Sobre estilo, crítica, comunicación y narración ficticia
Publicado en Literatura y crítica. com. José Ángel García Landa
En "Une théorie mentaliste du roman", localizable en Vox Poetica, Sylvie Patron comenta la obra de Jon-Arild Olsen L'Esprit du roman: Oeuvre, fiction, et récit (Peter Lang, 2004). También tiene allí esta entrevista con
el autor. Ambas tienen que ver con algunas cuestiones que me ocupan
últimamente, como la narratividad, la intencionalidad y la descripción
estilística.
"Qu’est-ce
que le style ? À l’opposé des conceptions dominantes du style, qui sont
toutes anti-intentionnalistes, Olsen affirme que 'le style comprend
toutes les propriétés intentionnelles de l’œuvre qui ne sont pas
communiquées. Le style n’est donc pas généré par un code comme la
signification des phrases et il n’est pas non plus communiqué de façon
inférentielle comme le sens des énoncés ; identifier le style ne
consiste ni à décoder des significations, ni à inférer des sens, mais à
identifier celles des propriétés intentionnelles de l’œuvre qui sont
dépourvues de fonction communicative' (p. 39)."
Me
parece excesiva esta restricción del concepto de estilo. Hay aspectos
deliberadamente comunicativos del estilo, diría yo, aunque no agoten
éstos el área de lo que es estilo. El estilo no comunicativo, podríamos
decir, es generado entonces tanto por el autor (o la obra) como por la
perspectiva desde la que ésta es contemplada, y que permite que ciertos
elementos no intencionales resalten. Depende también del analista o
crítico que es capaz de hacernos ver el estilo como un objeto
identificable, formulando sus rasgos en un discurso que (esta vez sí) es
comunicativo. También hace una labor crítica comparable el parodista
que es capaz de captar esos elementos no codificados de una obra,
enfatizar su carácter sistemático y así hacerlos perceptibles (y
comunicarlos) a un tercero. Esta dimensión no comunicativa del estilo
explica por qué el estilo de una época o un género contemplados desde
una distancia histórica o cultural aflora muy claramente a la percepción
lectora, sobreponiéndose los efectos de estilo a los elementos
voluntaria e intencionalmente comunicados por el autor.
También
entra Olsen en el debate sobre el autor implícito, al que considera
producto de un anti-intencionalismo vergonzante. Erróneamente, en mi
opinión. Se trata de una estructuración de las intenciones comunicadas;
mal se entiende el autor implícito sin recurrir a la intención. Lo que
no deberíamos hacer es atribuirle al autor implícito todo elemento
textual no comunicado.
Distingue luego Olsen (como Pavel, dice Patron) entre la doble actitud del lector de ficción: "interna" (leyendo una narración, supuestamente factual, del narrador) y "externa" (leyendo una obra ficticia, responsabilidad del autor). La narratología clásica se ocupaba sólo de cuestiones "internas" y declaraba fuera de su ámbito las "externas". (Supongo que eso significa que mi libro Acción, relato, discurso sería una obra de narratología postclásica, pero a decir verdad no creo en estas dicotomías. Para mí, Wayne Booth es narratología, y lo es Henry James, y lo es Aristóteles, que también serían postclásicos según esta noción).
Los principios constructivos seguidos por el lector se adaptan en esta teoría de la obra de Kendall Walton:
Kendall
Walton distingue deux principes d’inférences : le «principe de réalité»
(p. 192), qui veut qu’en l’absence d’indications contraires, le lecteur
imagine la fiction comme conforme à la réalité, et le «principe de
croyances mutuelles» (pp. 203-204), qui demande au lecteur de
solliciter, non ses propres croyances, mais celles que l’auteur a
présupposées (ce deuxième principe est l’homologue du principe
d’imagination directe dans le domaine de l’implicite).
Observa Olsen que las obras artísticas estos principios adoptan formas específicas (supongo que relativas a convenciones, épocas, contextos históricos, géneros—elementos que tenemos que tener en cuenta a la hora de comprender y juzgar una obra).
En la tercera parte, se ocupa Olsen de cuestiones de narratividad. Define así la narración (un tanto imperfectamente, al faltarle el término "representación"):
Contre
les définitions anti-intentionnalistes et conventionnalistes de
l’histoire, Olsen propose la définition suivante : «une histoire
consiste en la succession chronologique de différents états liés par une
causalité intentionnelle» (p. 227) (...) c’est-à-dire qu’elle
concerne, non des événements quelconques, mais des actions humaines.
Cependant, ces actions ne peuvent s’organiser pour former une histoire
qu’en devenant l’objet d’une narration, c’est-à-dire, selon Olsen, d’une
forme d’explication essentiellement rétrospective.
La representación de
una sucesión, etcétera, diría yo. También la palabra "intencional" está
mal aplicada en la definición, porque intencionalidad puede haber en el
acto narrativo, y no en el acto narrado: es decir, en el acto de
representar intencionalmente, en un acto de ligazón conceptual, un
fenómeno cronológico-causal que en sí no es intencional (por ejemplo,
cuando narramos la evolución de las especies, o la deriva de los
continentes).
Para Olsen, sin embargo, esta comunicación entre autor y lector no es comunicación narrativa, tiene lugar a algún otro nivel ajeno a las cuestiones de construcción imaginativa de la forma narrativa:
Le public sait que l’histoire fictive lui est communiquée par le romancier ou le réalisateur, mais il n’imagine
pas qu’elle lui est communiquée par qui que ce soit. […]. De l’autre
côté, il y a les œuvres de fiction comportant une communication fictive
qui correspond plus ou moins à leur communication réelle.
Pues tampoco, diría yo. En las obras que incluyen un nivel ficticio de comunicación (entre narrador y narratario), esa comunicación en absoluto corresponde a su comunicación real (ni tampoco a la comunicación allí representada entre un autor y un lector implícito).
Así pues, Patron relaciona la teoría de Olsen con las teorías "no comunicativas" del relato tal como fueron formuladas por Kuroda y Banfield (un tanto paradójicamente, visto el desdén de Olsen por la obra de Banfield). Para ser más precisos, según Olsen en algunas novelas (las que no tienen relato ficticio) hay comunicación autor-lector, pero no hay narración. Para Olsen, en lo fundamental, la narración de ficción no es un fenómeno propiamente verbal o lingüístico. Esto es, según Patron, repetir el movimiento básico de la narratología clásica (o sea, ignorar la dimensión interactiva y comunicativa entre autor y lector). Esa paradoja de la narratología clásica la explicaba bien Rimmon-Kenan ("How the Model Neglects the Medium", 1989): "linguistics was indeed the master-discipline for narratology, but it was mainly applied to non-verbal aspects of narrative (such as its succession of events or “story”), rather than to its verbal medium". Le faltaba, naturalmente, una lingüística de la enunciación (más allá de Benveniste), una lingüística del acto de habla, y en suma, una pragmática del discurso. Patron echa en falta (en Olsen, en la narratología) una mayor atención a la lingüística y al análisis de intenciones e inferencias. Tanto en Acción, Relato, Discurso como en otros estudios más recientes he trabajado yo en esa dirección.
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