Acabo de leerme el libro de José María (Fernández) Calleja Algo Habrá Hecho: Odio, Muerte y Miedo en Euskadi (Madrid: Espasa / Fundación Victimas del Terrorismo, 2006). Compartía básicamente su perspectiva sobre el asunto antes, y quizá más tras haberlo leído. No es que esté magistralmente escrito: está hecho deprisa, un poquito desorganizado, repetitivo a veces, pero directo, claro, y efectivo, con unas curiosas salidas de tono ocasionalmente, que sin embargo son indicativas a su manera de los absurdos que percibe el autor y el cabreo que lleva acumulado. Un cabreo muy lúcido, sin embargo.
Me ha gustado
mucho lo que tiene de análisis de actitudes y de lenguaje; una especie
de análisis crítico del discurso del terrorismo, y del discurso que
genera a su alrededor. . . ¿pero qué lingüista universitario hace este
tipo de análisis? Lagarto lagarto. . .
El
contenido nos lo sabemos todos en líneas generales, aunque muchos
detalles sorprenden. Iba a poner el índice del libro, pero se me va transformando
en reseña. Por supuesto recomiendo el libro como un excelente estudio,
análisis y testimonio a la vez, sobre el terrorismo y sobre la
ideología nacional-fascista, y sobre sus efectos sociales, psicológicos
y discursivos. Es, además, un libro que requiere gran valor por parte
de su autor para publicarlo. Hasta ese punto atenaza el terrorismo la
libertad de pensamiento y de expresión no ya en el País Vasco, sino en
el país entero).
Introducción: el miedo, los nacionalistas vascos, la iglesia y cierta izquierda.
Resume
el contenido del libro: Eta usa el miedo no al azar ni gratuitamente,
sino de forma calculada y efectiva para amedrentar a los opositores y
derrotar a su enemigo: el estado español. El nacionalismo "que no mata"
a la vez condena la violencia y se beneficia de su existencia para
llevar adelante su proyecto político. La izquierda ha errado creyendo a
eta "antifranquista" cuando sólo era antiespañola; y gran parte de la
izquierda (y, añadiría yo, de la derecha en el caso del País Vasco) ha
mirado hacia otro lado concediendo a los etarras un inexplicable
crédito, y castigando a las víctimas de eta con la indiferencia o el
desprecio.
1. Nacimiento e historia de los productores de odio: del día de San Ignacio al golpe de Bidart.
"Eta fija oficialmente la fecha de su creación un 31 de julio de 1959, fiesta de San Ignacio de Loyola" (22) (Fea, católica y sentimental. . . -
con abundantes católicos y curas entre ellos, mezclados con leninistas,
etc. Pero siempre nacionalistas, subraya Calleja: Nacional-socialistas
en sentido estricto, entonces). "Eta no
era antifranquista porque le gustaran las libertades, no; eta era,
sobre todo, antiespañola. No es que fuera demócrata y por eso no le
gustaba la dictadura: es que eta quería ser como Franco: quería
instaurar otra dictadura adobada de nacionalismo etnicista, empanada
marxista y cuarto y mitad de revolución castrista" (31).
2. Odio a España, "español" como insulto y "perro" para nombrar a las personas enemigas.
"En
la [Comunidad Autónoma Vasca], durante años, el terrrorismo
nacionalista vasco ha forjado una identidad asesina (Maalouf). Ha
distorsionado la historia, la ha inventado, llegado el caso, para
forjarse una identidad de víctima respecto de los españoles enemigos y
culpables" (53).
3. La "firma" del acto terrorista. El asesinato es poder y publicidad.
Las pintadas y las manifestaciones: "Eta, mátalos" - apoyo público colectivo y consentido.
"Eta
lanzaba su mensaje de muerte, el pueblo lo recogía con tal pasión como
para vociferarlo por las calles, y ante ese clamor popular a eta es que
ya no le quedaba más remedio que oír al pueblo y asesinar al señalado
previamente por la organización terrorista, pero con la legitimidad
añadida de hacerlo para dar satisfacción a las demandas de la calle"
(60).
Y, digo yo, si quienes
regentan el espacio público permiten que se utilice de ese modo, con
pintadas de apoyo al terrorismo, con impunidad para manifestaciones que
incitan al asesinado. . . ¿no estamos hablando de TERRORISMO DE ESTADO?
De estado autonómico y descentralizado, claro. . . La Eta no es un
epifenómeno en el País Vasco. La han hecho ellos, y a su vez les hace, en
círculo dialéctico y vicioso, vicioso por lo creciente. "La
sociedad vasca está moldeada por la violencia" (Savater, cit. en 61).
"De manera que métodos terroristas y fines totalitarios forman un todo
indisoluble. No hay fin bueno y métodos malos" (63). "Hasta tal punto
al muerte es el elemento que define a eta y que le permite aparecer
como una forma de poder, que cuando no mata, este hecho se interpreta
como un síntoma de debilidad, de ausencia de ese poder" (65).
"Históricamente, las invitaciones al 'diálogo', 'toma de temperatura',
'acercamiento', 'exploración' y otras semejantes --que con estas
expresiones u otras parecidas se han planteado- han sido entendidas por
la banda terrorista como un síntoma que confirmaba la corrección de sus
posiciones, la utilidad de haber practicado la llamada lucha armada
que, a base de persistir, terminaba por forzar al Gobierno a hablar con
los terroristas para darles toda o parte de la razón" (66)
Calleja
no habla del actual "proceso de paz" tras el "alto el fuego" de la Eta,
pero evidentemente es la versión elevada al cubo de lo que aquí dice. Y
qué rollo de comillas, todo por los medios de comunicación de masas que
adoptan el lenguaje de los terroristas y no nos permiten saber de qué
hablamos. Sin comillas: Calleja no habla de la actual tomadura de pelo
colectiva tras el anuncio manipulador acordado conjuntamente por la
banda y el gobierno. . . puaj, pero qué asco. Casi mejor vuelvo a las
comillas, si no las arcadas me impiden escribir.
Kepa Aulestia también argumenta que en toda circunstancia "Aproximarse a eta es un error, es dar más recursos a los terroristas" (cit. en Calleja 66): todo esto refuerza y perpetúa sus posiciones y su dinámica envenenada.
"La
muerte de los odiados persigue, en el plan de los terroristas, un
efecto disuasorio y ejemplar. Disuasorio, para que los seguidores del
asesinado abandonen sus ideas, o, al menos, las sometan a la
clandestinidad, no se atrevan a expresarlas en público y permitan así
el triunfo del ideario de los asesinos, allanadas las resistencias.
Ejemplar, para impedir que sigan el camino del líder asesinado aquellos
dispuestos a emularlo por simpatía o identificación con su ideario y
que, ante el miedo a morir, se autoimpongan un ejercicio de prudencia,
de autocontrol, de pasividad; abandonen la defensa pública de sus
ideas" (Calleja 67).
"El
miedo es la consecuencia perseguida finalmente por los terroristas, y
para lograr el estado de miedo se empieza por la distribución del odio
y se sigue con la reiteración de la muerte" (67).
No hay "muertes inútiles," en contra de lo que se suele decir:
"nada
más útil, desde el punto de vista del terrorismo nacionalista, que la
muerte; no hay nada más eficaz, para la didáctica dle terrorismo
nacionalista, que asesinar a uno para clausurar a miles, que matar a un
líder que piensa y actúa de forma no tolerada por el nacionalismo
vasco, para atemorizar a todos aqueillos vascos que hayan pensado
seguir sus ideas y sus gestos" (68)
El terrorismo es ante todo "una gigantesca máquina publicitaria":
"No
hay terrorismo si el acto terrorista es silenciado, si los
destinatarios del mensaje inherente a la muerte - la sociedad - no se
enteran de que el atentado se ha producido, si los medios de
comunciación no lo contamos, si el autor no lo firma ante la opinión
pública" (69-70)
Así decía Sánchez Ferlosio en La homilía del ratón:
"haciendo
de la sangre simple accesorio de la afrenta, el terrorismo da lugar a
una forma de acción desnaturalizada, en la que inhumanamente se
pervierten la conmnsurabilidad y la incidencia de la materia con el
contenido; una acción distorsionada, equívoca y profundamente oscura.
Al
no valer la acción según su efecto interno y su contenido propio y
natural, sino únicamente en su restitución bajo especie de noticia, se
invierte la relación entre noticia y hecho, y este es quien pasa a ser
función de la primera; así pues, el designio exclusivo bajo cuyo
impulso llega a ser prefigurado, proyectado y producido el hecho es dar
lugar a su notificación, esto es, engendrar una noticia" (Sánchez
Ferlosio, cit. en Calleja 70).
Sánchez
Ferlosio opone así el soldado, que mantiene la proporción entre
violencia y noticia, al terrorista. Se le pasa por alto, creo, que si
bien el soldado no reivindica (dentro de un orden) sus actos de
violencia, sí los reivindica el Estado que lo envía a matar. El Estado
necesita hacer propaganda de la efectividad de su violencia para
mantener el orden que lo constituye. No se me entienda decir que "el
estado es terrorista", sin embargo. El terrorista es terrorista, porque
se erige en Estado dentro del Estado: porque no acepta las leyes que
constituyen a la sociedad. Y es terrorista, y no Estado, hasta que los
Estados lo reconocen como Estado. Llevamos ya un camino avanzado. Para
la existencia del terrorismo, es esencial la existencia de dos
legitimidades incompatibles, la que tiene la fuerza y la que quiere
hacerse con ella. De estas reflexiones se mantiene alejado Sánchez
Ferlosio. Calleja, siguiendo a Sánchez Ferlosio, interpreta el atentado
como un "anuncio publicitario de
inserción obligatoria en todos los medios de comunicación" (71): "El
primer objetivo de los terroristas es provocar el espanto en los
propios periodistas, para que estos lo contagien de forma instintiva a
los ciudadanos, les hagan partícipes del horror por ellos sentido"
(71). Pues en esto he de decir que en lo que se refiere al
periodismo televisivo al menos, fracasan bastante, pues los periodistas
normalmente dan las noticias de los atentados sin muestras especiales
de horror, ni de sorpresa, por no hablar de indignación. Se describen
los hechos como si hubiesen sucedido entre hormigas, y desde luego con
escrupulosa neutralidad informativa: está claro que al periodista
televisivo y a su cadena ni le va ni le vienen esas peleas y
explosiones, ni esos encuentros entre "grupos armados" de abertzales y
policías.
"El
atentado terrorista es un anuncio publicitario de tal coste económico
que ninguna marca comercial se lo puede permitir" (71).. Huy que
no. . . Sume usted los anuncios de la coca-cola o de Microsoft o de
Adidas en metros cuadrados o líneas, y verá que ocupan mucho más que la
noticia de cualquier atentado. La vida humana vale muy poco en términos
económicos, sobre todo si es la del vecino. Ya lo saben bien los
etarras, cuando dicen a las viudas de sus víctimas "Devuélvenos la
bala". Otro gallo les cantaría, claro, si se la devolviesen bien
devuelta. Que es a lo que llevan las políticas de laissez-faire en
estas cuestiones. En fin, de esta función propagandística del
terrorismo extrae Calleja esta reflexión:
"si
cada atentado es como un anuncio de difusión automática, los
periodistas debemos plantearnos cómo cumplir con nuestro trabajo
profesional, con nuestra función social; cómo buscar la verdad y contar
las cosas que pasan, sin hacer de caja de resonancia, de difusores, de
propagandistas añadidos de los fines de los terroristas." (72)
Entiendo
a Arcadi Espada cuando dice que "La perversidad está en esa voluntad de
hacer racional al terrorismo, y hasta de comprometerlo con la belleza
asesina de determinadas metáforas" (77 - quizá la "terrible beauty" de
Yeats. . .). Y sin embargo, lo que se desprende es que el terrorismo es
perfectamente racional. La racionalidad del maquiavelismo, claro, una
racionalidad de la que se ve excluida la víctima. . . pero una razón de
peso para todos. Vae victis.
Y a la publicidad del tiro o la bomba no deja de unirse, claro, la del comunicado, la firma:
"Los
comunicados en los que la banda terrorista asume los crímenes cometidos
están llenos de referencias vejatorias, de insultos, mentiras o
insidias con las que se justifican esos asesinatos. Ese tipo de
acusaciones son tomadas como verdad incuestionable para los seguidores
de la banda, siembran dudas y sospechas entre buena parte de la
población y, en muchos casos, son reproducidos de forma acrítica por
los medios de comunicación. Baste como dato el hecho de que algunos
periódicos siguen diciendo "ETA reivindica" en lugar de "ETA se
responsabiliza" o "ETA asume", cuando el grupo terrorista da cuenta de
sus crímenes. Reivindicar es hacer una reclamación justa, razonable,
basada en el sentido común. No parece que se puedan reivindicar el
asesinato, el secuestro o los actos de intimidación." (79).
Esto
me recuerda una carta que escribí una vez a Newsweek, creo que cuando
mataron a Miguel Ángel Blanco, que según Newsweek había sido
"ejecutado". Les hice notar que el uso de ese verbo no es neutral, sino
que implica un reconocimiento de la legalidad del brazo ejecutor. Que
la Eta no ejecuta, que asesina. Depende para quién, claro. Pero que si
quieres; como un solo hombre, los periodistas nos muestran
"ejecuciones" de rehenes, "luchas armadas," "abertzales",
"Euskalherria". . . Haría falta que tuviesen la conciencia lingüística
de que da muestra Calleja en este libro, aunque quede raro hablar de
eta en minúsculas (muy deliberadas). A mí siempre me ha sonado mejor
decir "la Eta" que "ETA". La carta no me la imprimieron, claro. Y hace
poco sacaban en portada a Zapatero como alguien que sabe lo que se hace
con la Eta. . . así que ya te digo. Donde menos te lo puedas esperar,
campa el oportunismo y el fait accompli.
4. La muerte busca el miedo y el silencio. La red de chivatos y el pánico a quedarse solo.
"La
existencia de eta, y su corolario de red de chivatos, ha creado una
sociedad enferma, que siente pánico por decir en voz alta lo que piensa
si ello es contrario al terrorismo nacionalista o discrepante con el
régimen nacionalista.
La
permanencia en el tiempo de eta ha creado una sociedad atravesada de
silencios, miradas y delaciones; poblada de sujetos enfermos, que
jerarquizan a los vecinos en función de su explícita adhesión o rechazo
al movimiento nacionalista; con centenares de chivatos que vigilan qué
coche se compra el vecino, cuánto gasta, adónde viaja y si se le puede
pedir la extorsión.
Muchos
habitantes de la CAV se han sentido protagonistas de la historia y han
alcanzado su minuto de gloria cuando han pasado información a la
organización terrorista sobre algún ciudadano contrario al terrorismo,
algún cargo público de la UCD, del PP, del PSOE, o algún policía o
supuesto colaborador de la policía; algún empresario extorsionable (. .
.)" (87).
Con este panorama
que pinta calleja, la famosa frase "vascos sí, Eta no" que se gritaba
cuando las manifestaciones multitudinarias y multipartidistas contra
Eta (que han pasado a la historia, por cierto) . . . parece demasiado
general y generosa. Habría que preguntar, quizá, qué tipo de vascos se
refiere usted cuando dice "vascos sí"? Porque "Eta no" nos deja muchos
vascos fuera. . . Miles y miles. Y miles. (Bueno, que no me explique
nadie la frase, por favor. Que ya la entiendo. Pero ya me entienden).
"eta
crea una espiral de la que parece imposible salir: al seguir asesinando
incrementa el número de presos, de etarras que tarde o temprano serán
detenidos y encarcelodos, con sus correspondientes familias movilizadas
y con nuevos argumentos para no dejar de matar" (90).
Esta
situación parece ser la que (en una lectura benévola) hace mínimamente
comprensibles los planes del gobierno de tratar a la banda con mano
izquierda (y no puño izquierdo, como haría una mejor tradición del PSOE
o del PCE). ¿Será un intento de cortar la espiral, aflojando la presión
por el lado de la prisión? Sea como sea, no es una fuerza que se
aplique gratuitamente. Si funciona, y si se tienen atenciones
especiales con los presos de la Eta, se habrá cumplido una vez más esa
vieja tradición vasca (vasco-navarra, que aquí sí que hay comunidad de
privilegios) por la cual lo mío es mío, y lo tuyo, de los dos; y el
embudo, que esté siempre bien orientado. O sea, que con el "proceso de
paz" de Zapatero estaríamos siguiendo las más añejas tradiciones
forales.
"La
pervivencia de eta se explica también por el considerable número de
vascos que se manifiestan conformes con el estado de cosas impuesto por
la reiteración de la muerte y el miedo. Gente que está de acuerdo con
eta y gente que, por miedo, no se atr3eve a decir que no está de
acuerdo con eta y se comporta como si lo estuviera" (90).
Vamos, el País Asco dentro del País Vasco.
"Para Noëlle-Neumann, Tocqueville fue el primer observador consciente de la espiral del silencio",
en referencia al anticlericalismo en el siglo XVIII: era opinión de
minoría, pero esa minoría se impuso según Tocqueville en un proceso de
temor y una espiral revolucionaria. Esto se me hace curioso, pues en
casi cualquier contexto la opinión de la mayoría silenciosa es
religiosa más bien que antirreligiosa, y son más bien los laicos
quienes han de andar con cuidado para expresar sus ideas. Y espirales
de silencio las ha habido en otras épocas orquestadas por las
autoridades eclesiásticas y gubernamentales (no vascas) contra los
judíos y conversos, por ejemplo, y contra otros disidentes. Pero de
todo ha habido, claro (por ejemplo, en la República).
"Así
pues, el miedo a quedarse solo, el miedo a descolgarse de las opiniones
de la mayoría, de lo que está socialmente aceptado, no se inaugura en
la Comunidad Autónoma Vasca, aunque funcione de manera habitual y
especialmente intensa en la historia de los últimos años de esta
comunidad autónoma" (. . .). "En la Comunidad Autónoma Vasca, durante
muchos años, los simpatizantes de eta han llevado la iniciativa en
cuanto a visibilidad" (92).
Y
sí, quizá sería injusto culpar de esto al gobierno del PNV ("terrorismo
de estado", etc.) más que a una atmósfera generalizada impuesta por
amplios y difusos sectores de toda la sociedad vasca. Aunque no sé qué
es peor. Desde luego el gobierno vasco (ni el español) han hecho gran
cosa por quitar la posesión de la calle al sector pro-etarra: pintadas,
txalapartas, desfiles, consignas "antifascistas" (- antifascistas! JUA JUA!!! ay por favor. . .!), carteles, asociaciones kulturales. . . y la madre que los parió, la madre patria.
"Frente
a esta avalancha obsesiva y cotidiana de imágenes a favor de los
partidarios de la muerte, los defensores de la vida, los contrarios a
la violencia terrorista, no existían prácticamente. Era (¿ERA? - ES) imposible
ver durante años y años un solo cartel que denunciara a los criminales,
que apoyara a las víctimas, que respaldara, siquiera moderadamente, a
las Fuerzas de Seguridad del Estado, cuyos miembros eran asesinados de
forma regular, implacable y en medio del silencio ominoso de la mayoría
de los vascos" (93).
Claro,
eran las "fuerzas de ocupación". . . y mientras tanto, cosa peor, las
fuerzas de okupación les iban okupando el alma y la konzienzia. . . Y
no se pierdan esta descripción de las fiestas populares, con simpática
tradición carnavalesca del chivo expiatorio, que luego,
desdichadamente, se lleva de la efigie a la práctica:
"Esta
invasión obsesiva de la iconografía criminal llega al éxtasis con
motivo de las fiestas de pueblos y ciudades. En San Sebastián se
celebra desde hace años la fiesta grande de la ciudad, el 20 de enero,
con la plaza de la Constitución abarrotada de gente que no tiene más
remedio que ver los enormes carteles a favor de los presos etarras que
cuelgan de las fachadas más visibles para las televisiones que
retransmiten la tamborrada, la izada y arriada de la bandera. En medio
del jolgorio, de gente que salta y que ríe, se pueden ver muñecos que
simbolizan a guardias civiles y que aparecen ahorcados de cuerdas que
ocupan la plaza de lado a lado. Es habitual que el alcalde y los medios
de comunicación repitan de forma mecánica que las fiestas se han
celebrado en un clima de 'normalidad', en medio de ese ambiente, que
produce espanto a cualquiera que no esté narcotizado por el paisaje
icónico y por el miedo que aventan los terroristas" (94).
En
estas circunstancias, si no de terrorismo de Estado, o de Comunidad
Autónoma, sí se puede hablar al menos de terrorismo de terruño. De la
España profunda, tan profunda que hasta el nombre pierde, el nombre que
le recordaría que hay algo más allá de un ombliguismo y provincianismo
tan cejijunto. Esto sí que es haséun corrá, un corralillo. . . con la
ikurriña y con su ikurriño.
5. La imposible vida cotidiana. La socialización del sufrimiento
"Nadie
que viva en libertad resalta el hecho de poder comprar el pan, tomar un
café en el sitio habitual, salir con los amigos o charlar sin miedo en
un bar. Todas esas actividades, así como muchas otras, se realizan de
forma mecánica, sin valorar el hecho de poder hacerlas en libertad. En
la [Comunidad Autónoma Vasca] esto no esp posible para los que de forma
pública se han enfrentado al terrorismo y están marcados por ello" (97)
"Esa
política basada en la fe y en el odio y en una autoestima sentimental
colectiva de su propia raza y nación, de la que habla Burleigh respecto
del nazismo, sirve también en este aspecto, para definir al
nacionalismo vasco" (100).
El
nacionalismo sectario y sus simpatizantes, o la mayoría silenciosa (el
silencio entre los chopitos, digo) prefiere no pensar en qué significa
que tantos conciudadanos vivan amedrentados y amenazados de muerte:
¿una reflexión que no se han planteado?
"O
si se han planteado esa reflexión podemos decir que han llegado a la
conclusión de que les viene bien esa situación excepcional, extraen
ventajas - para su Gobierno, para ensanchar su hegemonía - del hecho de
que todos los que se opongan públicamente al terrorismo nacionalista
podrán ser asesinados, amenazados, atacados o intimidados." (101)
"La difusión sistemática y planificada del odio busca estos objetivos:
Cosificar
a las víctimas, diluir su condición humana. Anestesiar moralmente a una
parte importante de la sociedad vasca para que no simpatice y no sufra
con ellas. Suministrar argumentos y prestigiar a los que asesinan.
Dejar indiferentes respecto de los asesinatos a cuantos más vascos,
mejor." (103)
Esta
didáctica, claro, no se acaba en el País Vasco. Quizá insista Calleja
poco, comprensible por el énfasis central de su libro, centrado en la
sociedad vasca, que en un grado más diluido sucede lo mismo en el resto
del país. Y con esto llegamos al capítulo central y más memorable, en
un libro que ciertamente no deja indiferente.
6. Algo habrá hecho, o la gangrena moral de muchos vascos durante demasiados años.
"Eta
era percibida por muchos vascos como un juez infaliblemente justo,
invariablemente ecuánicme. La víctima de eta era merecedora del trato
recibido. Si eta la había elegido,
era por algo. Que lo explicara, que dijera por qué la habían matado;
para ver si después de atreverse a dar sus argumentos seguía siendo
merecdora del tiro en la nuca" (114)
"La expresión Algo habrá hecho
define ya todo un comportamiento social, moral, ético y político.
Resume de manera exacta lo que ha ocurrido en la Comunidad Autónoma
Vasca en relación con el terrorismo y el respeto a las víctimas.
Retrata la actitud de miles de vascos, su inhibición o su apoyo
explícito al terrorismo. Con esta expresión se remataba a las víctimas
y quienes la pronunciaban pretendían poner a salvo a los criminales y
ponerse a salvo ellos mismos, justificar su pasividad ante el
terrorismo o su apoyo explícito a los criminales.
Esa
frase era acogida sin rechazo por los vascos, a los que, sencillamente,
no les importaba que se matara, sobre todo porque estaban seguros de
que siempre mataban a otros. Vascos que no consideraban que el
asesinato de sus vecinos, o de los miembros de la Guardia Civil o de la
Policía Nacional, fuera su problema.
Algo habrá hecho
era la frase que muchos vascos nacionalistas querían imprimir en la
lápida de las víctimas; la etiqueta colgada en el cuello del muerto con
la que ellos se quedaban tranquilos; el latiguillo con el que despejar
a córner su responsabilidad ética" (114).
"Algo habrá hecho
son las tres palabras que reflejan hasta qué punto ha calado durante
años en muchos vascos la influencia de otras tres palabras también
cargadas de perversión: odio, muerte y miedo.
Algo habrá hecho, una
frase que refleja como pocas el grado de indigencia moral, de desprecio
a la vida y a la libertad, de colaboracionismo con los asesinos, de
estulticia moral, en fin, que han gangrenado a demasiados vascos
durante muchos años" (116)
Bien
dicho. . . pero vascos, y no vascos también. Muchos millones, quizá. El
núcleo de apoyo a la eta está en el País Vasco, pero se difumina hasta
teñir el resto del país, y buena parte del extranjero también, por
cierto.
"no es casual que todavía haya comunicadores y políticos que sostienen, de forma pública, que 'eta no miente'" (115)
La eta recibe un trato reverencial, como si estuviese imbuída de profunda sabiduría.
"a eta se la definía como 'la organización'. Era una forma de
presentarla con autoridad, como si fuera la organización por
antonomasia" (115).
"La
muerte violenta, organizada de forma sistemática por un grupo
terrorista, irrumpe de forma brutal en la vida de una sociedad y marca
una terrible línea divisoria:
- los que pueden ser asesinados;
- los que hacen todo lo posible por llevarse bien con los asesinos con el fin de que estos no les quiten la vida." (117)
"Eta
es hoy un fin en sí mismo, una organización que, además de buscar el
poder y la independencia, persigue desesperadamente la justificación de
la necesidad de que su existencia era y es algo ineluctable." (117).
Muchos
de los etarras encarcelados reflexionan y comprenden lo estúpido y
criminal de sus acciones, pero el círculo vicioso continúa con quienes
les apoyan desde fuera.
"¿Es mucho
pedir a todos los etarras que han pasado por ese proceso que expliquen
a los jóvenes que de mayores quieren ser etarras la perversión de la
violencia, la necesidad de hacer política sin matar a nadie? ¿Cuántas
vidas más nos tiene que costar el proceso de maduración de estos memos
criminales?" (118)
"El
terrorismo de eta crea un clima de miedo que solo se puede romper a
base de tener más dignidad que miedo, y quien así actúa salva la cara a
todos los vascos, muchos de los cuales viven atenazados por el miedo"
(131).
7. La primera víctima fue un bebé.
Begoña
Urroz (1960). De mi generación. La eta preferiría que se pensase que la
primera víctima fue el torturador Melitón Manzanas, pero no es así. La
lista de muertos incluye a policías, militares, políticos y civiles de
toda gama, unos asesinados deliberadamente, otros al azar, porque
pasaban por allí. . . todos para aterrorizar, claro. Hasta ha matado a
algún miembro o simpatizante del PNV: por ser disidentes explícitos, no
por simpatizar con el PNV, claro. Y, significativo, "eta no ha matado a ningún cura vasco" (142). Según
Gesto por la paz, hay más de 42.000 personas directamente perseguidas -
y miles y miles de personas forzadas al exilio para poder sobrevivir o
llevar una vida normal.
8. La eficacia policial y la movilización ciudadana rompen la espiral del miedo.
Los
nacionalistas vascos siempre han criticado y denunciado "la vía
policial" de lucha contra Eta, argumentando "la complejidad" del
problema:
"Las conclusiones que se presentaban como lógicas tras enunciar reiteradamente estas dos premisas eran evidentes:
- Eta es imbatible
- la vía policial no es la solución.
Ambas desembocaban en un corolario que duarnte años ha marcado la vida política vasca como si de un axioma se tratara:
- hay que negociar con eta.
Negociar,
claro, de igual a igua: el Estado español, por un lado, y en el otro
lado de la mesa, en una posición equivalente, los dirigentes de la
organización terrorista." (159)
Pues,
a pesar del título optimista del capítulo. . . me temo que con el
acuerdo del Parlamento del año pasado autorizando al gobierno a abrir
negociaciones con los terroristas, y el actual "proceso de paz" que
dicen nuestra abducida vicepresidenta y nuestro autoabducido
presidente, este tipo de razonamiento está en sus horas más altas ahora
mismo. Lamentablemente. Lo peor es que lloviendo tan sobre mojado, nada
nos autoriza a creer que cuando vuelvan las tornas, y la realidad se
imponga, no se vuelva a repetir ad infinitum el mismo proceso. Patético beyond words. Quizá,
lejos de desaparecer, el miedo haya llevado ya a muchos millones de
ciudadanos a apoyar este "proceso de paz". El miedo que según Jean
Delumeau lleva a
"comportamientos aberrantes y suicidas de los que ha desaparecido la pareciación correcta de la realidad" (cit. en Calleja 166).
Campañas contra el miedo. El lazo azul en 1993: "aquel
símbolo contra el terrorismo que permitió a miles de vascos salir del
armario del miedo y del silencio en el que habían estado recluidos y
sumidos durante años" (170); entonces "se
produjo uno de los fenómenos más relevantes de la reciente historia
vasca: la visibilidad en los espacios públicos de aquellos vascos
contrarios al terrorismo, al asesinato, al chantaje del secuestro"
(169).
Lo triste es que
tenga que marcarse explícitamente el pertenecer a ese grupo, que no sea
ese grupo el que va sin distintivos. Como lo es en cualquier estado de
cosas normal. Pero en el País Vasco se podía presuponer, correctamente,
lo contario, dado el silencio ambiental: que todo el que no dice nada
es porque apoya a la Eta. Porque los simpatizantes de la Eta eran los
dueños del espacio público visible.
"Los que luchan contra el miedo: héroes a su pesar". (176)
9. El terrorismo en los medios. ¿Hay que dar cadáveres o no?
El debate con ocasión del 11-S y el 11-M, teniendo en cuenta la voluntad mediática del terrorismo.
"En
mi opinión, el terrorismo es un mal y como tal hay que mostrarlo. Hay
que mostrar las consecuencias de ese mal y, por lo tanto, hay que
emitir imágenes y fotografías de las víctimas mortales y de los heridos
provocados por el terrorismo. Al mismo tiempo, las imágenes no pueden
ser una caja de resonancia que magnifique la actividad terrorista, que
es lo que buscan los criminales. . . . Los periodistas
debemos debatir, caso por caso, qué emitir, de qué forma y con qué
frecuencia. Debemos hacerlo guiados por un criterio profesional:
mostrar la realidd; cívico: no magnificar a los terroristas; y ético:
evitar daños añadidos al daño irreparable de la muerte." (186)
Las palabras crean la realidad. El análisis de tres periódicos.
"Las palabras no solo sirven para describir la realidad; también la crean" (186).
"El
periodista, al elegir la primera palabra con la que encabeza el titular
de la información, está, por un lado, describiendo la realidad desde
determinado punto de vista, pero está creando además una concreta
realidad, que es la que ofrece al lector, al oyente o al televidente;
adopta también una determinada mirada, una postura ante esa realidad
que describe.
Ese en ese sentido perverso que el periodismo construye, destruyéndola, la realidad [Espada, 2002: 77]" (186)
La jerigonza terrorista y el contagio en algunos medios de comunicación
"No
es lo mismo hablar de 'la organización' - como si fuera la organización
por antonomasia, o la Organización Nacional de Ciegos - que escribir
eta, con minúsculas" (190)
"Durante
años el lenguaje de los terroristas se ha impuesto sobre el vocabulario
de los demócratas. Durante demasiados años, los criminales han creado y
vendido su realidad a base de emplear palabras de nueve milímetros
parabellum, mientras los que defendían a las víctimas se las veían y
deseaban para poner en pie, y tratar de conseguir extender su uso, un
vocabulario que tuviera un mínimo de dignidad, que contar la verdad y
lo hiciera con una mirada de sensibilidad hacia las víctimas" (190)
Parece difícil hacerlo. . . hasta en este capítulo Calleja mismo propone que en lugar de "eta reivindica" se diga que "la organización terrorista se reconoce culpable de sus últimos crímenes" (191)
- pues algún alma cándida podría pensar que eso implica que se han
arrepentido. Calleja se refiere a los análisis de Klemperer en su
estudio sobre el lenguaje en el Tercer Reich. "La
fascinación del criminal. El criminal suele ejercer una fascinación que
no suscita la víctima. El terrorista clandestino plantea preguntas al
ciudadano normal: '¿cómo será?'" (204). Vaya, es lo que le
preguntaba Zapatero a Ibarretxe hace poco a propósito de Otegi. Para
fascinado, el presidente. Le va el olor a pantera negra, como decían en
el blog de Arcadi Espada. Jungle fever.
10. Los ataques de eta y del PNV a los medios de comunicación adictos al espíritu nacionalista.
El
papel aglutinador y de liderazgo social de los medios de comunicación
al servicio del terrorismo nacionalista vasco. - Una sociedad paralela.
Víctimas de la mentalidad de grupo.- El miedo consigue la autocensura.
La persecución a periodistas por parte de eta y del PNV.- El miedo,
redactor jefe adjunto.- Los ataques de Arzallus, de Ibarretxe y de eta
a los periodistas.- La tarea del periodista.- "La
obligación de los periodistas es buscar la verdad" (230). "Sin libertad
no hay periodismo en sentido estricto. Con miedo no se puede ejercer el
periodismo" (231). Un déficit en la atención informativa a las víctimas del terrorismo.- El caso de los socialistas vascos de marzo de 2002 (La oposición con escolta).- Cómo
conciben los terroristas el trabajo periodístico. Los periodistas no
afines son enemigos.- El caso de los carteles de Jarrai contra
periodistas.- La ponencia "Hormigas" de KAS contra los periodistas.-
Casos de periodistas que han sufrido atentados o han tenido que irse de
la CAV.- Órganos de agitación y propaganda.-
11. El plan Ibarretxe, el Pacto de Lizarra, la connivencia entre nacionalistas: vascos comunicantes.
El
pacto del PNV con eta: el frente nacional de Lizarra.- La colaboración
entre eta y el PNV: el afán compartido por desprestigiar a la
democracia española.- El frente nacional y el plan Ibarretxe.-
12. La izquierda española y el terrorismo de eta.
El
asesinato de Carrero Blanco: "Muy posiblemente, de no haberse
justificado aquel magnicidio por su supuesta utilidad, no se hubieran
producido luego tantos atentados terroristas en la democracia en un
clima de comprensión o de ausencia de condena" (Calleja 281). "Por
haber confundido utilitarismo de corto alcance con consecuencialismo se
dio a eta una cobertura moral que todavía hoy estamos padeciendo" (José Ramón Recalde, cit. en Calleja, 281).
La masacre de la calle Correo (y Eva Forest):
"La matanza fue de tal envergadura que provocó no solo que el grupo
terrorista no se responsabilizara de ella; dio lugar también a una
escisión en el seno de la banda terrorista entre eta-m y eta-pm (. .
. ). Eva Forest, como su marido, Alfonso Sastre, encausado también como
responsable de la matanza, fueron expulsados del PCE tras el atentado,
y no cabe establecer ninguna responsabilidad de este partido en el
múltiple crimen, ideado por Eva Forest" (290).
Eta, entronizada. "Una
vez más, eta emplea la sinécdoque al dar por sentado que un juicio
contra un grupo de simpatizantes etarras, una parte de los vascos, se
convierte automáticamente en un proceso contra la sociedad vasca en su
conjunto, el todo. El proceso judicial contra un puñado de
delincuentes, presentado como un juicio contra toda la sociedad vasca.
La parte por el todo. Una estrategia habitual no solo por parte de los
terroristas, sino también empleada por el resto de nacionalistas
vascos" (293).
La izquierda y las primeras víctimas de eta. "El
PCE de Euskadi sí protagonizó movilizaciones de atentados terroristas,
en no pocas ocasiones en solitario, con muy pocosa asistentes y
rompiendo el miedo y el silencio, desafiando a quienes apoyaban a los
criminales. Pero la izquierda del resto de España, el PCE y el PSOE, no
hicieron suya la causa de las víctimas del terrorismo hasta muy entrada
la democracia" (297).
(Quién les ha visto y quién les ve, pues...).
"Jon
Juaristi establece una vinculación estructural, y con antecedentes
históricos, entre comunismo y nacionalismo. ( . . . ) (300)
'Como
vectores de secularización, los nacionalismos no tienen rivales
comparables. Al situar la nación sobre cualquier otro valor, se
constituyen en sucedáneos emocionales de las religiones trascendentes.
La crítica marxista de la religión difícilmente habría podido competir
con los paganismos nacionalistas (las nuevas religiones sacrificiales
de la nación) en la descristianización de las poblaciones ( . . . ).'
(Jon Juarist, cit. en Calleja 301-302).
13. Eta, la iglesia vasca y el reiterado incumplimiento del quinto mandamiento. Pecar por acción y por omisión.
"El
discurso de la Iglesia en la [Comunidad Autónoma Vasca] no ha sido ni
siquiera neutral entre víctimas y verdugos, ha estado siempre más cerca
de quienes practicaban la violencia terrorista de quienes la sufrían"
(303).
Los
curas vascos que apoyan a eta. El colectivo Herria 2000 Eliza. Las
relaciones de la Iglesia vasca con eta y el nacionalismo vasco: el caso
de la homilía de Juan María Uriarte. Ausencia de compasión respecto de
las víctimas: El caso de la misa de la tregua. El peregrinar de la
familia Ordóñez cada 23 de enero desde 1995 (buscando una iglesia para un funeral). El
obispo Setién pasa sin mirar por delante de los familiares del
secuestrado por eta José María Aldaya Etxeburua. Setién y la falta de
apoyo a la concejala del PP María San Gil. ("Sí, a ustedes les matan, pero a otros les encarcelan"). Una
reacción escasa y tardía. La persecución contra los insumisos al
terror: El caso del cura de Maruri. La diferencia respecto de los curas
nacionalistas vascos: El caso de Fernando Sebastián, obispo de Pamplona.
"Estos
nacionalistas vascos que ejercen de curas han puesto de moda
últimamente un latiguillo que ha hecho furor entre buena parte de su
feligresía: los que están frente a eta tienen que hacer un esfuerzo y
renunciar a cosas en aras del fin del terrorismo. La respuesta a esa
petición es bien sencilla: estamos dispuestos a renunciar a que nos
maten. Esa será nuestra mejor contribución al logro de la paz y de la libertad" (332).
Pues
el mensaje nacionalista/etarra a que alude Calleja parece que ha
prosperado últimamente hasta extremos desproporcionados: el fin del
terrorismo exige concesiones, se nos dice, y ahora el gobierno español
(y hasta el Parlamento, quizá) han hecho suya esta tesis. Las
concesiones exigidas por los etarras las conocemos: presos a la calle,
Navarra al País Vasco, y autodeterminación. De momento no se habla de
aceptarlas, claro, pero es que las "negociaciones" en sí no han
empezado, estamos en los "contactos". Lo que el gobierno tenga pensado
conceder en el "diálogo" que está entablando no se nos ha comunicado
(bien pronto se nos dirá que un acuerdo requiere cesiones "por ambas
partes"). Nuestro iluminado presidente y nuestro iznogudesco ministro
del Interior nos aseguran que tienen un plan para terminar con la eta,
pero que va a costar mucho dolor y sacrificio a los españoles. No se
sabe si también a los etarras y a los separatistas vascos: parece que
no tanto.
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