Increíble, pero cierto. Observen este gráfico tipo tablero de ajedrez:
Los cuadrados A y B son exactamente igual de blancos—o igual de negros, o igual de grises. Lo siento, es así.
Para terminar de creérselo, o empezar a creérselo, hay que volver a mirar el dibujo con los ojos casi cerrados, y comparar A y B mentalmente.
Las ilusiones ópticas ofrecen algunas de las pruebas más tangibles, o visibles, de que lo que vemos no es "lo que hay" ahí delante, sin más, sino el resultado de lo que nuestro organizador cerebral construye con los datos que le llegan, y con sus propias estrategias y esquemas proyectados sobre el mundo. Que no está ordenado ni tiene sentido ni contiene nada en concreto hasta que aprendemos a verlo. Y lo que vemos es un sistema de relaciones establecidas mentalmente, no una suma de datos que vienen de los sentidos.
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