Parece que mi padre está en el último hospital, aunque nunca sabemos nada de cómo resultan ser las cosas. Esta tarde vuelvo de Vigo a Zaragoza, y de allí a Huesca, donde está ingresado, sin perspectivas de tener más vida por delante. Nos esperan malos días, por mucho que estemos avisados de la muerte y casi estemos acostumbrados a tenerla rondando por casa.
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Que Dios esté con usted y su familia!
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