Me pregunta un colega chileno por Facebook qué podría ser para mí una experiencia similar a la del Innombrable de Beckett... Le acusan de ser masoquista sus colegas, por ponerse a estudiar el Innombrable y las obras de un pesimista como Beckett:
Quizá lo seas...! Depende de si lo disfrutas o no; si no lo disfrutas, no eres masoquista.
Sobre el Innombrable, buf, por una parte podría remitirte a lo que escribí en tiempos, y es un tema sobre el que en realidad no se puede terminar de reflexionar, es una especie de agujero negro del discurso, con lo cual podríamos elaborar al respecto un parloteo infinito como el del propio Innombrable.
Por señalar sólo una dirección, diría que es una manera de explotar artísticamente, o literariamente, una tendencia patológica a la reflexión y al autoanálisis.
Sacando fuerzas de flaqueza, o potencia de la impotencia, como Beckett gustaba de decir.
—y ¿existe en nuestros días algo parecido al Innombrable?
Sí; para mí, la experiencia del Innombrable la tenemos todos, en cuando nuestra mente se desconecta del mundo y de la realidad inmediata, y se conecta al mundo imaginario de sus recuerdos, sus asociaciones de ideas y su reflexión sobre sí misma. Lo que Derek Bickerton llama el "modo offline" de la conciencia. O quizá un estado próximo al sueño, en el que la realidad aparece como una serie de visiones fragmentarias e inconexas. También es la mente del escritor frente a la página en blanco, ensayando diversas posibilidades de los mundos, identidades y ficciones que podría crear.
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