Lloro solo mi mal, y el hondo río
En sus turbadas ondas lleva el llanto;
Ya es tiempo, digo, Amor, en triste canto,
Que pongas justo fin al dolor mío;
Que sigo ausente sin tu desvarío,
Y en tu vana esperanza me levanto,
Y en este paso desamparas cuanto
De tu promesa y tu valor confío.
Y es tiempo, Amor, que el áspero tormento
Acabe, o que mi vida se deshaga,
La esperanza, el deseo y osadía;
Que en tanto mal ya falta el sufrimiento,
Y el crudo golpe de esta acerba llaga
Al íntima llegó del alma mía.
Fernando de Herrera, Soneto XLIII
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