viernes, 30 de octubre de 2009

Judith Butler, lenguaje, sexismo y resignificación


El poder del lenguaje en la teoría feminista de Judith Butler —Notas sobre la conferencia de la Dra. Elvira Burgos Díaz (Universidad de Zaragoza) en las jornadas sobre LENGUA Y GÉNERO: ACTUALIDAD Y PERSPECTIVAS (Organizadas por la Universidad de Zaragoza, el Instituto Aragonés de la mujer y el grupo Sylex/Zaragoza Lingüística). Salón de Actos del Instituto de Ciencias de la Educación, Universidad de Zaragoza, 30 de octubre de 2009


El poder del lenguaje en la teoría feminista de Judith Butler

Butler no es lingüista propiamente, pero formula una filosofía del uso del lenguaje desde la crítica al sexismo y desde la teoría del sujeto.

Se parte de la crítica de Hamann a la teoría del sujeto de Descartes o de Kant: contra el pensamiento como una entidad aislada, se pasa a una centralidad del lenguaje, como algo que posibilita el pensamiento. En el XIX Nietzsche aporta una dimensión novedosa sobre el lenguaje. El lenguaje crea mundo, abre mundo, no sólo comunica algo preexistente, y allí emerge el individuo, que es imposible de pensar fuera del lenguaje. Es el "giro lingüístico" de la filosofía. Dentro de este giro lingüístico, la teoría de Judith Butler se encuentra dentro de la corriente del "giro performativo". ¿Qué es la concepción performativa del lenguaje? Que, además, tiene que ver con toda una concepción del mundo, una nueva concepción de lo que son las mujeres y los hombres. Y también con una teoría del lenguaje agresivo, de la lucha contra las palabras que pueden causar un daño.

El giro performativo es característico del postestructuralismo. No se concibe al individuo como un ente aislado de su mundo; esta concepción del sujeto, y de la libertad del mismo, queda quebrada. El sujeto no nace, sino que se hace (como decía Beauvoir); es la línea clave del pensamiento postestructuralista en la que se ubica Butler. El contexto hace al individuo; nace en un contexto preexistente que le configurará como ser humano. Parte esencial de ese contexto es el lenguaje: así se nos nombra (no nos autonombramos), y con ese signo lingüístico se nos comienza a configurar como sujetos. El cuerpo no es suficiente de por sí para la vida social: hay que constituir una presencia social y un nombre. Y así nos volvemos "vulnerables lingüisticamente"—estamos en relación de dependencia constitutiva con respecto al lenguaje.

¿Es niña o es niño? La pregunta ya condiciona la presencia de la criatura en el mundo. No tiene que ver sólo con la anatomía o la biología, sino con la interpretación social y lingüística que se hace de ese cuerpo. El lenguaje nos preexiste, y lo aprendemos, juntamente con una carga valorativa constituida socialmente. Y así el lenguaje nos constitutye por el método de la repetición y la imitación. Adquirimos el instrumento junto con todos los valores que van asociados a él y se transmiten con él. El contexto nos configura, nos otorga una identidad, mediante la repetición y la imitación de los usos sociales. Yo hago mío el lenguaje, pero antes él me ha hecho a mí—hay aquí un doble movimiento.

La teoría performativa del lenguaje se remonta a John Austin, Cómo hacer cosas con palabras. Los enunciados no son únicamente constatativos, con valor de verdad o de mentira; hay enunciados realizativos o performativos, expresiones que hacen cosas, que tienen efectos sociales—por ejemplo una promesa, un insulto, una fórmula ritual…. La formulación inicial de Austin era un tanto confusa pero abrió caminos al pensamiento. Estas acciones lingüísticas no se analizan bajo el prisma de la verdad o la mentira, sino del éxito o el fracaso. Ahora bien, Austin seguía concebiendo al individuo cartesianamente, un sujeto no socialmente consitutido. Así estas expresiones las concebía Austin como una expresión del poder y autonomía del sujeto hablante.

Derrida revisará estas tesis de Austin desde una perspectiva postestructuralista, y será la perspectiva performativa de Derrida la que resultará esencial para la teoría de Judith Butler. Lo que para Austin era accidental, los "fallos" performativos, se convertirá en esencial para Derrida. No hay posibilidad de éxito sin posibilidad de fallo. Para Austin, los performativos eran aquellos actos de habla en los que no hay diferencia entre decir y hacer, pero hay algunas situaciones en las que esto se quiebra: la ficción teatral, la literatura o poesía, o los monólogos privados, las citas… para Austin no se daban entonces las condiciones para el éxito performativo: el sujeto no está "autorizado". Para Derrida, la cita no es una excepción: la citacionalidad es la esencia misma del uso del lenguaje. Es una concepción totalmente diferente: el uso del lenguaje es una secuencia de citas y repeticiones. Todo tipo de lenguaje constituye su orden mediante la citacionalidad—y en esto Derrida va, claro, mucho más lejos que Austin.

Así pues, nazco y aprendo un lenguaje a partir de la repetición y la imitación: reconocemos las palabras porque ya están oídas antes; si el lenguaje fuese completamente creativo no habría posibilidad de entendimiento. El sujeto es sólo un elemento de la cadena de significación; un elemento crucial, pero que es constituido por esa misma linguisticidad. El sujeto es un sujeto vulnerable, constituido lingüísticamente. Su acción puede tener éxito o puede no tener éxito. El éxito o el fracaso de una acción lingüística es un riesgo: nada asegura el éxito de los usos lingüísticos. Se abre también la posibilidad así de que las palabras sexistas, racistas, homófobas, las palabras destinadas a herir, no causen el efecto que buscan.

En Estados Unidos hay mayor tendencia al control del lenguaje, a la intervención mediante la censura o la prohibición del lenguaje sexista, racista, pornográfico, etc. —o el control de las imágenes, pues no hablamos sólo de palabras sino de otros tipos de materialidades que transmiten significados y valores, las imágenes, que también transmiten sentidos y valores. El debate sobre los límites y de la prohibición y la censura es problemático. Sobre el lenguaje agresivo, Butler tiene una perspectiva propia: critica la presuposición de que el lenguaje siempre hace lo que dice—que el sujeto controla los efectos que va a provocar su lenguaje. Es una concepción desfasada, se pierde de vista lo colectivo, según Butler. La censura presupone esa concepción tradicional del lenguaje y del sujeto. Butler es crítica con esto, poniendo en escena su concepción del lenguaje siempre abierto al fracaso, y del sujeto constitutivamente vulnerable; y precisamente por eso capaz de actuar y responder. El sujeto es capaz de contestar, de resignificar de modos imprevisibles el mensaje recibido: el lenguaje está fuera de control para el sujeto; no podemos controlar su recepción.

Tampoco nuestro ser entero está bajo nuestro control: se nos escapan sus efectos. El sujeto habla no sólo su discurso, también habla con su cuerpo, y allí el inconsciente se hace cargo. Por ejemplo, en el caso de los insultos pueden verse desactivados por el lenguaje corporal, o viceversa, un lenguaje educado puede ser desautorizado por el cuerpo que habla. De ahí hablaba Felman del "escándalo del cuerpo que habla", de la siempre posible desacompasación de esos mensajes.

Butler no cree que se pueda vivir en una sociedad sin normas. Pero la censura (o sólo la censura) no es el camino adecuado para cambiar el lenguaje agresivo. En la propia lógica del lenguaje, en la repetición y la imitación, y en la resignificación, está la solución al problema. El lenguaje agresivo, o el lenguaje que hiere, hay que hacerlo circular, verbalizarlo y darle otro sentido. (Es la herencia de la teoría psicoanalítica, la teoría de la reelaboración de los traumas). Por ejemplo la revalorización de lo femenino, de la mujer, tal como se ha hecho desde el feminismo, mientras que siempre había ido asociado a términos negativos.

La apuesta de Butler es, pues, la repetición y la reelaboración, pero siempre abierta a la posibilidad del fracaso, y siendo conscientes de que la palabra nunca está bajo control, y siempre está sujeta a debate.

Turno de preguntas tras la conferencia:

Se habla del reciclaje de palabras ofensivas como "bollera", "mujer pública", "individua" y de su reutilización—por supuesto también sobre los límites de la misma, según quien intente "reapropiarse" de las palabras reapropiadas, en un contexto nuevamente ofensivo…

También se preguna por "hacer cosas con cosas", por el uso simbólico de las acciones e imágenes, y no sólo con las palabras. En un sentido amplio podíamos entenderlo como un lenguaje, dice Burgos, porque todo es lenguaje en el sentido de que organiza sentidos, transmite valores, permite actuar y desear, etc. Lenguaje en sentido amplio, el mundo social que nos rodea (insiste Burgos en la primacía del lenguaje). El lenguaje abre espacios de inteligibilidad pero cierra otros espacios. En ese sentido vivimos en un universo lingüístico, pero eso no quiere decir que controle todo, porque está sujeto al exceso. Hasta lo que se calla forma parte del lenguaje, lo que no se puede decir, lo que se censura ya de modo implícito e inadvertido. Lo excluido como elemento subversivo también procede de la teoría de Derrida, o lo prohibido para determinado grupo, lo impropio de los hombres, etc. En la teorización de la nueva masculinidad, por ejemplo, tendría mucho que decir esta aproximación.

Yo pregunto a Elvira Burgos si tiene una actitud crítica o expositiva frente a la filosofía de Butler: si cree que hay elementos de la misma que podrían prestarse a matización o reformulación. Y más en concreto: ¿cuál sería la aplicación que se hace, o que se debería hacer, de la filosofía de Butler en el actual contexto político español?

Me contesta Burgos que se suele interpretar que ella es una gran "forofa" de Butler, y que en efecto lo es, pero que sí considera aspectos de su pensamiento matizables, aunque no entra a especificarlos por no estar directamente relacionados con las cuestiones hoy debatidas (se referirían más, al parecer, a la teoría de lo queer). Sea como sea, considera que está teniendo un gran eco hoy el pensamiento de Butler, no tanto en lo institucional, sino más bien en los movimientos sociales que es donde se hace (según la teoría misma de Butler) la acción política a muchos niveles. En ese sentido sí está siendo un pensamiento muy influyente en España.


Me quedo con ganas de preguntar más cosas—por ejemplo esos aspectos de la doctrina queer que se prestan a desacuerdo—o cuál habría de ser la política butleriana al parecer basada en la "no prohibición" aplicada en un contexto institucional... cosa que parece algo problemático, pues censura siempre la hay y la habrá, en unos sitios más que en otros, y en las instituciones desde luego, y no parece universalmente deseable, ni de hecho posible, que se suprima.

Y más en concreto, me gustaría preguntar sobre un aspecto polémico del pensamiento de Judith Butler. Pasa por ser ésta una "constructivista radical" en materia de identidad sexual; ahora bien, ahora hay un interesante debate sobre los límites del constructivismo llevado desde teorías como la crítica evolucionista o el cognitivismo. Sería interesante ver en qué medida los presupuestos de estas teorías contradicen el tipo de constructivismo sostenido por Judith Butler. Sin estar, por supuesto, cerradas a la influencia de la construcción social en la naturaleza humana—pero sí defendiendo la existencia de una naturaleza humana que es la que puede modelarse o resignificarse dentro de unos límites.



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