son muy indirectos, ni se entienden a veces—pero no le puede nombrar "el amor que no se puede nombrar", sólo hablarle de la vida y la experiencia y lo que enseña:


'I know exactly what you want. You want me to tell you what I know—
    'Oh, Kenneth, Kenneth, believe me—there's nothing I'd rather do! I want like hell to tell you. But I can't. I quite literally can't. Because, don't you see, what I know is what I am? And I can't tell you that. You have to find it out for yourself. I'm like a book you have to read. A book can't read itself to you. It doesn't even know what it's about. I don't know what I'm about— (144)

Toda la novela es una prolongada figuración de la homosexualidad de George, y de su soledad también, es single en muchos sentidos, también es everyman, un hombre cualquiera, con sus raíces que ha dejado atrás pero que le rondan, con su historia a cuestas que le pesa, con su futuro cada vez más cerrado pero todavía abierto.... Se duerme tras mucho transnochar sin planearlo, pensando que el futuro tal vez aún le reserva un nuevo amante, un nuevo Jim con el que pueda vivir años felices. Pero esa misma noche deja de existir, como a cualquiera le puede pasar, por un derrame cerebral mientras duerme. Y George deja de ser George, como cada noche sin más... pero a la vez muere en un estado digamos nirvana, comparable a la disolución del yo en un mar universal, y por tanto moderadamente erotizado por los recuerdos del baño nocturno en el mar—en realidad la muerte es una especie de gran baño nocturno, pero para qué sirven los baños del mar en el mar, es George el que se tendría que bañar, y eso ya no puede ser. 

Un momento interesante es en la clase, a cuenta de una alusión a las minorías marginadas y perseguidas. George no confía mucho en impresionar a sus estudiantes ni enseñarles demasiado, pero sí cree que a veces en clase salen perlas, normalmente margaritas a los cerdos, perlas que algunos quizá sí sabrán captar. Esta es la perla que le sale su clase en este día crucial, perla sin planificar, día crucial sin que él lo sepa:


"Dónde estaba? Ah, sí... Bueno, suponed que a la minoría sí se la persigue—da igual por qué—razones políticas, económicas, psicológicas—da igual—siempre hay una razón, por equivocada que sea—a eso voy. Y, claro, la persecución en sí siempre está mal. Seguro que en eso estamos todos de acuerdo. Pero lo peor es que, y ahora nos encontramos con un mito progresista—Porque la mayoría perseguidora sea vil, dice el progresista, por tanto la minoría perseguida debe ser pura sin tacha. ¿No veis qué estupidez es eso? ¿Por qué no van a ser los malos perseguidos por los peores? ¿Acaso tenían que ser santos todas las víctimas cristianas del anfiteatro?
    "Y una cosa más os diré. Una minoría tiene su propia modalidad de agresión. Retan descaradamente a la mayoría a que los ataque. Odian a la mayoría—y no sin causa, ya os lo digo. La minoría odia incluso a las otras minorías—porque todas las minorías están en competencia mutua, cada cual proclama que sus sufrimientos son los peores, sus agravios los más negros. Y cuanto más odian, y más perseguidos son, más desagradables se vuelven! ¿Creéis que vuelve a la gente desagradable, el que los amen? ¡Bien sabéis que no! Entonces, ¿por qué habría de volverlos agradables, el ser aborrecidos? Cuando te persiguen, odias lo que te está pasando, odias a la gente que hace que pase; vives en un mundo de odio. Es que ni siquiera reconocerías al amor, si te lo encontrases. ¡Sospecharías del amor! Pensarías que había algo detrás—algún motivo, algún truco...  (54)

Supongo que George está pensando en su propia minoría perseguida, los homosexuales que han de ir con cuidado entre tanta gente que los aborrece—o quizá esté pensando en sí mismo, última minoría del mundo, a single man. En todo caso, no deja de aplicársele el cuento a él con su amiga Charlotte, aunque en eso no está él pensando para nada.

El profesor de literatura, piensa George, o Isherwood, es como un vendedor callejero que vende diamantes auténticos en la vía pública, por cuatro duros, pregonando su autenticidad. Por supuesto todos piensan que son falsos, y nadie los compra. Menos algún raro individuo que sabe distinguir los diamantes de los cristales—y sin embargo todo se anunciaba claramente. Lo que no sabemos es si los vendedores saben lo que venden; es posible que unos sí y otros no.


 
 
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