Veo que ninguno de estos ponentes lleva mascarilla, a pesar de que la propia Unidad que organiza estas jornadas insiste vehementemente en la necesidad de usarla en todos los espacios de la Universidad, salvo contraindicación de un Neumólogo o Cirujano Torácico colegiado (no me lo invento). Es cuando menos CURIOSO, y en ese adjetivo lo dejo de momento. A mí me abrió un expediente sancionador el Rectorado porque sólo presenté un certificado de exención del médico de cabecera, por las molestias respiratorias que me produce la mascarilla (y que según la ley no requieren certificación especial). Se me amenazaba con suspensión de empleo y sueldo de tres años por atentado grave contra la Salud Pública—calculen. De todos modos, una cuestión quedó en duda. En la Instrucción del Gobierno de Aragón al respecto (la que regula el uso de mascarillas) así como en la de la Universidad que la traslada, se especificaba con toda claridad que el uso de mascarilla es una cuestión de responsabilidad INDIVIDUAL, y en ningún caso entra en la definición de "riesgo laboral" ni en las atribuciones o responsabilidades de las Unidades de Riesgos Laborales, que quedan explícitamente desvinculadas de esta cuestión, por ley o norma. El mismo Jefe de la Unidad de Prevención de Riesgos Laborales me lo hizo saber así, a la vez que me insistía en la obligatoriedad de usar mascarilla (y no por ejemplo pantalla facial); cuando le pregunté quién cubría mis riesgos laborales si la mascarilla me perjudicaba, me dijo que no era un asunto de su competencia lo relativo a las mascarillas, excepto en laboratorios biológicos donde se manipulasen virus, etc. (Vamos, que si yo tenía problemas con la mascarilla, que me den, que no es asunto suyo). Ello no le impedía enviarme reconvenciones y amenazas sobre mi uso inadecuado de la mascarilla. Y a mi pregunta por la incongruencia de que no fuese responsable de esto, por norma explícita, y a la vez me estuviese friendo a reconvenciones, cuando le pregunté qué sentido tenía esto, no respondió en modo alguno, sino que cuidó más bien de que el Rectorado me abriese un expediente sancionador, con acusaciones delirantes sobre la amenaza que yo suponía para la salud pública. Con lo cual me veo obligado a llevar una mascarilla que me dificulta la respiración, me hace subir las escaleras resoplando y jurando y con riesgo para mi salud, y me somete a una experiencia de la Administración completamente kafkiana, si no afgana o cubana. Conste aquí mi protesta por una ley absurda y abusiva, que se aplica en esta Universidad de modo todavía más absurdo y abusivo, con una prepotencia y un desprecio a la libertad y a la salud que da auténticos escalofríos. Y encima tengo que aguantar ver que la propia Unidad ignora la norma de la mascarilla, de modo prepotente y abusivo, cuando le pasa por los cojones, y que a todo el mundo le parece de maravilla. Todo este episodio es vergonzoso, arbitrario, ridículo, y despótico. Una historia muy de nuestros tiempos.
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Ya la gente aplaudiendo la quita de derechos y de anti democracia.
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