La manifestación de ayer de Barcelona fue el punto de inflexión
en el que se vio que no se va a detener a los independentistas. Aquí los comentarios de Santiago Abascal, y de Salvador Sostres. Yo
auguré que sería un fracaso, y se veía venir: por cada manifestante a
favor de España, salen cuarenta a favor de la independencia. Una prueba
de músculo que falla es la prueba y demostración palmaria de lo
contrario de lo que se pretendía demostrar. El
gobierno, el PP, el PSOE, los llamados "partidos nacionales", no
estaban por supuesto en la manifestación de ayer. Ni estaban, ni se les
esperaba, tras treinta años de incomparecencia. ¿He dicho alguna vez que no hay que votar al PP, ni al PSOE, ni a las IUs, ni a quien apoye o tolere a los secesionistas? El
gobierno español seguirá jugando a que no pasa nada, metiendo la cabeza
en la arena, y confiando en que la independencia es una imposibilidad
legal, que lo es. Lo que parece que nadie les ha dicho es que las
declaraciones de independencia se han hecho normalmente, siempre y de
toda la vida, vulnerando la legalidad, no ateniéndose a ella.
Cataluña se irá de España dejándonos la deuda puesta—que será de
España, no de la flamante Cataluña—y, si nos descuidamos, se irá con
una subvención suplementaria o diezmo anual que le pagarán nuestros
gobernantes—esos necios abismales, memos sin remedio, y traidores a su
país. Y agárrense, que aún estamos a tiempo de que esta historia acabe
mucho peor de lo que espera todo el mundo, que precedentes y avisos y analogías no faltan.
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