lunes, 29 de abril de 2013

Descubrimientos retroactivos

A cuenta de un párrafo de La información, de James Gleick. Del capítulo 10, "El código de la vida", sobre el descubrimiento del código genético a mediados del siglo XX:

"Se había llegado al consenso de que cualquier gen, independientemente de cómo funcionara, probablemente estaba formado por proteínas: moléculas orgánicas gigantescas hechas de largas cadenas de aminoácidos. Por otra parte, durante los años cuarenta unos cuantos genetistas habían centrado su interés, en cambio, en ciertos virus, los fagos. Luego, los experimentos sobre la herencia en las bacterias habían llevado a otros investigadores, entre ellos a Watson y Crick, a la convicción de que los genes podían estar en una sustancia distinta,13 que, por razones desconocidas, se encontraba en el núcleo de todas las células, plantas o animales, incluidos los fagos. Dicha sustancia era un ácido nucleico, concretamente el desoxirrribonucleico, o ADN.

Y la nota:

13. Más tarde todo el mundo daría por hecho que esto había quedado demostrado en 1944 por Oswald Avery en la Rockefeller University. Sin embargo, en su momento muy pocos investigadores estaban convencidos de ello. 




Vemos aquí un ejemplo de cómo un descubrimiento puede datarse en el momento en que se realizó, aunque el reconocimiento de tal descubrimiento sólo se produzca años más tarde. Con lo cual, puede suceder y de hecho sucede constantemente que algo se descubre, pero el descubrimiento no tiene efecto inmediato, y puede dar lugar a una ilusión retroactiva sobre el estado del conocimiento en un momento dado.

 



En realidad sucede esto con todas las novedades relativas a información, conocimiento o ideología. Se publica una obra literaria, y en algunas personas, quizá incluso en algún escritor, su impacto es inmediato. En cambio, es ignorada por la mayoría, para quien no existe o es como si no existiese, y pueden transcurrir siglos mientras se siguen produciendo efectos de novedad derivados de esa obra. En realidad, durante toda la duración de su "vida" (entendida à la Ingarden), efectos de novedad ya mezclados con otras novedades y con acontecimientos e influencias posteriores a su publicación.  

Sobre el descubrimiento del heliocentrismo, o de la gravitación, o de la relatividad—lo mismo podemos decir. Siempre tienen una dimensión de acontecimientos retroactivos. En el caso de la ciencia, presuponemos a veces de modo erróneo un reconocimiento instantáneo de verdades o de novedades por parte de la comunidad científica, a la que idealizamos como si fuese enteramente uniforme y transparente en sus actuaciones. La verdad es muy otra, y así hay ahora mismo, sin duda, muchos biólogos que desconocen cuestiones absolutamente centrales sobre la evolución, pongamos—por ejemplo, podrían no tener la menor noción sobre la selección de grupo, o creer que es un concepto anticientífico—y sin embargo estos mismos "primitivos" pueden realizar en su campo descubrimientos importantes a su vez.  El conocimiento es disperso, y esto lleva a este tipo de efectos retroactivos entretanto se difunde un descubrimiento por la comunidad científica; la ciencia establece redes y protocolos para minimizar este fenómeno, pero no puede eliminarse del todo.

En ideología y filosofía son todavía más llamativas estas cuestiones. Lo que es una novedad para alguien, normalmente es el descubrimiento del mediterráneo para otra persona. También hay cuestiones que, como efecto colateral de la disciplinariedad y sus hermetismos, parecen una novedad cuando se introducen en un campo determinado, e incluso causan revuelos intelectuales, pero que son perfectamente sabidas en otros ámbitos. Aquí se pueden emplear las expresiones de descubrir el Mediterráneo, o la rueda, o crashing through open doors como dicen los ingleses. De hecho habría que buscar un término especial (pero seguro que ya existe y no me he enterado) para la falacia consistente en pensar que, por el hecho de que el pensamiento humano ha llegado a tal concepción (en la obra de Hegel, pongamos, o en la de Heidegger) ya se puede presuponer que ésta es algo conocido, y de consecuencias extraídas. Para nada: el conocimiento nuevo está teniendo efectos constantemente, a medida que envejece y se propaga, y muchos de ellos son retroactivos.  

Del mismo modo, a las víctimas liberadas de ámbitos religiosos cerrados y opresivos les resulta a veces una novedad la libertad de pensamiento que existe en algunos ámbitos de europa desde el siglo XVIII, o el XIX, o el XVI (es imposible fechar estas cosas, como digo), y las presentan como grandes iluminaciones y novedades. Y lo son para ellos, como diría Próspero. 

Se da, por otra parte, la falacia concomitante, la de creer que las batallitas contra la ignorancia, o el mito, o la intolerancia, etc., ya están ganadas por el hecho de que las posiciones filosóficas, o científicas o tolerantes están plenamente acreditadas a nuestro juicio. Para nada. Todo el trabajo está siempre por hacer, y todo está siempre por aprender y por descubrir, aunque nos enteremos de que ya alguien lo había descubierto.

 
 
 
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