Con alguna inexactitud figura entre las listas de maestros
asesinados y represaliados el nombre de mi abuelo Ángel García Benedito (aparece
como Ángel Gracia Benedicto, p. 374. Cierto es que a veces se escribía así su apellido). Ya he contado su historia en otra parte. Esto es lo que dicen aquí de él:
Maestro de Escuer.
Informe Policial: IR [Izquierda Republicana]
Bajó el pueblo de Escuer (Biescas) desde una áspera ladera
hasta el fondo bien comunicado y regado del valle. En el pueblo nuevo creó una
cantina (comedor escolar) para los niños que bajaban desde el núcleo antiguo;
organizó clases de adultos y plantó árboles.
En el expediente de depuración se le acusó de ser socio e
inspirador del Centro de Izquierda Republicana de Biescas y organizador del
Frente Popular en dicha localidad, ejerciendo mucha influencia en sus socios, a
los que con mucha frecuencia arengaba en las tertulias.
El informe del comandante de puesto de la Guardia Civil:
"Fue hallado muerto en la carretera de Sabiñánigo a Sallent". El informe
del cura encargado de Escuer (Agustín Pueyo): "La justicia se encargó de
darle su merecido en los primeros días del glorioso Movimiento nacional".
Apresado por los falangistas de Jaca en Biescas, fue
apaleado y paseado en el barranco de Arás el 2 de agosto de 1936, a los 48
años.
(AHPH. Comisión Depuradora del magisterio provincial.
Expedientes, I-820/34, 1936-37).
En realidad tenía 58 años (1878-1936).
En realidad tenía 58 años (1878-1936).
Con Herminio Lafoz hablé un momento en una jornada de homenaje a los maestros republicanos represaliados, en la escuela de Magisterio. Una cosa me llamó la atención mucho de esa jornada: no asistió ni un solo de los estudiantes de Magisterio, ni de la Universidad. Para vivir en una época de memoria histórica, ya les vale.
Mi abuelo está enterrado, sin lápida, en el cementerio de Jaca, a donde lo trasladaron los que recogieron su cuerpo. Muchos años después mi padre y sus hermanos decidieron poner su lápida conmemorativa, sin ir a desenterrar a nadie, en el cementerio de Escuer, que fue el pueblo donde ejerció como maestro y donde se le recordaba aún con cariño. A Jaca se lo llevó la guerra, una guerra que él nunca hubiera empezado, y en la que fue una de esas víctimas que se llevan por delante los matarifes entusiastas que tanto abundan en cada bando, al igual que abundan las víctimas. Son ésos los dos bandos invisibles, y transversales, enfrentados en las guerras civiles, y en las otras.
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También menciona el libro a mi abuela, con ocasión de las colonias escolares a las que fueron evacuados los niños de los pueblos del frente (entre ellos mi padre):
"La colonia de las Vilas del Turbón se creó en el mes de septiembre por la 130ª Brigada Mixta, expresamente para los niños, cerca de 90, de la recién liberada Biescas. Su equipo pedagógico estaba compuesto por el director, Clemente Alcubierre, dos maestras viudas: "Doña Maximina" (Máxima Jordán Cutié), maestra de Biescas, y "Doña Eusebia" (Eusebia Pomar Guillén), esposa del maestro Ángel García, asesinado en los primeros días de la guerra. Finalmente, "Doña Patrocinio", que se ocupaba de la música. (...)" (p. 128)
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¡Que injusticias y qué atrocidades se cometen en nombre de la JUSTICIA !
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